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Programas Profesionales para personas con discapacidad: "Me gustaría trabajar en una oficina de auxiliar de administración"

Javier junto a su profesora Belén
Javier junto a su profesora Belén.
CEDIDA
Javier junto a su profesora Belén

Los colegios de educación especial velan porque sus alumnos, al finalizar su etapa escolar, puedan integrarse de la mejor forma posible tanto social como laboralmente. Después de cursar Educación Infantil, desde los 3 a los 5 años y Enseñanza Básica Obligatoria (EBO), desde los 6 hasta los 16 o 18, dependiendo del caso, comienza una tercera etapa orientada a lograr su máximo grado de autonomía. Es lo que se denomina Programas de Transición a la Vida Adulta, que después tienen continuidad con los Programas Profesionales de modalidad especial, impartidos ambos hasta un máximo de 21 años.

Los alumnos de colegios de educación especial no obtienen un título como graduados en Educación Secundaria o Bachillerato como el resto de chicos. Tampoco acceden a la conocida como Formación Profesional. Pese a ello, cursando la etapa de Transición a la Vida Adulta y, en casos de mayor rendimiento académico, Programas Profesionales, pueden ocupar puestos de trabajo acordes a su discapacidad en centros especiales de empleo y en centros ocupacionales, con o sin apoyo. 

Los Programas Profesionales, de una duración de dos cursos académicos, amplían la formación general del alumno para favorecer su desarrollo personal, pero también incorporan competencias, habilidades y aprendizajes de formación profesional específica que les ayudan a formarse en un sector determinado. Además, incluyen la realización de prácticas en centros de trabajo, con el objetivo de lograr su verdadera inclusión en el mundo laboral.

Javier, un prometedor auxiliar administrativo

El colegio de educación especial María Corredentora, en Madrid, da la posibilidad a sus alumnos de realizar dos tipos de Programa Profesional. Por un lado, uno de "Actividades Auxiliares de Comercio", dedicado a labores diversas como auxiliar de dependiente, reponedor, repartidor, preparador de pedidos o ayudante de montaje de escaparates y, por otro, uno de "Operaciones auxiliares de servicios administrativos y generales", dirigido a trabajos administrativos.

Javier Ortiz Rivero es alumno del Programa Profesional de auxiliar administrativo. Este joven de 19 años, con síndrome de Down, finaliza este curso sus estudios y formación académica. "Me da mucha pena dejar el colegio porque llevo aquí desde los cinco años", señala el alumno, quien acudió en su etapa de Infantil al centro ordinario Teresa de Calcuta. "Me encanta ir al colegio para estudiar, ver a mis compañeros y ver a nuestras grandes profesoras. Aquí estoy feliz y a gusto", nos cuenta.

Javier Ortiz, alumno del colegio María Corredentora
Javier Ortiz, alumno del colegio María Corredentora
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Sin embargo, Javier está también ilusionado con su nueva etapa. "Me gustaría trabajar en una oficina de auxiliar de administración", afirma. Para ello, el joven estudia asignaturas generales, ligadas a continuar con su formación, y también específicas del programa que cursa, orientadas al aprendizaje de técnicas administrativas básicas. "Estamos aprendiendo a archivar, fotocopiar, encuadernar, plastificar, coger y recibir llamadas, digitalizar…", cuenta. También dan una materia de prevención de riesgos laborales, donde aprenden "cómo sentarnos bien" y el funcionamiento de "la iluminación, los enchufes y las máquinas".

Javier asegura que le "gustan mucho" todas sus asignaturas, aunque tiene preferencia por aquellas más prácticas orientadas al archivado de documentos. Los alumnos del Programa Profesional dan clases tanto prácticas como teóricas, y también realizan exámenes: "Hoy tenemos un examen de entorno productivo. A veces no los apruebo todos, pero estoy aprendiendo a hacerlos bien", afirma el joven.

