El campo magnético de la Tierra es una burbuja compleja y dinámica que nos mantiene a salvo de las radiaciones cósmicas y de las partículas cargadas que transportan los vientos procedentes del Sol. A pesar de ser esencial para la vida terrestre, dicho campo no se puede ver ni escuchar como tal. No obstante, científicos de la Universidad Técnica de Dinamarca han conseguido convertir a sonido las señales magnéticas medidas por el satélite Swarm de la Agencia Espacial Europea (ESA).

Según explica la ESA, cuando las partículas derivadas del Sol chocan con los átomos y las moléculas (sobre todo el oxígeno y el nitrógeno) de la atmósfera superior, parte de la energía de las colisiones se transforma y da lugar a la luz verde-azulada típica de la aurora boreal, que a veces puede verse desde latitudes altas del norte. 

Para escuchar el campo magnético, los científicos han recurrido al trío de satélites Swarm de la ESA, lanzado en 2013, que se utiliza precisamente para comprender cómo se genera este campo. "El equipo utilizó datos de los satélites Swarm de la ESA, así como de otras fuentes, y empleó estas señales magnéticas para manipular y controlar una representación sónica del campo del núcleo. El proyecto ha sido, sin duda, un ejercicio gratificante de unión entre el arte y la ciencia", explica Klaus Nielsen, músico y colaborador del proyecto.

Así, han conseguido rescatar el siguiente sonido:

Este audio podría no resultar muy agradable y las sensaciones que genera podrían relacionarse con algo aterrador, pero en realidad representa el campo magnético generado por el núcleo de la Tierra y su interacción con una tormenta solar. 

Los ciudadanos y visitantes de Dinamarca podrán escuchar este asombroso estruendo en la plaza Solbjerg de Copenhague, donde se utilizarán unos altavoces con el fin de reproducir el sonido, desde el 24 al 30 de octubre sobre las 08:00, 13:00 y 19:00 horas.

"La intención, por supuesto, no es asustar a la gente: es una forma estrafalaria de recordarnos que el campo magnético existe y que, aunque su estruendo sea un poco desconcertante, la existencia de la vida en la Tierra depende de él", indica la ESA.