Contracrónica

El regreso al futuro de Puigdemont

Ya es oficial: la estabilidad del tercer mandato consecutivo de Pedro Sánchez en la Moncloa dependerá de Junts. Más concretamente, del cumplimiento de los acuerdos suscritos por el PSOE con la formación independentista en un pacto que asume al completo las tesis de Carles Puigdemont, fugado de la Justicia.
Ya es oficial: la estabilidad del tercer mandato consecutivo de Pedro Sánchez en la Moncloa dependerá de Junts. Más concretamente, del cumplimiento de los acuerdos suscritos por el PSOE con la formación independentista en un pacto que asume al completo las tesis de Carles Puigdemont, fugado de la Justicia.
Ya es oficial: la estabilidad del tercer mandato consecutivo de Pedro Sánchez en la Moncloa dependerá de Junts. Más concretamente, del cumplimiento de los acuerdos suscritos por el PSOE con la formación independentista en un pacto que asume al completo las tesis de Carles Puigdemont, fugado de la Justicia.
Pedro Sánchez y Carles Puigdemont, en una imagen de 2016.
EP - EFE

"Cinco minutos". Era prácticamente imposible escuchar nada nítido en una pequeña sala del Press Club de Bruselas recién entrada la tarde del jueves 8 de noviembre de 2023, solo unos instantes antes de que empezase y terminase a la vez todo el ajetreo de los últimos días. Y es que las fechas importan. Carles Puigdemont haciendo esperar a los periodistas, igual que el 31 de octubre de 2017, en su primera rueda de prensa en Bélgica tras huir de España metido en el maletero de un coche, como cuentan algunas lenguas. En la película Regreso al futuro su protagonista Marty McFly aprieta por error el botón y viaja en el tiempo; el expresidente catalán quiere volver al pasado, reiniciar todo, de manera consciente y plasmándolo en un acuerdo con el PSOE para investir a Pedro Sánchez.

Hace seis años Puigdemont se hizo muchas preguntas, y entonces tenía unas elecciones catalanas en el horizonte, convocadas tras la aplicación del artículo 155 en Cataluña. El Press Club fue un hervidero entonces, como ahora... pero quizá ni Puigdemont sea el mismo, en un empeño suyo y de más gente por, entre otras cosas, no perder relevancia pública. Le saca a los 7 votos de Junts todo el jugo posible, no solo para presionar a Sánchez, sino también para que las cámaras le sigan enfocando a él. Y es que, al fin y al cabo, en el Parlamento Europeo es un eurodiputado de cuarta o quinta fila. En los No Inscritos, su grupo, lo que más predomina es eso: el silencio. En algún momento y en algún lugar necesita hablar, y el 23-J le dio esa oportunidad, como él mismo reconoció sin la necesidad de expresarlo abiertamente.

"No tenemos que pedir perdón", reiteró el expresidente catalán con sus acólitos en primera fila, sin admitir preguntas y con un tono que precisamente dejaba entrever que quien ahora tiene la sartén por el mango es él. La gobernabilidad de España depende del independentismo, pero a ojos de Puigdemont del suyo, no del de ERC, que ahora Junts destierra. Se les rompió el amor de tanto usarlo. Fuera, la plomiza Bruselas seguía su curso en medio de una jornada, la casi definitiva para que España vuelva a tener gobierno, que solo interesaba a los españoles, más allá de que por ejemplo la comparecencia del líder del procés fuera íntegramente en catalán (y no, no había pinganillos en la sala, quizá porque no hacen falta).

La amnistía es el pivote, el Sergio Busquets del acuerdo. Desde ella se reparte el resto del juego, sí, pero sin ella no hubiera habido pacto: y en esa ley que todavía no se ha registrado Puigdemont lo quiso todo. Abarca desde el año 2012, pasando por la consulta del 9-N del 2014, hasta lo sucedido en 2017, el año cumbre del procés, con el 1-O y la declaración unilateral de independencia, que para Junts siguen siendo la raíz de su forma de hacer política. 

No queda muy claro en qué han cedido los convergentes, pero sí fue llamativo ver que en el texto del acuerdo el PSOE va a defender una cosa, como es "el desarrollo del Estatut de 2006" y Junts tiene previsto defender otra, "la celebración de un referéndum de autodeterminación". Para Puigdemont, huidos y Gobierno central siguen "estando lejos", y eso también quedó negro sobre blanco. No tan lejos -a solo 300 metros- estaban Santos Cerdán, el negociador de Sánchez, y el propio expresidente de la Generalitat. Uno en Place Jourdan, otro en el Press Club. Un acuerdo de investidura (o de legislatura, como dijo el tres del PSOE) bien valía un paseo por el barrio europeo, pero prefirieron cerrar los últimos flecos tras una larga espera por vía telemática.

No lo dijo con estas palabras, pero el pacto con los socialistas y sobre todo la amnistía es una vuelta a la casilla de salida para Puigdemont. Y también para Sánchez. Casi todo empieza de cero, con el PP y su mayoría absoluta en el Senado como freno a lo que la derecha considera "un atropello al Estado de Derecho" y con la Comisión Europea pidiendo explicaciones "detalladas" sobre la norma. Al comisario Reynders le pidieron que diese un toque al Ejecutivo, y él se dice "preocupado". En Moncloa ya no lo están tanto. Al fin y al cabo, Sánchez tiene lo que quería: la investidura. España tendrá Gobierno, pero los hilos, en realidad, se manejan (al menos de momento) desde Bruselas.

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