José Luis Fajardo expone su pintura: "En los museos ya hay más metros cuadrados para vender abanicos que para ver los cuadros"

El pintor José Luis Fajardo en la terraza de la Fundación Carlos de Amberes.
El pintor José Luis Fajardo en la terraza de la Fundación Carlos de Amberes.
Adolfo Ortega
El pintor José Luis Fajardo en la terraza de la Fundación Carlos de Amberes.

Encontramos a José Luis Fajardo (La Laguna, 1941) en la terraza de la Fundación Carlos de Amberes, donde presenta sus pinturas más recientes tras doce años sin exponer en Madrid. Artista muy vinculado al colectivo artístico El Paso, del que formaban parte Luis Feito, Manolo Millares, Antonio Saura o Martín Chirino, entre otros, a lo largo de su carrera transitó del expresionismo abstracto a una figuración turbulenta, en ocasiones onírica; pasando por etapas en que empleó el aluminio marcado por cicatrices metálicas, huellas de un sufrimiento oculto. La muestra reunida ahora combina una excelente serie de pinturas dedicadas a Goya, cuadros de gran formato inspirados en personajes y riqueza cromática propia del genial pintor aragonés, junto a una selección de dibujos realizados en la época del confinamiento.

"Cuando apareció la pandemia, como tenía mucho material de pintura me planteé dibujar y dibujar como terapia para no caer en la angustia colectiva. Son miles de papeles. La pintura siempre fue una profesión de aislamiento y soledad, así que no nos afectó tanto como al teatro o al cine. Yo no lo noté. Hice la misma vida que llevaba"

Capilla de la Fundación Carlos de Amberes con obras de José Luis Fajardo.
Capilla de la Fundación Carlos de Amberes con obras de José Luis Fajardo.
Adolfo Ortega

El epicentro de la exposición se encuentra en la capilla de la Fundación, una iglesia que tiene su origen nada menos que en 1621, cuando se fundó el Hospital de los Flamencos dedicado a San Andrés, situada en la calle San Marcos, para auxiliar a los menesterosos llegados de los Países Bajos. Aquella iglesia se derrumbaría a mediados del siglo XIX, tras décadas de abandono motivadas por la desamortización, pero un nuevo templo promovido por el Reino de Bélgica sería consagrado en 1877, dando continuidad a una institución benéfica que ya cuenta con más de 400 años. Sería la primera parroquia del barrio de Salamanca y hoy forma parte de la Fundación Carlos de Amberes.

La joya que alberga esta capilla es un extraordinario e imponente cuadro de Peter Paul Rubens, El martirio de San Andrés, fechado en 1639. Imponente hasta el extremo de que Fajardo comenzó a sentir cierto desasosiego mientras planificaba la exposición, sabiendo que conviviría con ese lienzo. "Tanto es así que estuve meses diciendo que no exponía. Que lo sentía mucho pero no. Daba otras excusas pero la realidad era el miedo terrible a enfrentarme con esa pieza extraordinaria, ¡tener que competir, en cierto modo, con ese señor!", reconoce con sinceridad. Sin embargo, superada la congoja aquí le vemos posando entre el Rubens y un lienzo propio titulado Una pequeña crónica del horror.

Fajardo entre 'El Martirio de San Andrés' de Rubens y una de sus obras.
Fajardo entre 'El Martirio de San Andrés' de Rubens y una de sus obras.
Adolfo Ortega

En cualquier caso, la pintura de Fajardo nos remite al pasado tal y como sucede con tantos otros autores. Lo veíamos hace poco de manera palpable en el Museo del Prado, con la exposición dedicada a Fernando Zóbel, constituyendo un hito al penetrar el arte contemporáneo en el sanctasanctórum del arte clásico y moderno. "Yo he dialogado toda la vida con el Prado y con los museos, porque en el fondo es mi familia (ríe). Mis odios y mis amores. Imagino que los que cantan oirán los discos. Lo que no es tradición es plagio, como dijo Eugenio D’Ors".

'Cabeza' (1965).
'Cabeza' (1965).
José Luis Fajardo

La obra más antigua del conjunto expuesto es Cabeza, fechada en 1965, la época de su llegada a Madrid, que desde entonces se convertiría en su lugar de residencia, cuando la ciudad estaba aún lejos de ser una capital artística. "Había tres o cuatro galerías en aquellos años. En relación a París, o Nueva York, esto era un páramo. Incluso en comparación con Barcelona, donde el mercado del arte era mayor". Lo bueno de esa paupérrima situación es que nadie reparaba  demasiado en lo que hacía ese grupo de jóvenes artistas, ni siquiera el régimen franquista. "La pintura era lo único que no pasaba censura, a diferencia del cine o el teatro. El arte les interesaba como espectáculo hacia afuera, para llevarse los laureles. Íbamos a las Bienales de Venecia o Sâo Paulo para presumir. Tenía mucha gracia Manolo Millares, cuando decía que podía pintar una mierda y nos llevarían igual (ríe)".

