El BCE allana el terreno para subir los tipos de interés 11 años después: ¿Qué son y cómo afectará esto a España?

La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde.
La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde.
THOMAS LOHNES / EFE
La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde.

El Banco Central Europeo (BCE) proclamó el jueves su decisión de no subir los tipos de interés por ahora, pese a la inflación históricamente alta registrada en la eurozona. Sin embargo, en su comparecencia posterior al anuncio, la presidenta del organismo, Christine Lagarde, se resistió a afirmar como había hecho hasta ahora que una subida de tipos en 2022 era "muy improbable".

"En vista de la incertidumbre actual, necesitamos más que nunca mantener la flexibilidad y la opcionalidad en la conducta de la política monetaria", expresó Lagarde, que, no obstante, añadió que "el Consejo de Gobierno del BCE está preparado para ajustar todos sus instrumentos para asegurar que la inflación se estabiliza en su objetivo del 2%".

Estos crípticos mensajes, que podrían sonar a chino a cualquiera no iniciado en política monetaria son, sin embargo, cruciales para el devenir de las economías europeas.

¿Qué son los tipos de interés?

A muy grandes rasgos, los tipos de interés podrían definirse como el precio del dinero. Cuando tomamos prestado para, por ejemplo, comprar una casa o financiar un coche nuevo, el banco nos cobra un porcentaje extra por el riesgo que asume al prestarnos el dinero. También ocurre cuando depositamos nuestros ahorros en una cuenta. En ese caso, (aunque no siempre) la entidad nos paga también un pequeño porcentaje para poder hacer uso de él.

"Al igual que un banco nos cobra intereses cuando nos concede un crédito, el BCE se los exige también a los bancos que acuden a él para tomar prestado de sus reservas"

Estos dos ejemplos cotidianos resultan familiares a casi cualquier consumidor, pero los tipos de interés a los que se refiere Lagarde y que tanto preocupan a inversores y gobiernos son diferentes. Al igual que un banco nos cobra intereses cuando nos concede un crédito, el Banco Central Europeo se los exige también a las entidades que acuden a él para tomar prestado de sus reservas. Y también paga intereses cuando los bancos realizan depósitos en él (aunque en los últimos años les ha estado cobrando).

Estos tipos que fija el BCE en sus célebres reuniones son los denominados tipos de interés oficiales y son su herramienta principal para influir sobre la economía. Cuando el organismo opta por subirlos o bajarlos, su decisión condiciona el valor de decenas de otros tipos de interés que operan diariamente en la economía.

¿Qué pasa si suben o si bajan?

El efecto de las decisiones del BCE sobre la economía real es muy complejo, pero se podría resumir con un esquema como el que sigue. Cuando los tipos de interés suben, los préstamos que conceden los bancos se encarecen: toca pagar más por recibir la misma cantidad. Esto tiende a provocar que los consumidores y las empresas tomen menos dinero prestado y que los Estados paguen más por financiarse.

Lo explica mejor Manuel Hidalgo, profesor de Economía en la Universidad Pablo Olavide e investigador en Esade. "Si suben los tipos de interés, la economía se enfría. La gente pide menos prestado, los proyectos de inversión (en una fábrica, un negocio…) son menos rentables que invertir en bonos…", explica. Como si fuera una cascada, la subida de tipos oficiales se filtra a todas las capas de la economía y acaba provocando que los precios bajen.

En cambio, cuando los tipos bajan ocurre todo lo contrario. La economía se calienta. Tomar prestado pasa a ser más barato, lo que incentiva a consumidores y empresas para que inviertan, hace que a los países les resulte más barato financiarse y estimula el crecimiento de la economía. De la misma forma, el aumento del gasto se va filtrando y presiona los precios, que suben.

¿Por qué se debate subir tipos ahora?

La misión principal de los bancos centrales es que los precios sean estables, lo que no quiere decir que no cambien, sino que su crecimiento "sea el esperado y el deseado", explica Hidalgo. En el caso del BCE, el objetivo es que, a medio plazo, la inflación esté lo más cerca posible del 2%.

El problema es que, tras la fuerte recuperación que está experimentando la economía tras hundirse en 2020, los precios se han disparado. La inflación interanual está en su máximo histórico en la zona euro y en niveles sin precedentes en casi 30 años en España. Los culpables son fundamentalmente los elevados precios de la energía y las interrupciones en las cadenas de suministros globales.

Por el momento, el consenso entre los analistas es que esta inflación es transitoria e irá cediendo a lo largo del año, lo que permitirá que los precios se acaben estabilizando por sí solos. El problema es que, en los últimos meses, la inflación ha empezado a afectar cada vez a más productos, lo que podría ser un indicativo de que el alza de precios es más profunda de lo que se esperaba.

La clave en este asunto son los conceptos de transitoriedad y persistencia. Si la inflación se esfuma pronto, los salarios podrían adaptarse a los precios más progresivamente y la situación se acabaría equilibrando sin dañar la estabilidad. Sin embargo, si la inflación persiste durante demasiado tiempo, los trabajadores presionarán más fuerte para que sus salarios suban y no perder poder adquisitivo. Cuando esto ocurre, los costes de las empresas -que son quienes pagan los salarios- también se elevan, lo que podría provocar que las empresas vuelvan a subir precios, generando una espiral difícil de parar.

Para evitar que esto ocurra el BCE monitoriza muy de cerca los datos de subidas salariales que, por el momento (al menos en España), son bastante menores que la inflación. Sin embargo, como los precios no bajan, la presión para que aumenten los salarios es cada vez mayor

Si empieza a haber indicios claros de que se está formando una espiral, el BCE podría anunciar una subida de tipos de interés para tratar de pararla, pero no es sencillo. Una subida mal calculada podría enfriar demasiado la economía en un momento en el que la recuperación europea todavía no está consolidada.

¿Cómo afectaría esto a España?

Los países financian su gasto público gracias a los impuestos, pero también recurren a los mercados para obtener financiación, especialmente en épocas de crisis donde los ingresos se reducen. Si los tipos de interés oficiales son bajos a los países les resulta más fácil endeudarse a bajo coste. En cambio, cuando suben, el coste de financiación aumenta. Especialmente para los países más endeudados, en los cuales los inversores ven más riesgo de impago.

En el caso de España, con una deuda sobre el PIB superior al 120% del PIB, una brusca subida de tipos podría dificultar su acceso a los mercados. Pese a ello, para Hidalgo, la subida que está sobre la mesa "sería pequeñísima, psicológica más que realmente efectiva".

Mostrar comentarios

Códigos Descuento