Javier y su profesora Belén, en una de las clases en el colegio María Corredentora
Javier y su profesora Belén, en una de las clases en el colegio María Corredentora
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Este joven comparte clase con otros 10 alumnos de edades similares, con los que, nos cuenta, "se lleva muy bien". También tiene una magnífica relación con sus profesoras Belén y Piedad. "Son muy encantadoras", dice. Hablamos con la primera de ellas, quien nos señala que "Javier tiene mucha iniciativa, participa un montón, trabaja muchísimo en las clases, es un chico muy responsable y lo lleva fenomenal". 

Además, según la maestra, es un chico muy sociable, que se relaciona muy bien con sus compañeros. "Me encanta ir al cine, a un concierto y a actividades de ocio", cuenta Javier. Actividades que realiza con amigos de la Fundación PRODIS. "Comparten el ocio, los sábados van a la bolera, al cine, a comer... Va con sus amigos, muchos compañeros del cole, y otros chicos con discapacidad de otros centros también", explica Belén.

Javier practica natación y baloncesto, aunque su gran pasión es el fútbol. "Me encanta, voy los martes por la tarde", cuenta. Su afición por este deporte, que desarrolla junto a la Fundación Atlético de Madrid, es tan grande que, admite, le gustaría ser también futbolista.

Prepararse para el mundo laboral

Tras finalizar EBO, Javier inició Transición a la Vida Adulta, una etapa que, en su caso, cursó durante dos años. "Hacía talleres de cerámica artesanal, de ilustración, de cómo mantener el hogar limpio. También había un taller de kiosko y otro de vida independiente", explica el joven.

Después, Javier, junto a sus padres, asesorados por el centro, decidió cursar el Programa Profesional de auxiliar administrativo. "Por su perfil, de mayor nivel, con mayores capacidades, era el más adecuado. En el de Comercio se fomentan más las habilidades sociales, pero no tanto las académicas", explica su profesora.

"El objetivo del programa es su inserción laboral. Se mantienen asignaturas troncales básicas como historia, matemáticas, el reloj, los tiempos o el manejo del euro, que es lo que más les cuesta a ellos. Y luego se dan materias de la parte específica de la especialidad. En nuestro caso, archivo, tareas de reprografía, técnicas administrativas básicas y entorno productivo. Trabamos también la búsqueda de empleo: preparar su currículum, las entrevistas de trabajo, las ofertas…", explica Belén.

El colegio María Corredentora proporciona una atención muy personalizada a sus alumnos, la mayoría de ellos con síndrome de Down: "En función de la capacidad de cada alumno existe un temario u otro. Elaboramos los materiales y los libros nosotros, utilizamos muchos apoyos visuales, imágenes, actividades, hacemos muchos roll play para que ellos interioricen la figura del empresario, el cliente, el proveedor…".

En el segundo curso del Programa Profesional, además, los alumnos realizan 160 horas de prácticas en el centro especial de empleo de la Fundación PRODIS, aunque también las pueden llevar a cabo en bufetes de abogados o, en el caso de los alumnos de Comercio, en un supermercado: "La idea es que cuando acaben tengan el mayor grado de autonomía posible". 

"Trabajamos también mucho la movilidad en el transporte público para que ellos sean autónomos", afirma Belén. Javier acude cada día al colegio con la ruta de transporte pero, cuando comience sus prácticas, deberá ir solo al centro especial de empleo. "Las familias están ya ensayando los fines de semana para que vayan solos a las prácticas", asegura.

¿Y cuándo finalicen el Programa Profesional? "Muchos de ellos, como todavía son jóvenes, siguen su formación. Muchos van al centro de la Fundación PRODIS, donde imparten cursos de formación académica, que también tienen prácticas, antes de incluirse en las empresas a trabajar. En unos meses, Javier, al que le gusta que le "traten como a un adulto", comenzará una nueva etapa, algo en lo que piensa a menudo y que está convencido de que, "con esfuerzo, lo puedo conseguir".

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