Ana Freire: "Hablar de salud mental es el primer paso para proponer soluciones"

Ana Freire, una de las dos finalistas del Premio Avanzadoras 2021.
Ana Freire, una de las dos finalistas del Premio Avanzadoras 2021.
CEDIDA
Ana Freire, una de las dos finalistas del Premio Avanzadoras 2021.

Ana Freire trabaja desde hace años en concienciar a la sociedad sobre un problema tradicionalmente tabú y por tanto sobre el que ha sido difícil aportar soluciones. "La salud mental necesita mucha atención", afirma esta ingeniera informática, finalista del Premio Avanzadoras 2021. "Gracias a este galardón se dará visibilidad al tema", señala, un tema que la pandemia de la Covid parece haber empezado a colocar en la agenda política y social pero a paso lento.

¿Cómo puede ayudar la inteligencia artificial en los problemas de salud mental? Su mayor potencial es como herramienta de soporte al diagnóstico, pues permite analizar grandes cantidades de datos de modo muy eficiente. En los últimos años han surgido innovadores medios, como son las redes sociales, que han creado nuevas formas de interactuar que pueden desvelar también ciertos problemas mentales. La inteligencia artificial tiene el potencial de encontrar patrones de comportamiento en estas redes y extraer conocimiento que puede complementar un diagnóstico hecho por especialistas.

¿Cómo funciona el proyecto STOP (Suicide prevenTion in sOcial Platforms)? Recopila datos anónimos de redes sociales para extraer, mediante inteligencia artificial, perfiles demográficos, de actividad o de comportamiento asociados a diferentes problemas mentales como la depresión, las tendencias suicidas o los trastornos de la conducta alimentaria. A nivel algorítmico, el sistema busca cómo se expresan algunos aspectos que los psicólogos preguntan en sus consultas.

¿Qué comportamientos pueden detectar? Por ejemplo, podemos estimar si un usuario tiene insomnio si su actividad en redes no cesa durante unas horas al día; podemos medir también el apoyo social que esa persona recibe por las interacciones con otros usuarios. Además, el algoritmo detecta los intereses de los usuarios en función de sus publicaciones.

¿Cómo actúan a partir de ahí? Gracias a los patrones extraídos lanzamos en redes campañas dirigidas a usuarios que encajan con estos perfiles de riesgo. Mostramos el teléfono de la esperanza o el teléfono de prevención del suicidio, en colaboración con la Fundació Ajuda y Esperança. Por temas éticos y legales, esta intervención es muy complicada, pero gracias a STOP podemos hacer llegar un teléfono de ayuda a usuarios totalmente anónimos pero que encajan con un perfil que estimamos de riesgo.

¿Cómo se le ocurre este proyecto? Por casualidad encontré un post en Facebook en el que una usuaria anunciaba su suicidio inminente. Esta publicación se llenó de comentarios de sus contactos, pidiendo que no lo hiciese y que alguien avisase a la Policía, pero el último comentario era que la Policía había llegado tarde. Observando el perfil de esa persona se podía entender que tenía algún tipo de problema porque no aceptaba su cuerpo. Esto me llevó a pensar cómo no había un sistema automático que detectase este tipo de comportamientos antes de que se produjesen situaciones tan indeseables y que interviniese de algún modo.

¿A cuánta gente han ayudado? La información obtenida nos permitió lanzar las pasadas Navidades una campaña en Instagram y Facebook dirigida a los colectivos identificados en cada uno de los grupos estudiados: tendencias suicidas, depresión y trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Consistió en la publicación de anuncios que presentaban teléfonos de ayuda activos 24 horas a colectivos con características que encajaban con las encontradas por los algoritmos de inteligencia artificial en grupos de riesgo. Se ejecutó durante 24 días, alcanzando a 667.655 personas, con el mayor número de visualizaciones el 1 de enero: 90.993.

¿Hubo algún grupo más activo que el resto? El mayor número de visualizaciones se registró en los TCA. Se alcanzó a 545.415 personas. Sus picos de mayor audiencia fueron el 25 de diciembre y el 1 de enero, coincidiendo con las fechas en las que más comidas familiares se realizan. La primera tarde que se lanzó la campaña se recibieron ya varias llamadas de usuarios que habían conocido el teléfono a través de su red social. Si ayudamos a tan solo una persona, ha merecido la pena.

¿Cuáles son los casos más complicados? Encontrar patrones de comportamiento suicida. Ahí nuestro algoritmo tiene una precisión del 85%. Sin embargo, casos como anorexia o bulimia son más sencillos porque los intereses de estas personas están más definidos. Ahí nuestro sistema alcanza una precisión en torno al 90%.

ana freire

  • Nacida en Rábade (Lugo, 1983), es doctora en Informática, investigadora y docente en la Pompeu Fabra. En 2017 lanzó STOP en el que trabajan seis instituciones a nivel internacional. Cofundó Wisibilízalas, concurso dirigido a centros educativos para romper clichés de género sobre las STEM.