Dibujos pintados por José Luis Fajardo durante la pandemia.
Dibujos pintados por José Luis Fajardo durante la pandemia.
Adolfo Ortega

"El arte de Fajardo tiene algo en su origen de fuerza primaria, casi de pura geología, de arrebato incontrolado". Son las palabras que José Hierro dedicaba a su pintura en 1974. "Tuve mucha vinculación personal con José Hierro - comenta Fajardo- que era muy buena gente a pesar de su cara de mal genio. Además era un gran dibujante”

Otro gran amigo fue José Manuel Caballero Bonald, con el que Fajardo colaboró en un par de libros: Los personajes de Fajardo  y Anatomía poética. Cuando el poeta gaditano falleció en agosto de 2021, varios escritores y amigos como Felipe Benítez Reyes, Juan Cruz o Luis García Montero, partieron en barco para esparcir sus cenizas en la desembocadura del Guadalquivir, en un acto de comunión final. "Me pareció tan hermosa la iniciativa de la familia que no tuve más remedio que participar".

Detalle de un retrato de José Luis Fajardo expuesto en la Fundación Carlos de Amberes.
Detalle de un retrato de José Luis Fajardo expuesto en la Fundación Carlos de Amberes.
Adolfo Ortega

La palabra está imbricada en la pintura de Fajardo, del mismo modo que los poetas han formado parte de su vida. De hecho, la escritura está presente en sus cuadros como elemento característico, ocupando en  los retratos el espacio vacío que dejaron unos labios nunca perfilados por el pincel del pintor. Las miradas adquieren más potencia sobre esa muda ausencia. "En mis dibujos siempre aparecían textos confusos. Posiblemente se trate de una necesidad infantil y absurda de poner una palabra, un grafismo extraño que muchas veces no lo entiendo ni yo- reconoce el pintor-. Aparece reiteradamente la palabra silencio, supongo que porque me molesta el ruido". Afortunadamente, el silencio reina en la terraza situada al lado de la capilla y esto favorece la conversación.

Le pregunto por la situación del arte en la actualidad y el pintor no se escabulle. Primero le toca a los museos y sus visitantes: "Considero que los museos en los últimos 15 o 20 años son un negocio de 'gadgets'. Hay más metros cuadrados para vender abanicos que para ver los cuadros. Se está viviendo un marketing que no me interesa, aunque tampoco lo rechazo porque hay que mantenerse. De todos modos, la gente se tira más tiempo leyendo los títulos de los cuadros que contemplando las obras en sí. Lo tengo cronometrado".

El pintor José Luis Fajardo ante dos de sus obras.
El pintor José Luis Fajardo ante dos de sus obras.
Adolfo Ortega

Ahí no queda la cosa, porque Fajardo hace un análisis radical del negocio que se mueve alrededor del arte. "Vivimos una saturación del mercado internacional, que está en manos de las casas de subastas. El arte en general, en vez de pasar por los Médici pasa por los traficantes de droga, que son los Médici actuales. O por la iglesia, me da igual. Se trata de lavar dinero. Una pequeña mafia. Si el mercado se satura, hay que intentar vender algo que no se puede vender. Yo cojo un clavo y proyecto la sombra con un foco. ¿Cómo voy a vender la sombra si es un intangible? El mercado internacional es un tinglado. Si yo soy muy rico y tengo unos negocios raros o complejos, creo una sociedad con mi capital y genero unos gastos terribles, pero justificados. Estoy lavando dinero. Punto. ¿Me interesa vender? No. Además confundo a los jóvenes porque ellos se deslumbran ante el primer personaje que aletea, y dicen ‘esto es lo que se lleva’. El joven tiene prisa de llegar al éxito. Lo de los Médici está estupendo y quedará en los museos y en la historia. Lo de los narcos quedará también, incluida la sombra del clavo".

Dos obras de José Luis Fajardo en la Fundación Carlos de Amberes.
Dos obras de José Luis Fajardo en la Fundación Carlos de Amberes.
Adolfo Ortega

Tras estas valientes observaciones, me pregunto y le pregunto si esta exposición y la calurosa respuesta de los visitantes, suponen un estímulo para seguir adelante. "Estimula ver juntos estos cuadros, y sirve para hacer una autocrítica técnica y personal, pero el resto ya no. Soy una persona muy alegre, pero tengo 82 años y sigo vivo después de tres cánceres (ríe). Tengo todas mis vanidades ya cubiertas. Todo está muy bien, pero no sirve para nada -comenta riéndose-, sin tomárselo en sentido dramático. La angustia por el éxito o el fracaso es una estupidez".

José Luis Fajardo en una visita guiada a su exposición.
José Luis Fajardo en una visita guiada a su exposición.
Adolfo Ortega

Finalizamos la conversación y en el vestíbulo espera un grupo de aficionados con los que realiza una visita guiada que parte desde ese primer cuadro, Cabeza. Ahí les cuenta uno de los consejos que siempre ha seguido: "Mi abuelo me decía que aunque no tuviera nada que hacer, me quedara en el taller y barriera. El secreto era trabajar todo el día. También me decía que pasara desapercibido". Ese espíritu de entrega y humildad parece impulsarle a mantener estos contactos directos con un público que, al menos en este caso, presta más atención a su obra que a las cartelas de los cuadros. Afortunadamente venció el miedo a enfrentarse amistosamente a Rubens y podemos ver sus creaciones en esta fundación, considerada la institución privada sin ánimo de lucro más antigua de Europa.

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