Perfil | Laya: la ministra de Exteriores menos diplomática para gestionar la peor crisis con Marruecos

La ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya.
La ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya.
EFE
La ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya.

El nombramiento de Arancha González Laya como ministra de Asuntos Exteriores, Cooperación y Unión Europea el pasado mes de enero de 2020 fue inesperado. Su independencia respecto a PSOE y Podemos, miembros del primer gobierno de coalición de la historia democrática reciente de España, sorprendió a propios y a extraños. Más, después de suceder a Josep Borrell, que había ocupado diferentes puestos de responsabilidad en anteriores ejecutivos socialistas y que dejó el cargo para optar al cargo de Alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.

Pero no fue su falta de carné el único punto que llamó la atención. También lo hizo su perfil, claramente centrado en áreas como el comercio exterior. Nacida en 1969 en Tolosa, González Laya ocupaba hasta entonces la Subsecretaría General de la ONU y la Dirección Ejecutiva del Centro de Comercio Internacional (ITC), desde donde centró su mandato en fomentar el desarrollo sostenible y el empoderamiento económico de la mujer.

Hoy, después del desembarco de más de 8.000 marroquíes en tierras ceutíes, su perfil económico y no político parece habérsele vuelto en contra, porque puede haber provocado que la ministra no haya hecho una buena lectura de la crisis abierta con Marruecos. Desde el principio de las actuales tensiones, Laya pareció no calcular las consecuencias que finalmente ha tenido que España prestase asistencia médica a Brahim Ghali, el líder del Frente Polisario, grupo en conflicto permanente con Marruecos al reclamar el Sahara Occidental.

El pasado 23 de abril, la titular de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, confirmó la presencia de Ghali en un hospital de Logroño, donde se había registrado con una identidad falsa. A preguntas de los periodistas, descartó que la presencia del líder del Frente Polisario en territorio patrio fuese a afectar a las "excelentes relaciones" entre ambos países. Lo repitió hace diez días, el pasado 8 de mayo, cuando Marruecos publicó un escrito en el que acusó a España de omitir de manera premeditada la acogida de Ghali. Pese a que el Gobierno marroquí lo describió como una "decisión soberana" del Ejecutivo de Pedro Sánchez que era contraria a la relación de "buena vecindad" entre ambos países, Laya minimizó la amenaza y dijo no tener "nada que añadir" a lo que había asegurado hasta ahora.

El resultado salta a la vista: Ceuta está sumida en una crisis sin precedentes, después de que el Ejecutivo de Marruecos haya relajado su control fronterizo, permitiendo el cruce de miles de ciudadanos a la costa española. El problema es de tal magnitud que hasta el presidente Sánchez se ha desplazado a la ciudad española, de poco más de 80.000 habitantes.

En una entrevista en Hora 25 de la Cadena Ser, Laya insistió este lunes en que desde las autoridades de Marruecos les habían asegurado que la crisis migratoria no se debía a "un desencuentro" desencadenado la atención a Ghali, que ya está en planta tras ingresar en estado grave por coronavirus. Además, minimizó la posible reacción de Marruecos al asegurar que no concebía "que se ponga voluntariamente en riesgo la vida de menores en el mar como respuesta a una acción humanitaria".

Sin embargo, el país vecino ha deslizado que sí es una respuesta a la decisión española. Antes de entrar en una reunión con la propia Laya esta tarde, la embajadora marroquí en España, Karima Benyaich, ha llegado a asegurar que en las relaciones entre países hay actos que tienen consecuencias, "y se tienen que asumir". "Hay actitudes que no se pueden aceptar", ha insistido.

Choque con Turquía... y con Ayuso

La crisis migratoria es la primera de tal dimensión a la que se enfrenta Laya, pero no es la única polémica a la que ha tenido que gestionar la ministra en su mandato, que aún no ha llegado al año y medio. El 27 de julio del pasado año tuvo un choque con su homólogo turco, Mevlüt Çavusoglu, en una rueda de prensa debido al cambio de estatus de la Gran Mezquita de Santa Sofía, que dejó de ser considerada un museo.

"Para España es importante que se mantenga el espíritu de este monumento que es una casa común para cristianos ortodoxos, católicos y musulmanes, y representa la herencia de la humanidad", afirmó Laya, siendo corregida por Çavusoglu. "Si quiere decir que Santa Sofía, que ha sido convertida en una Gran Mezquita, va a mantenerse como un sitio donde personas de otras creencias podrían rezar, estoy en desacuerdo", declaró.

Más recientemente, la responsable de Asuntos Exteriores señaló a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Desde su asiento en el Congreso de los Diputados, deslizó que la mandataria autonómica de que el Reino Unido vetase a España como destino turístico seguro

"De repente llega una comunidad y dice que lo importante es irse de cañas", cuando sus datos de coronavirus son "de las peores", señaló. Ayuso le devolvió la mención velada en Twitter, donde compartió un mensaje en el que no citó a Laya pero en el que acusó a "los socialistas" de no "comprender qué pasó en las elecciones del 4 de mayo", en las que el PP sacó más escaños que las tres formaciones de izquierdas", y de "intentar estigmatizar a la sociedad madrileña".

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