Las 16 horas que mantuvieron en vilo al mundo por un misil y elevaron las tensiones en la cumbre del G-20

Scholz, Biden, Macron, Sánchez, Sunak, Trudeau y Albanese, reunidos de urgencia en Bali.
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@Bundeskanzler
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No, el mundo no ha estado cerca de que se iniciase la Tercera Guerra Mundial. Pero la tensión se elevó durante unas 16 horas en las que las alarmas estuvieron encendidas después de que un misil cayera sobre territorio polaco y matase a dos personas. En ese momento la invasión rusa de Ucrania amplió sus horizontes y puso a la OTAN sobre aviso, con Kiev moviéndose rápido, casi sin margen para confirmar nada, muchos líderes en la cumbre del G20 y las redes sociales llenándose de información en tiempo récord. Precisamente en Indonesia, en plena cumbre, las tensiones afloraron en busca de una posición común que, además, incluyera a China.

Pero, ¿cómo han sido las horas que han sacudido al planeta? Esta es la reconstrucción una vez que las cosas van poco a poco aclarándose, con la OTAN, Polonia y EE UU anticipando que podría tratarse de un proyectil de la defensa antiaérea de Ucrania y con Rusia señalada como responsable pero lejos del foco más drástico.

Un misil en territorio de la OTAN... con dos fallecidos

Cuando eran alrededor de las ocho de la tarde, hora española, empezaron a verse las primeras fotografías de un impacto. Un misil, sobre Polonia, que había dejado dos fallecidos en una zona presidida por una granja. En el suelo un agujero impresionante. Fuera de esa mirada, todo tipo de teorías y la primera muy fácil dado el momento actual: se trataba de un proyectil ruso aterrizando de manera dramática sobre el territorio de la OTAN. Visto así, solo con eso, la guerra en Ucrania había cruzado la frontera metiendo al mundo en un problema.

Lugar donde impacto el misil de defensa antiaérea. (EP)

Casi automáticamente, el Gobierno polaco presidido por Mateusz Morawiecki convocó su Consejo de Seguridad de forma extraordinaria para tratar el asunto. Los asistentes al cónclave fueron llegando y una de las caras más serias era la del ministro de Defensa, Mariusz Blaszczak, quien bajó de su coche oficial a toda velocidad para adentrarse en la reunión. Por lo demás, silencio y calma mientras comenzaban las investigaciones y la noche ya caía sobre la ciudad de Przewodów, centro del accidente, a unos pocos kilómetros de la frontera con Ucrania.

La reacción más rápida fue la de Zelenski

Mientras los altos mandos mundiales trataban de encajar las piezas de un puzle en esos momentos imposible, la voz de Volodimir Zelenski empezó a sonar al otro lado de las pantallas. Ataviado con su ya famosa camiseta verde militar, el presidente ucraniano fue el primero en reaccionar a la caída del misil. "El terror no se limita a nuestras fronteras nacionales. Misiles rusos golpean Polonia. Disparan misiles en territorio de la OTAN. ¡Este es un ataque con misiles rusos contra la seguridad colectiva! Esta es una escalada muy significativa. Debemos actuar", expresó con la rotundidad que acostumbra desde hace casi nueve meses.

A esa tesis se sumó su ministro de Exteriores, Dmitro Kuleba, que señaló directamente a Moscú cuando solo habían pasado unas horas del incidente. Nada estaba claro. Y Kiev, mientras, pedía una cumbre extraordinaria de la OTAN. Mientras, en Bruselas, una calma tensa que no era tranquilidad sino paciencia para no pisar terreno pantanoso. Sobre la mesa aunque todavía como una quimera la activación del artículo 5 del Tratado Atlántico, que habla -con amplitud y matices- de una respuesta conjunta ante un ataque armado exterior.

Ni el Pentágono ni la OTAN arriesgan en las primeras horas

El orden de los acontecimientos, al fin y al cabo, era el esperado. De Kiev las miradas pasaron a Washington, con el Pentágono empezando a poner palabras a la cautela a la que se llamaba desde muchas mentes. "No podemos asegurar que se trate de un misil ruso", expresó el portavoz estadounidense, el general Pat Ryder. Detrás, la bandera de una gran potencia. Y delante la atención del mundo por lo que pudiera pasar. Y en realidad todavía no pasaba nada porque era demasiado pronto para sacar conclusiones.

