Los economistas piden eliminar el Impuesto sobre Patrimonio por ser "anecdótico" y ven insostenible la pugna entre instituciones

Valentín Pich Rosell
Valentín Pich Rosell
JAVIER ROSENDO/SER
Valentín Pich Rosell

En un momento en el que algunas comunidades autónomas están introduciendo bonificaciones fiscales en el Impuesto sobre el Patrimonio y en el de Sucesiones y Donaciones, y a la espera del fallo del Tribunal Constitucional respecto al Impuesto Temporal de Solidaridad de las Grandes Fortunas y al de Patrimonio, el Consejo General de Economistas ha presentado este lunes un informe bajo el título 'Tributación de la riqueza: estado de la cuestión'.

Los economistas creen que las distorsiones que pueden producir y la recaudación que se puede conseguir a través del impuesto de Patrimonio hacen recomendable su supresión —impidiendo la posibilidad de que se regule por las haciendas autonómicas como un impuesto propio—, aunque podría quedar como una declaración censal. 

No obstante, los economistas creen que si se optara por mantener el impuesto, sería conveniente introducir cambios, homogeneizando en todos los territorios la base imponible y el mínimo exento. Y es que, por ejemplo, según sus cálculos, si este impuesto no estuviera bonificado en Madrid, la recaudación total habría sido de unos 2.000 millones de euros, en lugar de 1.300 millones.

Los fiscalistas del Consejo General de Economistas han analizado los datos de recaudación de los tributos vinculados con la riqueza y, con supuestos prácticos, han puesto de manifiesto las desigualdades que se producen entre contribuyentes con la misma riqueza dependiendo de su lugar de residencia, incorporando también las últimas modificaciones aprobadas por las Comunidades Autónomas.

Así calculan, por ejemplo, que un contribuyente con un patrimonio de 15 millones de euros, en 2023 no pagaría nada por Patrimonio en Andalucía, Extremadura y Madrid y, sin embargo, en la Comunidad Valenciana pagaría 401.234 euros, aunque esta situación, temporalmente, se mitiga en parte por la aplicación del Impuesto a las Grandes Fortunas.

El presidente del Consejo General de Economistas, Valentín Pich, ha manifestado que si se considera que España tiene una economía totalmente globalizada, que el Impuesto sobre el Patrimonio es "anecdótico" en el conjunto de los sistemas tributarios y presenta problemas técnicos y de equidad en el territorio, por lo que considera que lo razonable sería suprimirlo. En el caso del Impuesto sobre Sucesiones Pich considera que, aunque esté sometido también a debate, se podrían abordar determinados cambios para que pueda jugar un papel redistributivo y para fortalecer la igualdad de oportunidades.

Ante los recursos que se han presentado contra el Impuesto sobre el Patrimonio y contra el de Solidaridad de las Grandes Fortunas, Pich ha asegurado: que cree "honradamente que es una situación insostenible que está tensionando innecesariamente el sistema jurídico e introduciendo demasiada conflictividad institucional".

El presidente del REAF-CGE, Agustín Fernández, expresó que "el Impuesto Temporal de Solidaridad de las Grandes Fortunas no debería hacerse permanente porque se configura como un parche al Impuesto sobre el Patrimonio y se ha aprobado siguiendo una trayectoria parlamentaria singular".

Cifras del impuesto de solidaridad.
Cifras del impuesto de solidaridad.
Henar de Pedro

Según han argumentado los economistas, la razón de que se grave la riqueza puede encontrarse en que se trata de una manifestación de capacidad económica diferente a la de la renta y a la del consumo, y puede complementar el gravamen sobre ambas manifestaciones. "Como país, estamos totalmente inmersos en la economía global y, por lo tanto, competimos con el resto de los países de Europa y del resto del mundo, por lo que nuestra regulación económica y, dentro de esta, de la normativa tributaria, no puede distanciarse demasiado de los estándares predominantes", han recalcado.

Así, el Consejo General de Economistas ha insistido en que no se trata de competir fiscalmente a la baja, que no ha sido una política tributaria utilizada en el país, sino de que los tributos, por lo menos, no penalicen que determinados contribuyentes puedan venir a residir en España o no propiciar que otros se deslocalicen.

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