OPINIÓN

La dependencia catalana de la coalición

El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, dirigiéndose a Pedro Sánchez durante el Debate sobre el estado de la Nación
El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, dirigiéndose a Pedro Sánchez durante el Debate sobre el estado de la Nación
EUROPA PRESS
El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, dirigiéndose a Pedro Sánchez durante el Debate sobre el estado de la Nación

Este viernes, el presidente del Gobierno acometerá uno de los asuntos pendientes más importantes para Moncloa, una vez pasado el Debate sobre el estado de la Nación. Pedro Sánchez recibirá al presidente de la Generalitat. La reunión estaba pendiente desde que estalló el escándalo del espionaje a dirigentes independentistas. Sánchez ha optado por la inteligente táctica –muy propia de Rajoy– de dejar que pasara un tiempo antes de meterse en faena, para que los ánimos estuvieran más relajados. Así ha ocurrido, y la cita con Pere Aragonès se producirá en una situación de menos desenfreno y, por tanto, con más posibilidades de que el presidente del Gobierno alcance alguno de sus objetivos.

Cataluña es determinante para la coalición que gobierna España, porque es la única comunidad autónoma en la que los dos partidos aún mantienen alto su predicamento electoral. Desde que PSOE y Unidas Podemos firmaron su pacto para gobernar en enero de 2020, en España se han celebrado elecciones en seis comunidades autónomas: Galicia, País Vasco, Cataluña, Madrid, Castilla y León y Andalucía. En todas ellas han perdido votos y escaños, salvo en Cataluña. En Comú Podem –la confluencia catalana de Podemos– salvó sus escasos muebles, manteniendo los escaños que ya tenía, aunque con menos votos.

Pero los socialistas catalanes multiplicaron sus votos y sus escaños, hasta convertirse en la fuerza política ganadora de las elecciones –aunque eso no ha impedido que sigan gobernando los independentistas–. Y con un dato muy relevante: Cataluña es la única comunidad en la que los votos que pierde Ciudadanos, en lugar de ir a los populares como en Madrid, Castilla y León o Andalucía, van a los socialistas. Esa es la buena noticia para el PSOE. La mala es que hasta ahora se ha confirmado que la progresiva desaparición de Ciudadanos alimenta al PP en casi toda España.

Durante décadas, las grandes victorias socialistas en elecciones generales se han sustanciado gracias a dos graneros de votos: Andalucía y Cataluña. Ahora, los andaluces ya no son votantes asegurados para el PSOE, y nunca lo han sido para Podemos –o para el espacio político que ahora pretende liderar Yolanda Díaz–. De manera que los dos socios que gobiernan necesitan, como poco, solidificar su fortaleza electoral en Cataluña. Y, de paso, contentar lo suficiente a los independentistas de Esquerra Republicana, cuyos votos en el Congreso son indispensables para que la coalición se mantenga en el poder hasta el final de la legislatura, como pretende. Sánchez necesita encontrar la fórmula que le permita conseguir el apoyo de ERC, empezando por los presupuestos generales del Estado, que deberán negociarse a la vuelta de las vacaciones.

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