"Desde el confinamiento he dado clases en todas estas modalidades": las mil y una formas de enseñar en pandemia

Juan Torres, profesor de Inglés en Secundaria.
Juan Torres, profesor de Inglés en Secundaria.
Jorge París
Juan Torres, profesor de Inglés en Secundaria.

"Si siempre es difícil, lo de 2020-2021 está superando todos los registros. Desde el confinamiento he dado clases en todas estas modalidades". Así comenzaba hace unas semanas Juan Torres un hilo en su cuenta de Twitter en el que fue desgranando todas las formas en las que la pandemia por el coronavirus le ha obligado a impartir su asignatura. No apuntó ni una, ni dos, ni tres sino hasta cinco maneras distintas, a las que durante una entrevista con 20minutos se acordó de agregar al menos dos más. Y todo ello manteniendo la cordura. 

La situación comenzó a trastocarse, como bien es sabido, hace un año, cuando los colegios cerraron sus puertas. Los profesores estuvieron en torno a tres meses trabajando desde casa con unos alumnos que también se encontraban en sus domicilios. "Aquella fue la época más dura", afirma este profesor de Inglés de Secundaria y Bachillerato sobre unos momentos primero inesperados y después marcados por la incertidumbre constante.

"Yo tenía entonces cinco o seis grupos, al día unas cuatro o cinco horas de clase. Si a los niños ya les cuesta mantener la atención después de tantas horas seguidas en el aula, por internet era mucho más difícil. Además, no se podía salir de casa, muchos tenían a los abuelos enfermos, cada día el reporte era de mil muertos... Lograr que aprendieran era complicado por lo que intentamos ser un poco flexibles. El objetivo era sacarles un poco de aquella horrible rutina", recuerda.

"los chicos están siendo responsables"

  • "Enseño un idioma. Necesito tener a los chicos delante para ver si me entienden. Lo que pierdes cuando están en casa es increíble. No es lo normal, pero algunos, además, saludan y se despiden y sabes que entremedias no han estado. En general están siendo responsables, pero les cuesta. Cuando di clase desde casa entendí que en la distancia te pierdes y, a veces, se sienten desamparados. Pero vamos tirando para adelante".

La educación a distancia se alargó lo que quedaba de curso y solo quienes estaban a las puertas de la EvAU regresaron al centro para examinarse. "A los pequeños los examinamos online con todas las trampas que puedes imaginar que hace un chico de 13, 14 o 15 años. En un par de días ya había entradas en YouTube, WhatsApp o TikTok sobre cómo conseguir las soluciones de los test", cuenta este docente del colegio Santa María de la Hispanidad de Madrid.

Con esos mimbres llegó el verano; después, septiembre, y con él un nuevo año académico pero muy diferente de todos lo que Juan había vivido en sus dos décadas de carrera. En estos meses se ha apostado por que prime la presencialidad, pero la reducción de las ratios, las restricciones y los intermitentes casos de Covid no siempre lo están haciendo posible. Ahí es donde verdaderamente se está produciendo una concatenación de formas de dar clase que ha contribuido a elevar el nivel de estrés del profesorado.

Primera fórmula y la más sencilla: tener a todos los chicos en clase. Es lo que a este profesor le ocurre inicialmente con Bachillerato, donde el número de estudiantes no supera los 20. Segunda fórmula: la mitad de los chicos en el aula, con él, y la otra mitad desde casa. Es el caso de la ESO, donde los grupos son de unos 30 chavales y hubo que dividirlos en dos para poder cumplir las distancias de seguridad. "Enciendes el ordenador, activas el micrófono, te conectas con los chicos a través de Teams y empiezan los problemas: falla el wifi, el audio, no se escucha, ‘Juan, se me ha colgado’… Quince mil cosas hasta que puedes arrancar y compartir la pizarra digital. Este colegio tiene medios, pero imagino sitios con muchos menos recursos y no sé cómo lo harán", relata y explica que solo los profesores pueden usar la cámara y tienen la potestad de controlar los micros.

"Tengo que preparar dos exámenes para el mismo grupo y tengo que intentar que tengan la misma dificultad"

"Hoy he hecho un examen con 3.º de la ESO a la mitad. A los que estaban en casa les he puesto un texto para que lo trabajasen. Y mañana al revés. Tengo que hacer dos exámenes para el mismo grupo e intentar que sean de la misma dificultad porque si no se quejan", continúa antes de dar paso a la tercera modalidad: en el aula, él y todos los alumnos, menos uno, obligado a aislarse por haberse infectado o por estar en contacto con algún positivo. "Te pones el pinganillo solo para uno, pero tienes que hacerlo para no dejarlo atrás. También me ha pasado que todos hayan estado en cuarentena y yo en el colegio. Si hay un caso de coronavirus ese chico se va a casa, pero si son dos confinan la clase. Tú que estás sano sigues yendo a un aula vacía con todos conectados online", añade sobre la cuarta fórmula.

Finalmente la quinta y la sexta surgieron a raíz del cierre, por un contagio, de la guardería de su hija. Durante unos días esa situación le llevó a impartir las lecciones desde casa, por un lado a grupos que estaban íntegramente sentados en sus pupitres y, por otro, a grupos repartidos entre el centro y sus domicilios. "En clase había un compañero ayudándome para que estuvieran controlados, porque si están solos… Además, a veces necesitaba que me echara una mano porque al estar con mi hija, de un año, tenía que parar", señala, mientras recuerda con gracia momentos en los que hablaba a sus estudiantes al tiempo que cambiaba pañales o tenía que bajar la voz porque la pequeña estaba dormida.

Juan enumera todas estas vivencias con un toque de humor y buen talante, pero reconoce que "los profesores este año se están dejando la salud para que los cursos salgan adelante". "Y todo con las mismas ganas. Intentando ayudar a crear grandes generaciones desde una profesión no siempre respetada", concluía su hilo de Twitter.

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