¿Qué es el neurosexismo? Un mundo de género produce un cerebro de género

Una pareja pasea por un paseo marítimo en Bizkaia pertrechados de paraguas.
Una pareja pasea por un paseo marítimo en Bizkaia pertrechados de paraguas.
EUROPA PRESS
Una pareja pasea por un paseo marítimo en Bizkaia pertrechados de paraguas.

La psicóloga Cordelia Fine acuñó el término 'neurosexismo' en algunos de sus artículos del año 2008 y en su libro sobre delirios de género en el año 2010. La catedrática en neurociencia Gina Rippon populariza este concepto en su reciente libro sobre mitos de género en el año 2019.

El neurosexismo expresa la idea de que los cerebros de hombres y mujeres no son esencialmente diferentes, que no es el cerebro humano el que está intrínsecamente unido al género, sino el mundo y el entorno en el que crecemos. Además, pone de manifiesto que hay estudios sesgados, de dudosa procedencia científica, con muestras poco significativas, que han contribuido a malograr el estudio real del cerebro humano.

El afamado biólogo evolutivo Randy Thornhill postuló en 'Historia Natural de la Violación' (2000, The MIT Press) que todos los hombres, por una mera cuestión evolutiva, sienten la pulsión de violar y que conocer esto ayudaba a las mujeres a decidir cómo vestirse, pues las hacía conscientes de que “su blusa ajustada puede ser interpretada como una invitación al sexo”. (Sin comentarios).

Durante siglos se ha creído, por ejemplo, que los hombres eran más inteligentes que las mujeres porque un estudio aseguraba que el cerebro del hombre era más grande y pesado, y por tanto mejor, que el de las mujeres.

Obviamente, hoy se sabe que el cerebro de la mujer de media es más pequeño que el de los hombres porque el cuerpo al completo suele ser más pequeño. Pero si uno compara el cerebro entre sujetos con la misma estatura no hay diferencias. Y aunque las haya, no hay grandes distinciones estructurales que se asocien con una mayor o menor inteligencia.

Varios estudios afirmaban que el rendimiento en algunas tareas las hacen mejor hombres que mujeres y, sin embargo, se ha demostrado posteriormente que si ambos sexos se educan y entrenan de igual forma, serán capaces de desarrollar de una forma muy similar las tareas asignadas.

Rippon afirma que las señales sutiles sobre comportamientos típicamente varoniles y femeninos, desde el momento del nacimiento son las que moldean nuestras conductas y habilidades, algo que otros científicos consideran como diferencias innatas.

En este sentido, es muy ilustradora la respuesta de Rippon, en una conferencia organizada por la Universidad de Barcelona, a la pregunta:¿Por qué hay más matemáticos que matemáticas?

"¡Es la pregunta del millón! Según las estadísticas, las niñas tienden a superar a los niños en casi todas las materias (incluidas las matemáticas) hasta la edad de entre 12 y 15 años. Las chicas que continúan estudiando matemáticas lo hacen tan bien como los varones. Pero la gran diferencia aparece en el número de niñas que eligen estudiar matemáticas y temas afines en sus estudios superiores. Hay también un mayor abandono de este tipo de carreras entre las chicas. Las mujeres pueden dedicarse a las matemáticas, pero no lo hacen".

A pesar de las críticas de la comunidad científica al catalogarla de extremista y hembrista, su planteamiento principal es simplemente que: "Cada cerebro es diferente de todos los demás cerebros". No habla de superioridad o distinción de género, mantiene que la biología es fundamental pero que cada uno configura su cerebro según sus circunstancias personales y que no hay dos cerebros exactamente iguales, seas hombre o mujer.

Tal y como Rippon afirmaba en la BBC: "Hay diferencias de sexo en el cerebro; es inevitable que las haya, con respecto a los diferentes papeles en el proceso reproductivo". "A estas distinciones debemos prestarles la adecuada atención, pero el poder incondicional que se atribuye a la biología es lo que hay que desafiar".

También es evidente que las hormonas juegan un papel fundamental a la hora de establecer diferencias de género por la química que se genera en el cerebro, pero lo que Rippon remarca es que siempre se ha puesto el foco de estudio en lo negativo, en cómo el síndrome premenstrual afecta al temperamento y a la inestabilidad emocional de las mujeres pero no se ha estudiado lo positivo del ciclo hormonal femenino hasta ahora. 

Por ejemplo, que la memoria verbal y espacial se potencian cuando el estrógeno está en su punto más alto, o que hay cambios muy positivos cuando llega el momento de la ovulación, por ejemplo, con una notable mejora de respuesta a la información sensorial y un mejor tiempo de reacción.

Rippon concluye: "Incluso cuando se puedan observar diferencias aparentes en la estructura del cerebro, siempre existe la posibilidad de que las diferencias surjan por la forma en la que alguien es educado en lugar de su naturaleza".

Mostrar comentarios

Códigos Descuento