La cuesta de enero más empinada para los españoles en los últimos 30 años: los precios inician 2022 con un alza del 6%

Evolución de la inflación en los últimos treinta años.
Evolución de la inflación en los últimos treinta años.
Henar de Pedro
Evolución de la inflación en los últimos treinta años.
El Índice de Precios de Consumo (IPC) bajó un 0,5% en enero en relación al mes anterior y recortó su tasa interanual hasta el 6%, cinco décimas por debajo de la tasa de diciembre (6,5%), debido al abaratamiento de la luz.
Europa Press

La tradicional cuesta de enero ha sido este primer mes de 2022 la más dura de los últimos 30 años para los consumidores. El Índice de precios del Consumo (IPC), el indicador con el que se mide cómo han variado los precios de los bienes y servicios que más consumen los españoles, reflejaba que en enero los precios han sido un 6% superiores al mismo mes de 2021.

Nunca antes desde 1992 se había registrado un incremento tan grande en los precios del consumo entre dos meses de enero. Sin embargo, el dato que ha revelado el Instituto Nacional de Estadística (INE) este lunes ofrece también otra lectura. Tras diez meses consecutivos en los que el IPC interanual no ha dejado de aumentar, este mes la inflación se ha reducido cinco décimas en comparación con el dato de diciembre (6,5%).

Las razones de esta moderación de los precios tienen mucho que ver con cómo se ha comportado el mercado mayorista de la electricidad. Las subidas de precios actuales se deben a una conjunción de factores entre la que destaca, por encima del resto, el drástico aumento de los precios de la electricidad, un fenómeno común en toda Europa.

Este enero la luz mayorista se ha pagado en promedio a 201,72 euros el megavatio hora (€/Mwh), una cifra más de tres veces superior a la de enero de 2021, pero inferior a los 239,2 €/Mwh que costó el pasado diciembre, mes con el recibo más elevado de toda la historia. El hecho de que enero de 2021 registrara una factura de la luz sustancialmente más cara que la de los últimos meses de 2020 también contribuye a explicar el alivio en los precios.

Evolución de la inflación en los últimos treinta años.
Evolución de la inflación en los últimos treinta años.
Henar de Pedro

Pese a que el índice general de precios se ha mitigado en comparación con diciembre, la inflación subyacente -un indicador que excluye del cálculo los precios de los bienes energéticos y alimentos no elaborados, que son más volátiles- ha vuelto a subir. Este indicador se sitúa ya en el 2,4%, su valor más elevado desde diciembre de 2012, y acumula siete meses consecutivos al alza.

La inflación subyacente mide con mayor precisión el impacto estructural de la subida de precios sobre la economía, por lo que da una idea de hasta qué punto este brote de inflación corre el riesgo de no ser transitorio. Por el momento, la mayoría de analistas coinciden en que, aunque la inflación se mantendrá en niveles altos buena parte de este año, comenzará a remitir a partir de la primavera, por lo que se decantan por la hipótesis de la transitoriedad.

Que este brote inflacionario sea o no transitorio no es una cuestión baladí. Si el encarecimiento del consumo se vuelve crónico -los actores económicos empiezan a dar por descontado que habrá una inflación elevada año tras año- se corre el riesgo de que se desaten los temidos "efectos de segunda ronda", que podrían frenar el crecimiento de la economía en un momento en el que España todavía no se ha recuperado del todo de la crisis.

Además, si el Banco Central Europeo se ve obligado a subir los tipos de interés para sofocar la inflación las consecuencias podrían ser muy duras para países tan endeudados como España. Cuando los tipos de interés crecen, a los Estados les sale más caro financiarse en los mercados, especialmente a aquellos que ya parten de unos niveles de deuda tan elevados como el de España (122% del PIB en el tercer trimestre). 

Evolución de la inflación sin contar precios de la energía y alimentos no elaborados
Evolución de la inflación sin contar precios de la energía y alimentos no elaborados

El INE renueva el IPC

Otra de las grandes novedades que ha traído el IPC de enero es un destacado cambio en la metodología con la que el INE calcula este indicador. Para saber cómo han evolucionado los precios del consumo el instituto estadístico monitoriza los precios de cientos de bienes y servicios en todas las comunidades autónomas. Cada cinco años, el INE actualiza la metodología para adaptarse a las nuevas pautas de consumo.

La lista de todos esos productos que monitoriza el INE incluye ahora 199 bienes y servicios frente a los 221 que aparecían en la anterior metodología, establecida en 2016. Entre los productos que entran y salen de la lista destacan la desaparición de los CD y DVD y de reproductores de imagen o reproductores portátiles, mientras que, por otra parte, se incluyen por primera vez las mascarillas higiénicas o las suscripciones de prensa online.

Amén de otros cambios en las ponderaciones y en la forma de obtener los precios, llama la atención que el INE haya optado por no variar la forma en que mide los precios de la electricidad, tal y como venían demandando varios expertos. Con la metodología actual, el INE calcula el precio de luz solo a partir de las facturas de los consumidores del mercado regulado -en torno al 40% del total de los hogares-, pero deja fuera a quienes están en el mercado libre ante la falta de información de las comercializadoras.

Una de las críticas que se le hacen a la forma de medir la electricidad en el IPC es que los consumidores que contratan el suministro en el mercado regulado pagan en función de lo que marque el mercado mayorista, mientras que en el mercado libre lo habitual son las tarifas planas anuales que se revisan cada cierto tiempo. 

Al no incluir al mercado libre, en el que previsiblemente los precios habrán subido menos que en el regulado, el componente eléctrico del IPC podría estar sobrevalorado. Dada su importante influencia en el índice general en los últimos meses, esto podría estar llevando al IPC general a reflejar aumentos de precios algo superiores a los que se registrarían si se incluyera a todos los consumidores de luz.

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