¿Han comprobado que la pandemia ha empeorado la situación? Es un hecho. Nosotros estamos ahora comparando datos de antes de la pandemia con datos actuales, pero la Organización Mundial de la Salud ya ha anunciado que la situación ocasionada por la Covid ha empeorado las cifras de salud mental, en parte por la preocupación ante el contagio e incluso los cambios en nuestros hábitos de vida, que han favorecido que pasemos más tiempo solos.

Tradicionalmente ha habido mucho estigma en torno a este tema, ¿a qué cree que se ha debido? Probablemente porque tener un problema de salud mental era un signo de debilidad, algo absurdo, pues precisamente una persona que se enfrenta a su situación y acude a profesionales para obtener ayuda está demostrando una gran valentía. Debilidad es no hacer frente a nuestros problemas. La salud mental también es salud y debemos ir a psicólogo con la misma naturalidad que al médico de cabecera, porque los problemas mentales también ocasionan muertes.

¿Cree que se está rompiendo esa barrera? Creo que sí y en parte gracias a los medios de comunicación, que han roto con esa tendencia de no hablar de problemas mentales. Si no se habla de un problema no se le va a buscar solución. Si se normaliza es muy probable que la sociedad cambie su actitud y vea como algo necesario acudir a personal especializado cuando algo está impidiendo que lleves una vida normal.

¿Qué pensó al ver el revuelo tras el "Vete al médico" que un diputado del PP le espetó a Íñigo Errejón cuando hablaba sobre salud mental en el Congreso? Creo que la incompetencia de quien pronunció esa frase se ha reciclado afortunadamente en un movimiento a favor de visibilizar e impulsar la salud mental. Ver #SaludMental como trending topic en Twitter me ha generado optimismo, porque hablar de ello es el primer paso para proponer soluciones.

Sánchez se ha comprometido a que la atención psicológica sea "universal" y esté incluida en la Sanidad pública. ¿Cómo valora esa medida? Llega tarde, pero si llega, será una medida indudablemente muy positiva para la sociedad. Los suicidios en España son 13 veces más frecuentes que los homicidios y 67 veces más que las muertes por violencia de género. ¿A qué esperamos para buscar soluciones?

¿Qué soluciones se requieren? Se necesita más personal de atención psicológica y que esta sea gratuita, sino seguiremos generando una brecha en algo tan necesario. Además esa atención debe tener especial inclinación hacia los más jóvenes, acompañándolos desde edades tempranas para ver si todo está bien, hacer seguimiento, y conseguir que su salud mental crezca reforzada, evitando que ciertos problemas se acentúen con los años. Según la OMS, el suicidio es la segunda causa de muerte entre los 15 y los 29 años.

¿Por qué se decantó por una carrera STEM? Gracias a mi familia siempre estuve muy en contacto con la tecnología y desde muy pequeña utilizaba ordenadores. Además, a principios de los 2000 ya se comentaba que la informática sería el futuro, que se aplicaría a muchos sectores y que ya estaba ofreciendo muchas salidas laborales. Y así fue. Estudié Ingeniería Informática, después el doctorado, y he podido trabajar en ámbitos muy diversos, como la sostenibilidad o la salud mental. Esa flexibilidad que te ofrece la tecnología no la puedes encontrar en muchas disciplinas.

La cuota femenina en la inteligencia artificial se sitúa en el 15%, ¿ha encontrado muchas barreras por ser mujer a lo largo de su trayectoria profesional? Barreras no, siempre he hecho lo que me he propuesto, y nunca me cerraron puertas por ser mujer. Sí es cierto que he estudiado y trabajado en ambientes muy masculinizados, llenos de anécdotas causadas por estereotipos de género, pero nada me ha impedido continuar mi carrera tal y como yo quise. Quizá también me ha ayudado mi carácter, pues es indudable que a veces, estando en minoría, tienes que alzar más la voz para que te escuchen.

Ha dicho que creó su web para divulgar su investigación sobre inteligencia artificial, ¿escasea la divulgación científica? Mucho y genera varios problemas. En primer lugar, cada vez la inteligencia artificial nos envuelve más, pero la sociedad no prospera en su conocimiento, lo que causa desconfianza, miedo y rechazo. En segundo lugar, hay una crisis de diversidad, muy acentuada porque los equipos de desarrollo no son diversos, en particular, en cuanto a género. Si más mujeres y niñas viesen las aplicaciones de la inteligencia artificial, seguro que explorarían más este campo. La divulgación científica, hecha para ser comprendida por la sociedad en general, puede repercutir muy positivamente en las próximas generaciones.

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