A eso se unió, con carácter nórdico, la reacción de un Jens Stoltenberg que posicionaba a la OTAN en el panorama de tanta incertidumbre: tampoco podía confirmar la procedencia del proyectil y, sobre todo, apelaba a la cautela para indagar sobre el asunto. El dirigente noruego habló con Varsovia, y desde el otro lado del teléfono ni Morawiecki ni el presidente Andrej Duda le dieron motivos para cambiar de discurso. Mientras, el presidente del Consejo Europeo se mostró "en shock" y la jefa de la Comisión Europea habló de "una explosión" que lamentaba, sin más detalles. Mientras, el teléfono casi rojo entre Varsovia y Washington también estaba activo.

Eso sí, los argumentos variaron en función de la posición de cada país en el mapa. Los Bálticos sintieron la amenaza mucho más cerca que otros y salieron en tromba a mostrar el apoyo a Polonia, a Ucrania y a pedir responsabilidades. Dentro de la lógica, son países que quieren liderar el debate frente a Moscú, pero su firmeza explícita contrastó con la cautela mostrada por Alemania, Francia o Italia en las primeras horas. Emmanuel Macron, de hecho, fue breve: contactos entre líderes y llamada a Polonia. Aquí había mucho que ver, pero todavía no se veía nada claro.

Rusia se desmarca y culpa a Polonia

En paralelo, el otro actor directamente implicado en las valoraciones -algunas precipitadas- salió a defenderse: Rusia negó que tuviera algo que ver con los misiles y culpó a Polonia. "Quiere una escalada de tensión", aseguró el Kremlin, que además dijo tener pruebas de que el proyectil no era de los suyos. Fue entonces cuando, leyendo el Tratado de Washington, crecieron las voces que pedía mirar antes el artículo 4 que el 5, lo que alejaba a Occidente de la opción más drástica. Entrados ya casi en la madrugada, el susto iba a menos y las explicaciones empezaban a tomar forma. Al final de su reunión del Consejo de Seguridad tampoco Polonia pudo asegurar a ciencia cierta la procedencia del misil.

Noche larga y un G-20 a toda velocidad

Entre Polonia e Indonesia hay 11.129 kilómetros y en el país asiático el G-20 acabó tensionado y con los líderes yendo y viniendo a toda velocidad. Para muestra, dos fotos: la primera con Pedro Sánchez, Olaf Scholz y Emmanuel Macron escuchando al primer ministro británico, Rishi Sunak, con caras de preocupación y el presidente estadounidense con la mano sobre la barbilla, pensativo. La segunda, con los líderes -y solo dos mujeres, Giorgia Meloni y Ursula von der Leyen- sentados en una mesa para debatir soluciones. Las tensiones aparecieron porque había que incluir en la ecuación de las conclusiones a China, eterna equidistante en la guerra o directamente amiga de Rusia, en función de a quién preguntes.

Biden, el primero en poner calma

Amanecía en Polonia con un poco más de luz sobre el tema y avanzaba el día en Bali más o menos en la misma situación. Biden incidió en la calma y fue el primero en poner palabras a una idea que ya sobrevolaba muchas cabezas. "Hay indicios de que el cohete que golpeó una aldea en el este de Polonia era un misil antiaéreo de Ucrania", sostuvo el presidente de Estados Unidos para después hablar de forma distendida con otros homólogos, como Pedro Sánchez. Biden quitó la culpa directa, que no indirecta, a Rusia. "Hay información preliminar que lo desmiente. No quiero decir eso hasta que investiguemos completamente. Pero es poco probable, teniendo en cuenta la trayectoria, que haya sido disparado desde Rusia. Pero ya veremos. Ya veremos", terminó.

La OTAN rebaja la tensión

"El análisis preliminar sugiere que es probable que el incidente fuera provocado por un misil de las defensas antiaéreas ucranianas para defender el territorio de un ataque ruso". Es fue la frase que cerró el círculo, y la pronunció un Stoltenberg igual de recto que horas antes. Polonia también siguió esa línea, con toda la calma posible y sin recurrir al Tratado. Se cerraron las puertas que llevan a los caminos más pedregosos en un contexto de guerra. Ucrania no las tiene todas consigo y Zelenski niega que el misil lleve la firma de Kiev,. Y Occidente no le culpa; ahora mismo solo mira por un refuerzo de su flanco oriental. Nada más. O nada menos.

Es todavía difícil saber si lo ocurrido en las últimas horas va a cambiar el curso de la guerra. Ucrania quiere que Occidente refuerce su apoyo para que la historia no se vuelva a repetir y mientras la OTAN aspira, seguramente, a vigilar todavía más su flanco oriental. La Alianza, dice, no quiere "una escalada" y está "preparada para estas situaciones". La guerra a las puertas de la UE y de la OTAN está lejos de acabarse, y deja su huella más allá de las fronteras del país invadido.

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