Los inmunizados con AstraZeneca: "Yo no dudo en absoluto de la vacuna, al contrario, me aferro a ella"

Dispositivo de vacunación del personal de centros docentes en València antes de suspenderse la vacuna de AstraZeneca
Dispositivo de vacunación del personal de centros docentes en Valencia antes de suspenderse la vacuna de AstraZeneca.
Jorge Gil Gimeno
Dispositivo de vacunación del personal de centros docentes en València antes de suspenderse la vacuna de AstraZeneca
Dispositivo de vacunación del personal de centros docentes en Valencia antes de suspenderse la vacuna de AstraZeneca.

Cuando Rafael acudió hace un par de semanas a recibir la vacuna de AstraZeneca contra la COVID-19, la incertidumbre sobre supuestas reacciones adversas graves ante el fármaco se propagaba de forma imparable. El torrente de información sobre trombosis sufridas por algunos de los inmunizados con ella y su posible vinculación con el compuesto había alcanzado ya todos los medios, las instituciones llamaban a la calma y algunos países se planteaban bloquear las dosis del suero. No obstante, este profesor de Diseño Gráfico de la Escuela de Arte de Zaragoza lo tuvo claro en todo momento: quería protegerse y el preparado anglosueco le parecía tan válido como cualquier otro

No puede estar más satisfecho. Ni siquiera la decisión del Ministerio de Sanidad de paralizar la campaña de inmunización con AstraZeneca el 15 de marzo, tras la estela de otros países europeos, le suscitó dudas. "No ha cambiado en absoluto mi opinión: si me ofrecen inyectármela mañana, me la pongo. He tomado toda esta situación con optimismo porque los beneficios son mucho mayores que los riesgos. Yo no dudo en absoluto de la vacuna, al contrario, me aferro a ella", afirma.

Se trata de una postura que comparte el Ministerio, que reanudará el próximo miércoles la inmunización con este compuesto, después de que la Agencia Europea del Medicamento (EMA) asegurara el pasado jueves que es "segura y eficaz" y negara evidencias de que esté relacionada con un riesgo de trombos. Además, Sanidad aprobó este lunes su utilización en personas de entre 55 y 65 años.

"Si me ofrecen inyectármela mañana, me la pongo. Yo no dudo en absoluto de la vacuna, al contrario, me aferro a ella"

"No creo que haya que centrarse en las presuntas reacciones adversas graves, que han afectado a muy poca gente y cuya vinculación con la vacuna ni siquiera está demostrada. A lo mejor el suero me baja el colesterol o igual me quita la alergia al polen... ¿Por qué no me va a hacer bien?", bromea, y explica que él apenas experimentó efectos secundarios tras la inoculación, más allá de un ligero malestar, como una leve "resaca".

Rafael es solo un ejemplo de los muchos docentes, bomberos, policías, guardias civiles o fisioterapeutas, entre otras profesiones, que han confiado en el preparado de AstraZeneca incluso cuando empezaron a proliferar las noticias sobre supuestas reacciones adversas. De hecho, los sindicatos destacan que en estos sectores predomina la voluntad de vacunarse y quienes rechazan esta posibilidad representan un porcentaje "muy pequeño"

Mónica: "Si llegamos a saberlo, quizá en masa habríamos dicho que no"

Quien también se vacunó con el preparado de AstraZeneca cuando los posibles efectos secundarios comenzaron a acaparar titulares fue Mónica, profesora de Tecnología en un centro de Torre Pacheco (Murcia). Acudió a su cita el jueves 11 de marzo junto a sus compañeros consciente de la existencia de estos casos, a los que prefirió no dar pábulo, y ahora alberga sentimientos encontrados. "Vimos las noticias en el instituto y decidimos no seguir leyendo. Ya habíamos firmado nuestro consentimiento con antelación y entendíamos que había que ir, pero obviamente genera incertidumbre sentirte conejillo de indias", reflexiona.

"Comprendía que era un privilegio poder vacunarme, priorizaba pensar en el principio del fin. Sin embargo, cuando se paralizó todo, nos sentimos engañados, con rabia, casi como ineptos", admite, aunque dice no arrepentirse de su decisión. "Experimentas emociones contradictorias. Por una parte, piensas que, de haber tenido toda la información, quizá en masa habríamos dicho que no... Aunque no lo creo, porque entiendes que es un proceso que tienes que acometer", añade.

"Entendíamos que había que vacunarse, pero obviamente genera incertidumbre sentirte conejillo de indias"

No obstante, este sentido de la responsabilidad de Mónica no la exime de haber pasado miedo ante la amenaza de una posible reacción más grave de lo esperado. "Estoy divorciada y tengo dos niños pequeños, que estaban con su padre. Le escribí para pedirle que, si me pasaba algo, los cuidase mucho y les dijese cada día que su mami los quería mucho", detalla.

Susana: "Prefiero esperar"

A diferencia de Rafael y Mónica, Susana, profesora en un instituto madrileño, optó por no inmunizarse: tiene claro que quiere vacunarse contra la COVID-19, pero la "cautela" la disuade de hacerlo con el suero de AstraZeneca. Es la opción que le ofrecieron antes de que el Gobierno cancelase la administración de este fármaco y, frente a la creciente información sobre posibles reacciones adversas, se decantó por posponer la cita. En estos momentos, después del nuevo vía libre al compuesto, piensa esperar un poco más y aduce la misma razón que enarboló el Ministerio al suspender la inoculación: la "prudencia".

Después de aguardar con impaciencia su turno para la inmunización e incluso insistir para que se produjera cuanto antes, el viernes 12 de marzo por fin recibió la notificación para administrarle el preparado de AstraZeneca el domingo siguiente. Para entonces, las informaciones aparecidas en los medios ya habían aumentado su desconfianza y su incertidumbre, por lo que consultó sus alternativas con Sanidad. 

"Tampoco quería rechazar la vacuna de plano, no me parecía una postura razonable hacerlo de esa manera tan drástica. Me ofrecieron la posibilidad de cambiar la cita para más adelante, hasta que yo tuviera las cosas claras o hasta que las cosas se aclararan, y eso fue lo que hice: solicitar que me la pospusieran", cuenta esta docente. 

"No se trata de adoptar un remedio que sea peor que la enfermedad, nunca mejor dicho"

El mayor temor de Susana es que lo que está llegando a la opinión pública sea "mucho menos" de lo que en realidad está ocurriendo y que los trombos, cuya relación causal con la vacuna todavía no ha sido probada, estén vinculados con el suero. "No se trata de adoptar un remedio que sea peor que la enfermedad, nunca mejor dicho", señala, mientras tiene un recuerdo para Pilar, la profesora fallecida en Marbella tras recibir la inyección de AstraZeneca y cuya muerte todavía no se ha ligado al fármaco.

No obstante, esta profesora no renuncia a inmunizarse. "Cuando tenga ocasión y estén las cosas claras, por supuesto que me voy a vacunar, claro. Pero, para eso, he de tener un grado de seguridad, de que los efectos que puedan derivarse de la vacuna son normales, no graves para mi salud", afirma, antes de apuntar que sus compañeros a los que inocularon el preparado anglosueco muestran una "preocupación lógica ante posibles efectos", aunque hasta ahora han sido mayoritariamente leves.

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