OPINIÓN

Audacia y temeridad

Pedro Sánchez, este lunes en Moncloa.
Pedro Sánchez, en Moncloa.
EFE
Pedro Sánchez, este lunes en Moncloa.

Los aficionados al cine político y/o periodístico habrán visto el clásico Todos los hombres del presidente, sobre la histórica investigación de The Washington Post del caso Watergate. Hay una escena en la que el periodista Bob Woodward se reúne en un parking con su principal fuente, conocida con el apelativo de Garganta profunda, por su voz ronca. Woodward se sincera: está bloqueado, no sabe cómo continuar, y cree que los fontaneros del presidente Nixon han conseguido frenar las filtraciones y establecer una astuta estrategia para salir de la crisis. Pero Garganta profunda tiene otra opinión: «Olvide los mitos que envuelven a la Casa Blanca; la realidad es que allí no hay muchos individuos brillantes, y las cosas se les han ido de las manos».

El pasado lunes, el presidente del Gobierno convocó elecciones generales el 23 de julio, apenas doce horas después de conocer el fracaso del PSOE y de sus socios de coalición (Podemos y los partidos que se han unido al proyecto Sumar de Yolanda Díaz) en las elecciones del 28 de mayo. En los tres días que han pasado, se suceden los panegíricos sobre la radiante y resplandeciente capacidad analítica y estratégica de Pedro Sánchez y de su reducido grupo de fontaneros de Moncloa, por dejar en fuera de juego a la oposición y a los medios no afines. Y por haber sido capaz, en cuestión de pocas horas, de colegir que con un resultado en las generales del 23-J similar al de las municipales y autonómicas del 28-M, la actual coalición no ganaría las elecciones, pero sí podría gobernar, porque la suma de PP y Vox no alcanzaría la mayoría absoluta. Y así, después de un rato de charla en Moncloa de madrugada, España fue convocada de nuevo a las urnas.

Quizás convenga aplicar aquí esa interesante enseñanza de Garganta profunda: no se crea los mitos que envuelven al Palacio de la Moncloa. Porque la historia nos recuerda históricas equivocaciones cometidas por los sabios analistas que han rodeado a todos los presidentes que han ocupado esa residencia. Nadie es infalible en su capacidad estratégica, ni siquiera el audaz Pedro Sánchez. Y esa audacia es una de las características que acompaña a Sánchez desde que está en política.

Pero ahora se puede plantear una seria duda sobre si la sorpresa del 23-J es un movimiento político audaz o si, por el contrario, se trata de una decisión temeraria. Con ese golpe de efecto audaz, Sánchez aspira a resucitar al PSOE y a resucitarse a sí mismo. Pero si el golpe de efecto no fuese audaz sino temerario, corre el riesgo no solo de hundirse él (sería un problema solo personal), sino de hundir al PSOE. Los votantes decidirán en menos de dos meses si premian la audacia o castigan la temeridad.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento