Los precios siguen sin dar tregua. El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado este lunes los datos del Índice de precios de consumo (IPC) de mayo, que sitúan la inflación en el 8,7% interanual. El dato es cuatro décimas superior al registrado en abril, mes en el que la inflación cedió 1,6 puntos tras el máximo alcanzado en marzo.
Además, el núcleo subyacente -que se calcula descontando los precios de la energía y los alimentos no elaborados, más volátiles- se ha elevado hasta el 4,9%. Esto supone cinco décimas más que lo registrado el mes previo y el registro más elevado en casi 27 años.
Entre las causas de este nuevo alza en el coste de la vida, el instituto estadístico menciona los precios de los carburantes y los alimentos y bebidas no alcohólicas. No obstante, habrá que esperar hasta que el INE publique a mediados de junio el dato definitivo para conocer cuánto ha subido específicamente cada apartado.
El dato de mayo es preocupante porque refleja que los precios han seguido avanzando dos meses después de que el Ejecutivo aprobara el decreto para tratar de paliar las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania. Uno de los objetivos principales del decreto era frenar la inflación. Por ello, entre otras medidas, se incluía en su articulado un descuento de 20 céntimos por litro a los combustibles, una de las partidas que más están empujando al alza el índice de precios.
Sin embargo, la evolución ascendente del precio de los carburantes ha absorbido ya buena parte de las ayudas. En mayo, la gasolina ha promediado 1,92 euros el litro, once céntimos más que en el mes de abril, según reflejan los datos diarios que proporciona el Ministerio de Transición Ecológica y que recopila el portal dieselgasolina.com. En el caso del diésel, el precio medio en mayo ha sido de 1,88 euros por litro, cuatro céntimos más que el mes precedente.
En el caso de la electricidad, el bien de consumo que más contribuye a la inflación -aportó 2,7 puntos de los 8,3 registrados en abril- los precios han disminuido este mes. Según datos del operador del mercado eléctrico (OMIE), la luz mayorista ha promediado en mayo 186,24 euros el megavatio hora (€/Mwh), el precio más reducido desde septiembre del año pasado y cinco euros por debajo de lo registrado en abril.
Conviene recordar que el INE calcula los precios del apartado eléctrico del IPC exclusivamente a partir de los usuarios del mercado regulado (que suponen en torno a un tercio del mercado). Esto genera una importante distorsión a la hora de medir la inflación, dado que deja fuera a todos los usuarios del mercado libre, donde los precios han subido de manera más moderada que en el mercado regulado.
El Ejecutivo está aún a la espera de que Bruselas dé el beneplácito definitivo al tope del gas, la medida estrella de la coalición para atajar la crisis de precios. Con ella se pretende que el precio medio de la luz mayorista sea de 130 €/Mwh este año, lo que obligaría una reducción de casi un 40% en los precios de aquí a diciembre.
Crisis persistente
Pero quizá el dato más preocupante de todos los que se han conocido este lunes sea el de la inflación subyacente (4,9%), que ya es responsable de más de la mitad de la subida del índice general. El núcleo subyacente de la inflación incluye los bienes y servicios con precios más estables, menos susceptibles de corregirse a la baja en el futuro. La inflación subyacente da una idea de hasta qué punto el aumento de precios que sufre la economía es persistente.
El núcleo subyacente de los precios es la medida en la que se fijan los bancos centrales a la hora de tomar decisiones de política monetaria. El Banco Central Europeo (BCE) es consciente de las fuertes subidas de precios que sufren las economías del euro. Su presidenta, Christine Lagarde, prevé ya subidas de tipos en julio y septiembre para abandonar el terreno negativo a finales del tercer trimestre.
Con las subidas de tipos, el BCE tratará de 'enfriar' la economía haciendo que resulte más caro tomar dinero prestado, lo que acaba por frenar la demanda y bajar los precios. Sin embargo, esta decisión podría tener un reverso peligroso y es que el crecimiento económico se frene, llevando la economía a una recesión. Algo que resultaría muy peligroso en un momento en el que la economía española todavía está lejos de haber recuperado su nivel anterior a la crisis.
La crisis de precios está provocando también una erosión importante en las rentas de los trabajadores y los márgenes empresariales. En lo que llevamos de año, el IPC acumula una subida promedio del 8,1%, mientras que los salarios negociados por convenio apenas han repuntado un 2,4%. A esto hay que añadirle que 2021 cerró con una actualización de los salarios del 1,5% frente a una subida de precios del 3,1%. Si nada cambia, España se encamina hacia la mayor pérdida de poder adquisitivo de sus asalariados en casi 40 años.
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios