'Codazos' por vacunarse contra la Covid: los españoles baten récords frente a la desconfianza en Francia, Bélgica o EEUU

  • La inmunización contra el virus está demostrando que España es un país con poca "resistencia" a estos pinchazos.
  • Mientras Bruselas alerta de que hay "cada vez más dosis sin usar", la batalla en España es por ver quién puede vacunarse antes.
  • La cobertura no será del 100% y la Asociación Española de Vacunología advierte de que más del 12% de trabajadores de residencias no han querido inmunizarse.
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Cola para la vacunación contra la Covid en la Comunidad de Madrid.
Cola para la vacunación contra la Covid en la Comunidad de Madrid.
EFE
Cola para la vacunación contra la Covid en la Comunidad de Madrid.

Hace unos días, una joven de Avilés llamada Ana Santos provocaba la 'indignación' entre los cuarentones al razonar por qué la gente más joven como ella debía vacunarse antes. "Después de los mayores, deberíamos haber sido nosotros. No van a salir los de 40, ¿no?", se preguntó en las páginas de un periódico. Al margen del agravio casi generacional, lo que subyace es algo que lleva ocurriendo en España desde poco después de que empezaran los primeros pinchazos en residencias de ancianos y hospitales, al personal sanitario de primera línea. Los españoles quieren vacunarse y quieren vacunarse cuanto antes. Si hace unos meses los dentistas reclamaron su turno junto a los médicos o los cajeros de supermercado junto a los trabajadores esenciales, ahora son los más jóvenes quienes piden su pinchazo, por delante de personas que tienen más años. Todos pintan la misma realidad: que frente a las reticencias a recibir la vacuna de la Covid en otros países, en España ocurre justo lo contrario y la disposición al pinchazo está más que generalizada.

No se trata solo de una declaración que corrió como la pólvora por redes sociales y grupos de whatsapp. Desde hace semanas, el proceso de vacunación ha batido sus propios récords de dosis diarias administradas, a razón de más de 600.000 y 700.000 cada 24 horas. Es un éxito que haya hasta cuatro vacunas contra la Covid, que la Comisión Europea y el Gobierno hayan hecho posible su compra y distribución por España y que las comunidades hayan desplegado su logística sanitaria para ello. Pero la inmunización contra el virus no podría avanzar tampoco si cada día más de 600.000 o de 700.000 personas no estuvieran dispuestas a poner el brazo para recibir su primera, su segunda o su única dosis de la vacuna. 

Mientras que en España ocurren estas cosas, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lanzó esta semana una advertencia contra las dosis que se quedan sin poner por Europa por la negativa de la población a vacunarse. "Si miramos las estadísticas, cada vez más dosis se quedan sin usar. Esto está vinculado a que hay un mayor reparto de vacunas, pero en parte también a las dudas sobre la vacunación", dijo ante el Pleno del Parlamento Europeo, en Estrasburgo. Llamó a "alcanzar a las partes más escépticas de la población", precisamente ahora, ante la "preocupante" presencia de la variante delta.

De momento y aunque los expertos señalan que es a partir de la adolescencia y primera juventud cuando empieza la población a olvidarse de las vacunas, el debate de las últimas semanas en España va por otros derroteros: cómo vacunar cuanto antes a los menores de 29 años, porque es entre quienes se produce ahora la transmisión del virus, pero sin dejar de vacunar a la población más mayor que aún no está inmunizada. Es decir, el problema no es que haya mucha población que no quiera vacunarse, sino cómo inmunizar a todos al mismo tiempo.

Menos resistencia histórica

"Tradicionalmente en España hemos tenido mucha menos resistencia o rechazo a las vacunas, desde siempre", explica Ángel Hernández-Merino, el experto en vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP). Considera que "en cualquier programa de vacunación es vital contar con que la población esté dispuesta a aceptada por la vacunación".

También subraya la "tradición" provacunas en España el vicepresidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV), Rafael Moraga Llop, también pediatra y que no duda en situar el origen del éxito en la tarea de estos especialistas y de las enfermeras pediátricas, desde que en los años 60 empezó la primera campaña de vacunación, contra la polio.

La cobertura de vacunación infantil llega al 95% y desciende a medida que pasan los años, a medida que el niño pasa a ser joven y empieza a acudir a un médico de adultos. Esto se ve, por ejemplo, en la vacunación de la gripe estacional, que no alcanzó el 40% en 2019 y en 2020 dio la cifra "superbuena" del 60%, en un momento en el que las autoridades sanitarias pidieron vacunarse para evitar que se mezclara con la Covid.

En opinión de Moraga y Hernández-Merino, la vacunación contra la Covid superará las coberturas de adultos y se acercará mucho más a las tasas de vacunación de la infancia. De momento, Sanidad no da datos de cuánta gente rechaza la vacuna y por qué, pero las estadísticas muestran que ya más de la mitad de la población -el 57,5%- tiene al menos una dosis y que el 43,3% cuenta ya con pauta completa, y el Gobierno mantiene su objetivo de haber vacunado al 70% antes de que termine agosto.

El ritmo así lo indica, en opinión de estos expertos, para quienes, no obstante, cualquier cobertura menor al 100% -quitando a las personas para las que la vacuna está contraindicada- es poca. Por ejemplo, Moraga alude a datos que conoce la AEV sobre la vacunación de los trabajadores en residencias de ancianos, que sería del 87,5%. "Solamente, porque deberían estar vacunados todos y el que no, no se le puede obligar, pero se le puede decir que no puede trabajar en un sitio donde perjudica a los demás", dice tajante. En el personal sanitario las tasas de vacunación dice que son mayores, que ha habido una "aceptación masiva". 

De las dudas a exigir cita

En efecto, en España la vacunación no es obligatoria y salvo una ley en Galicia que el Gobierno tuvo que recurrir ante el Constitucional, no ha habido más intentos de hacerlo para la vacuna de la Covid. Y eso que meses antes de que empezara la vacunación el CIS llegó a mostrar que casi el 50% de los españoles no tenían pensado vacunarse y cundió la preocupación entre el Ministerio de Sanidad. Entre los expertos también o no tanto. En la encuesta de junio, un 93% ya se había vacunado o, si no lo había hecho aún, estaba dispuesto a ello.

"No me alarmé, pensé que era producto de la incertidumbre del momento y de que no teníamos vacunas. Yo esperaba una buena respuesta de la gente, como está siendo, y me congratulo y me alegro mucho de que tengamos una situación mejor que en otros países", dice Hernández-Merino. "Al principio, cuando vi esas estadísticas, me preocupó mucho por dónde iban a ir los tiros, pero también tenía claro que cuando la gente viese que las vacunas eran efectivas para evitar casos graves, ingresos en UCI o muertos", iba a cambiar la opinión, tercia Moraga.

El Ministerio de Sanidad confió en que aquellas reticencias se solventarían en cuanto la vacunación empezara en Estados Unidos y en el Reino Unido, unas semanas antes. Por si acaso, lanzó una campaña de comunicación -#yomevacuno-, que precisamente ha tenido una nueva entrega esta semana, con un vídeo protagonizado por una chica joven asegurando que ella irá a que le pongan sus dosis.

En el Gobierno afirman que, en medio de la escalada de contagios entre los jóvenes, ha sido muy oportuno, pero lo cierto es que, dadas las circunstancias, este mensaje yerra el tiro en estos momentos. Más que ser convencidos, los jóvenes quieren que se les dé turno cuanto antes para ser vacunados y dejar de ser los vehículos por medio de los que se expande de nuevo el virus de forma descontrolada. Los responsables políticos se compromete a "acelerar" la vacunación pero les piden una última muestra de "responsabilidad" en pandemia aguardando su turno detrás de población más mayor.

Más rápido pero menos gente

En otros países, la vacunación también se organizó por grupos de edad, y Alemania, Reino Unido, Bélgica o Estados Unidos se convirtieron hace unos meses en la envidia de los españoles, que veían que allí era mucho más rápido por edades. Pero había un motivo 'oculto': buena parte de su población rechazaba la vacuna, de modo que se tardaba menos en ir agotando las franjas de edad.

En Estados Unidos, las autoridades regalan hamburguesas a cambio de vacunarse y un reciente estudio muestra que un 20% de los alemanes sigue siendo reticente a la vacuna. En marzo, en el Reino Unido había 30 millones de personas con una primera dosis pero también un 36% que era reticentes por sus "fuertes efectos secundarios", un 12% que temía a las agujas y un 22% que pensaba que afectan a la fertilidad.

En Bélgica, alrededor de un tercio de la población -38% de los francófonos y 20% de los flamencos- dice que no se quiere vacunar y el Gobierno está haciendo un nuevo intento dándoles una segunda oportunidad para pedir cita. Algo totalmente innecesario en España, donde cada vez que una comunidad abre una franja de edad para vacunarse el proceso -radiado por las redes sociales- suele convertirse desde en una fiesta hasta una agónica carrera por conseguir cita para el pinchazo.

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