El sesgo de confirmación o por qué es muy difícil que cambiemos de ideología política

Entre gritos de "presidente, presidente" y arropado por decenas de miles de personas, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha prometido que ya sea desde un "mitin, una manifestación" o desde el Congreso defenderá una España "de ciudadanos libres e iguales".
Mitin de Feijóo.
Jesus Hellin / EP
Entre gritos de "presidente, presidente" y arropado por decenas de miles de personas, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha prometido que ya sea desde un "mitin, una manifestación" o desde el Congreso defenderá una España "de ciudadanos libres e iguales".

El bloqueo que está ocurriendo para gobernar España es un reflejo de la polarización de la sociedad en básicamente dos posiciones ideológicas. Alrededor de la mitad de nuestro país dice "yo soy de derechas" y la otra mitad "yo soy de izquierdas". Y el desempate siempre será complicado porque no hay grandes cambios en nuestras votaciones. Nuestro cerebro guarda una especial fidelidad y lealtad a la ideología política con la que nos identificamos.

¿Esto es un error de procesamiento? Sí. ¿Se puede remediar? Difícilmente. Nadie es inmune a este sesgo, es universal y bastante inconsciente.

Hace mucho que la neurociencia, y más concretamente la neuropolítica, ha descubierto que somos seres emocionales que razonamos. En ese orden y no al contrario.

Somos seres emocionales que razonamos. En ese orden y no al contrario

Tenemos las mismas probabilidades de cambiar nuestro voto como de cambiar de equipo de fútbol o de creencia religiosa o de familia. Este sentimiento de pertenencia nos impide analizar la información o la realidad con objetividad y neutralidad.

El sesgo de confirmación da nombre a este fenómeno psicológico que define nuestra tendencia a buscar o interpretar información que respalde nuestras creencias, expectativas, puntos de vista o hipótesis preexistentes. 

Todos nosotros fácilmente aceptamos la nueva información que sea consistente con nuestras creencias, pero seremos siempre escépticos ante la información que contradiga nuestra definida ideología y, de este modo, vamos perpetuando y reforzando más aún nuestras opiniones.

Traducido a la actualidad y al día a día, es muy interesante comprobar cómo en redes sociales, las personas 'de izquierdas' o 'de derechas' ya no es que solo compartan temáticas o noticias afines a su ideología, que resulta más lógico, es que solo consultan contenido que abogue por defender a su posición y que además ridiculice o desmienta a la oposición. Por tanto, directamente es que no se enteran de lo que ocurre 'en el otro lado', no comprueban siquiera que esa información sea verídica, no consumen argumentos en contra, o al menos diferentes a su visión (no vaya a ser que dudemos).

Hay todo tipo de vídeos en redes sociales que recogen respuestas pueriles y ridículas a preguntas como: ¿Por qué votas a Vox?, ¿por qué defiendes al feminismo?, ¿en qué consiste el cambio climático que defiendes?, ¿por qué te manifiestas contra Rubiales?, ¿por qué debería erradicarse la tauromaquia?... Y todos acaban igual, destacando solo las opiniones de personas que no saben expresarse, que a veces no entienden ni por qué están en una determinada protesta o que escriben con faltas de ortografía el cartel que portan en una manifestación.

Lo que no sabemos es que esos tipos de fotos, vídeos y 'entrevistas' se comparten por politólogos, periodistas, influencers o youtubers de las dos Españas, de todas las posiciones, en todas las manifestaciones. Pero unos no conocen las otras y nos quedamos con el detalle de que estamos en el 'barco' correcto, en el de los listos, en el de las buenas personas, en el mejor.

Nuestras decisiones están totalmente sesgadas y nos llevan a cometer errores de juicio importantes. Pero, ¿por qué nuestro cerebro nos juega esta mala pasada? 

Simplemente por una cuestión de paz mental, nuestro cerebro se acomoda dando prioridad a la información que respalda nuestras creencias porque esto nos aporta una sensación de coherencia y nos permite reforzar nuestra identidad y autoconcepto. Nuestro cerebro se dedica a proporcionarnos recompensa-placer, subirnos el ego y mantener un estado de equilibrio y congruencia.

Un experimento de la Universidad de Emory, en Estados Unidos, puso a prueba este sesgo, usando por primera vez la técnica de resonancia magnética. En el año 2004, antes de las elecciones presidenciales estadounidenses, los experimentadores mostraron a votantes demócratas y republicanos declaraciones en las que tanto John Kerry como George W. Bush se contradecían a sí mismos. Tal y como se preveía, los demócratas excusaron a Kerry y los republicanos hicieron lo mismo con Bush.

Lo novedoso del estudio vino con la resonancia magnética: esta prueba puso de manifiesto que las partes más activas del cerebro mientras se intentaba justificar al político preferido eran las relacionadas con las emociones y con la resolución de conflictos. En cambio, las áreas cerebrales asociadas con el razonamiento apenas registraban actividad. No solo eso, una vez se llegaba a una conclusión satisfactoria, se activaba la parte del cerebro asociada con la recompensa.

Lo que el cerebro no tiene en cuenta, pero nosotros como seres con voluntad propia sí, es que el sesgo de confirmación puede tener efectos muy negativos para nosotros mismos y para la sociedad. Puede limitar nuestra capacidad de aprender y adaptarnos a nuevas ideas y perspectivas, puede contribuir a la polarización, al extremismo y a la creación de 'burbujas de información', donde nos rodeamos solo de personas y fuentes afines que refuercen nuestra ideología, lo que puede aumentar la división y la intolerancia social.

Con esta conciencia sobre cómo funciona este sesgo podemos adoptar una serie de estrategias que contrarresten este error de procesamiento.

Sencillo: busca una variedad de fuentes con diferentes perspectivas y enfoques. Esto nos permite obtener una visión más completa y equilibrada de un tema en particular. Sigue a todos los medios posibles, a páginas afines y no afines, aprenderás a comprobar que los titulares son tendenciosos siempre y que en el punto medio está la virtud.

No tan sencillo: mente abierta, desafía tus ideas más férreas, desdibuja las líneas, sé tolerante con los demás, no veas como rivales a los que no piensan como tú, aprende de ellos; cuestiona todo lo que ves confirme o no tus creencias, verifica siempre, investiga evidencias, comprueba datos históricos o políticos.

Acepta que nos podemos equivocar, que 'nuestro bando' no siempre será el bueno, al menos no siempre, que tiene errores y carencias, sé crítico también con los tuyos, adopta las posturas en las que creas y con las que te sientas bien, independientemente de donde vengan. Nada es de nadie. 

La sociedad es diversa y normalmente no encajamos del todo en todo ni con todos. Se puede ser creyente y gay, feminista de derechas, poner una bandera de España en tu salón y ser animalista... Solo faltaba... Y sobre todo, podemos evolucionar, cambiar de opinión, equivocarnos, teniendo claro que nada ni nadie merece tu lealtad a ciegas.

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