La UE frustra a Sánchez y aplaza su decisión sobre las lenguas cooficiales hasta tener un dictamen jurídico y una estimación de costes

José Manuel Albares, ministro de Exteriores
José Manuel Albares, ministro de Exteriores.
José González
José Manuel Albares, ministro de Exteriores

En lo que se refiere a la oficialidad del catalán, el gallego y el euskera en la Unión Europea las cosas no van como al Gobierno de Sánchez le gustaría, y quedó demostrado en el Consejo de Asuntos Generales (CAG) celebrado este martes en Bruselas, donde los 27 evidenciaron que en algunos casos hay muchas dudas sobre la propuesta. ¿Se da un rechazo de plano? No, pero el debate irá para largo pese a que el Gobierno -en funciones- aseguraba hace días que las conversaciones eran constructivas. 

De momento, habrá que esperar porque para muchos Estados miembros "es demasiado pronto" para tomar una decisión. Así lo decidieron tras solo 45 minutos de debate, después del cual el Ejecutivo aseguró que ha optado por plantear la cuestión a dos ritmos, dando prioridad al uso del catalán y después progresivamente del gallego y del euskera. Lo hacen así, explicó Albares, dada la cantidad de hablantes que tiene el catalán -unas 10 millones de personas-, que lo hacen, aseguró, estar "entre los 15 idiomas más hablados" de la Unión. Y es que algunos países habían alertado de que oficializar tres idiomas de golpe era demasiado.

El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, fue quien abanderó la cuestión en la capital comunitaria, además en plena presidencia española del Consejo, e hizo hincapié en la peculiaridad del caso español, al tiempo que considera que se trata de una cuestión "urgente". Pero otros no le recogieron el guante. Finlandia, por ejemplo, que ya anunció hace días su veto (al menos de momento) asegura que no hay prisa para tomar una decisión. Eso sí, el ministro se Asuntos Europeos, Anders Aldercretuz, tuvo un giño en catalán para asegurar que ellos van a "defender la diversidad".

Francia, en cambio, parece mucho más dispuesta a echar una mano a Pedro Sánchez en este asunto. Su investidura, además, parece depender casi de esta cuestión. "Vamos a ayudar a España todo lo posible", sostuvo la secretaria de estado para la UE, Laurence Boone, que matizó la necesidad de ver la parte legal y administrativa del tema.

"Hemos puesto en marcha la reforma del reglamento sobre el régimen lingüístico de la UE", esgrimió Albares a la salida de la reunión, y he trasladado la "especificidad que constituye el caso español, con estas lenguas reconocidas en nuestra Constitución. Y he destacado que no se trata de lenguas minoritarias", aseguró para resumir de nuevo la postura del Gobierno en funciones. "Todos los estudios que haya que realizar los realizarán las instituciones de la UE", asumió, antes de añadir que la idea "va a seguir los cauces" marcados para estos asuntos. 

El ministro reconoció las dudas de algunos socios y por eso han elegido "priorizar" el catalán por delante del gallego y el euskera. Con todo, el titular de Exteriores sentenció que ha "cumplido con el compromiso" de llevar el debate a la UE ante la presión de Junts para investir al Sánchez. No está de acuerdo con eso Carles Puigdemont. "Que ningún Estado haya vetado la propuesta es buena noticia, pero no es suficiente. España lo sabe, sabe que tiene trabajo pendiente y sabe que debe hacerlo con diligencia, porque la oportunidad es ahora", aseguró el expresidente catalán, quien considera que "España no se hace escuchar tanto en Europa como dice Sánchez".

Para defender su posición, España considera que el artículo 55.2 del Tratado de la UE que faculta a los Estados miembro a traducir con valor jurídico el propio Tratado a cualquier otra lengua que su orden constitucional reconozca como oficial "en la totalidad o en parte de su territorio" puede ser la llave de entrada del catalán, euskera y gallego. Pero esta explicación no es suficiente para los socios que siguen sin ver del todo la propuesta. "Explicaré a mis colegas la especificidad del régimen constitucional lingüístico español que lo hace prácticamente único en la Unión Europea y explicaré que estos idiomas se usan dentro del Parlamento español", dijo ya el ministro a su llegada a Bruselas.

Si la medida no alcanzase la unanimidad exigida en el Consejo hay un camino intermedio en el Parlamento Europeo. Ya en 2022 el Gobierno envió una carta para que estas tres lenguas fueran de uso —aunque no oficiales— en la Eurocámara. Esta segunda fórmula es la que PSOE y Sumar han impulsado en el Congreso para que, a partir del martes, los diputados españoles puedan intervenir ya en catalán, gallego o euskera, pero también en asturiano, aragonés o aranés. Eso sí, si el tema se lleva a escala de los 27 y sale adelante, el Parlamento tendría que aplicarlas sin ningún giro más. El último precedente es el gaélico, que dio ese primer paso en la Eurocámara para luego convertirse en idioma oficial de la UE, que cuenta con 24.

El ministro de Asuntos Europeos de Finlandia, Anders Adlercreutz, ha recurrido este martes en Bruselas al catalán para explicar que pese al compromiso con la diversidad lingüística es "demasiado pronto" para tomar una decisión sobre el reconocimiento del catalán, euskera y gallego como lenguas de la UE porque no se han resuelto las dudas sobre las consecuencias que tendría esta decisión.

La vertiente de la Eurocámara ya se exploró en 2005 durante el Ejecutivo de Zapatero con una petición parecida para la firma de convenios. Entonces no hubo acuerdo, pero sí se logró que las instituciones pudieran dirigirse a los ciudadanos en gallego, catalán y euskera, gracias entonces al voto de calidad de Josep Borrell, que era el presidente del Parlamento Europeo.

Esto supone ya un jarro de agua fría para las aspiraciones de Pedro Sánchez, que había acelerado el asunto por una cuestión: su investidura. Una vez que pase la semana que viene el turno de Alberto Núñez Feijóo, el todavía presidente del Ejecutivo tendrá su oportunidad, en la que depende de los independentistas. Esta medida era una promesa para ellos, de ahí que quiera verla aprobada lo antes posible. Pero el mensaje de los 27 no va en esa línea: la posible oficialidad de las tres lenguas en la UE tendrá que esperar.

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