Miguel Ángel Aguilar Cronista parlamentario
OPINIÓN

Programas y cargos

Urna electoral
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Urna electoral
¿PREGUNTAR OFENDE? por Miguel Ángel Aguilar

Hicieron a Marcelino Domingo ministro y cuando regresó de Madrid después de tomar posesión le recibieron los suyos al grito de "¡Marcelino, colócanos a tos!". Por ahí anda también Max Weber cuando en La política como profesión sostiene que "todas las luchas entre partidos no son solamente luchas por sus objetivos programáticos, sino, sobre todo, por el reparto de cargos entre sus seguidores". Por eso indica que "los partidos políticos sienten mucho más una reducción de su participación en los cargos que las acciones en contra de sus objetivos programáticos".

De esta realidad a nadie le quedan dudas cuando estamos a veintidós días de la cita con las urnas fijada de modo inexorable para el domingo 28 de mayo, y se estima que más de 6.000 candidatos habrán sido proclamados por las Juntas Electorales Provinciales y figurarán en listas cerradas y bloqueadas, aspirando a ganar alguno de los 887 escaños a que alcanza la suma de los que componen las asambleas parlamentarias a renovar en las doce comunidades autónomas -de Aragón, Asturias, Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Extremadura, Illes Balears, La Rioja, Madrid, Murcia y Navarra- y en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, mediante los correspondientes comicios autonómicos. Es decir, que se calcula que habrá un promedio de más de 7 aspirantes por plaza disponible.

Se calcula que habrá un promedio de más de 7 aspirantes por plaza disponible

Para una perspectiva más completa, téngase en cuenta que ese mismo último domingo de mayo, día 28, se celebran elecciones municipales en los más de 8.100 ayuntamientos y cabildos insulares de toda España, cuyos ediles suman en total más de 90.000, puestos por los que pugnarán alrededor de 500.000 candidatos, lo que supondría más de 5 aspirantes por escaño municipal a adjudicar. Añádanse tanto en comunidades autónomas como en ayuntamientos los asesores, gabinetes y ayudantes para visualizar con más exactitud cómo se multiplican las cifras de los que se la están jugando. Y en esas apreturas, donde prima el tú o yo, es comprensible que tienda a imponerse la ley de la selva. El ambiente electoral todo lo altera y de ahí la conveniencia de releer El arte de tener razón de Arthur Schopenhauer, quien advierte cómo cuando el adversario es superior y llevamos las de perder, tendemos a proceder de manera ofensiva, grosera y ultrajante y pasamos del argumento ad personam al argumento ad hominem.

Luego, como estamos observando en todos los mítines de precalentamiento de estos fines de semana más o menos puenteados, lo que más alegra el ánimo del candidato que comparece a mitinear es que haya alguien con quien, al compararse, pueda sentirse superior porque nada importa más a los candidatos que la satisfacción de su vanidad y nada les lastima más que aquello que pueda herirla.

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