Esta es la carrera que nadie quiere estudiar pero te asegura un trabajo al acabar

Varios alumnos antes de comenzar uno de los exámenes de las pruebas de acceso a la universidad 2023 en la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Estudiantes realizando el examen de acceso a la universidad
A. Pérez Meca / Europa Press
Varios alumnos antes de comenzar uno de los exámenes de las pruebas de acceso a la universidad 2023 en la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Con la selectividad finiquitada, las notas publicadas y el verano en todo su esplendor, miles de estudiantes disfrutan de sus merecidas vacaciones antes de comenzar la nueva etapa formativa, que supondrá, para la mayoría, el principio de la adultez y la vida laboral. Pero el camino no ha sido fácil, especialmente para aquellos que necesitaban una nota alta para acceder a su carrera deseada.  

Además, esta nota de corte no depende de la dificultad de la carrera, sino, precisamente, de cuántos interesados hay en cursarla, es decir, de la demanda. Así, Medicina, Matemáticas o Ingeniería Biomédica son algunos de los grados más demandados, que requieren, por tanto, mayores calificaciones, con una media de 13,30 puntos sobre 14. Pero no siempre estas exigencias en las notas de acceso coinciden con una buena tasa empleabilidad.

Una carrera de 5 con mucha empleabilidad

Ejemplo de que las notas de acceso no son un buen medidor de la empleabilidad de las carreras universitarias, es la Ingeniería Agraria, que requiere un 5 en la EBAU.   

El motivo por el que los estudiantes no se decantan por ella se desconoce, pero algunos expertos apuntan a que puede tratarse de falta de conocimiento sobre sus salidas profesionales. Además, muchos la relacionan con trabajo de campo e inmediatamente la descartan. Pero, ¿cuál es la realidad detrás de esta ingeniería?

Lejos de los tópicos que la destierran, la Ingeniería Agrícola es una de las disciplinas más importantes en nuestros tiempos porque combina ciencia y tecnología para lograr el desarrollo y la mejora de los campos de cultivo y la tecnología agrícola. 

Además, sus salidas son muy diversas y están determinadas por sus tres ramas de especialización: la ingeniería de recursos hídricos, las construcciones rurales y la mecanización agrícola. Y entre sus funciones se encuentran la gestión de la producción de alimentos, el desarrollo sostenible, y la evaluación y valoración del estado de la tierra y sus recursos para aumentar la productividad. 

Las empresas insisten en la necesidad real de contratar perfiles con estos estudios para cubrir las exigencias de los nuevos tiempos. Por eso, aquellos que se elijan este camino tendrán, al menos de momento, todas las de ganar porque la competencia es escasa y la demanda es evidente. 

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