Generar energía eléctrica aprovechando recursos naturales autóctonos, distribuidos e ilimitados. ¿Es posible?. Si no llega a ser por el desarrollo tecnológico, la inversión en investigación, la generación de un mercado competitivo y una buena política energética hubiera quedado bajo las lonas del pasado. 

Por suerte, y con mucho esfuerzo, eso no ha sido así. Veamos cómo han evolucionado las energías renovables desde la innovación tecnológica. Empecemos por la eólica. En el año 2000, para hacernos una idea, en Castilla y León se instalaban aerogeneradores con una potencia de 300kW. 

Actualmente, disponemos de aerogeneradores con un rango de potencia unitaria de entre 2 y 5 MW, torres de entre 100 y 140 metros de altura, palas que superan los 66 metros de longitud y rotores con diámetros de entre 90 y 132 metros, y, por ejemplo, con un aerogenerador en prueba de 13MW en el puerto de Rotterdam. Si analizamos la evolución de los precios de la fotovoltaica, en el año 2000 los paneles costaban a 5€/W y en la actualidad su precio está en 0,2€/W.

AYUNTAMIENTO DE MALPARTIDA DE CÁCERES

Esta evolución se centra en los cambios de los generadores eléctricos para operar de forma eficiente ante los cambios de velocidad del viento, en las mejoras aerodinámicas de las palas y en la reducción de cargas. De manera complementaria a la eólica, la energía solar fotovoltaica también ha hecho sus deberes. La generación de electricidad con energía solar fotovoltaica es, posiblemente, la mayor revolución tecnológica e industrial que está teniendo lugar, tanto por los hitos ya conseguidos, como por las perspectivas del futuro próximo.

Si la tecnología y el I+D no está teniendo un reflejo en el cambio de materiales actual, sí que lo ha tenido la evolución de la fabricación de células y paneles. Esta evolución se ha producido independientemente del tamaño de la planta de generación, siendo, en la actualidad, competitiva tanto en las plantas centralizadas como en las próximas al consumo.

Esto nos lleva a plantearnos ¿económicamente son rentables las energías renovables? Sí, lo eran y ahora lo son, más que nunca. Pero no solo en España, sino a nivel global. Para empezar, debemos hablar de la brutal caída en los costes de generación. 

EUROPA PRESS

Según datos de IRENA, a nivel mundial y desde 2010, el coste de la energía ha disminuido un 82% para la energía solar fotovoltaica, un 39% para la energía eólica terrestre y un 29% para la energía eólica marina. Todo esto hace que sean los pilares fundamentales hacia la descarbonización de la economía, generando un valor económico y social basado en la sostenibilidad y en la conservación del medio ambiente. Sin embargo, no siempre ha sido así. La historia de las renovables y la política energética ha estado marcada por piedras en el camino.

Hace 16 años, el Real Decreto 436/2004 fue un hito en la historia de las renovables en España y a nivel mundial. La inexistencia de adaptación regulatoria en la fijación de precios con relación a la reducción de costes provocó un efecto llamada que convirtió, sobre todo a la fotovoltaica, en una burbuja, pues, con un objetivo de 500 MW de potencia, se instalaron, hasta 2008, más de 3.400 MW fotovoltaicos, incremento tan importante qué acabó marcando al sector renovable como especulativo e irreal, fruto de la mala regulación.

La crisis de 2008 y una inexistente política energética identificaron que el problema no eran los que se aprovecharon de la regulación, sino las renovables como fuentes de energía. España malogró el liderazgo que tenía con las normas aprobadas entre 2010 y 2013, perdiendo la seguridad jurídica y siendo el único país del mundo en declarar una moratoria a las energías renovables, mediante el Real Decreto-ley 1/2012.

Años más tarde, vio la luz el RD 900/2015 (El impuesto al sol), prohibiendo las instalaciones comunitarias e introduciendo un cargo fijo y otro transitorio como peajes de acceso. Por suerte, el RDL 244/2019 permitió el desarrollo libre del autoconsumo individual, compartido y de proximidad. Ahora, en una mano tenemos la tecnología y en la otra una regulación favorable: ¿queda algo más por hacer para favorecer su implantación? Por supuesto, y mucho. El siguiente paso es la traslación de la generación y de la gestión de la energía desde un sistema centralizado a otro distribuido, dando al ciudadano un papel activo en el sistema energético del futuro.