El empeoramiento de la situación sanitaria en España en las últimas semanas ha obligado a endurecer los planes de cara al inicio del nuevo curso en las próximas semanas. Y, de la misma forma que ocurrirá en el resto de etapas educativas, en la universidad también será obligatorio el uso de la mascarilla tanto para los alumnos como para los docentes, así como mantener una distancia de al menos metro y medio entre las personas que compartan espacios de trabajo. En caso de que esta distancia no pueda respetarse, parte de los alumnos se verán obligados a seguir las clases de manera telemática.

Así se lo comunicaron este lunes a las comunidades autónomas los ministerios de Universidades y Sanidad tras actualizar el documento de recomendaciones para el curso universitario 2020/2021 –lanzado en junio–, tras varias semanas de incertidumbre sobre el inicio del año académico que han suscitado críticas contra el titular de Universidades, Manuel Castells.

El ministro no acudió al encuentro al estar convaleciente de una reciente operación, pero se prevé que el jueves comparezca ante los medios junto al presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), José Carlos Gómez, para presentar los detalles del plan de puesta en marcha del curso.

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No solo los alumnos y los profesores deberán hacer uso de la mascarilla: el documento de recomendaciones establece que será obligatoria para "todas las personas que accedan al centro y en todos los espacios del centro durante la permanencia en el mismo", a excepción de quienes lo tengan contraindicado por motivos de salud. De igual forma, se plantea a las universidades que, si no pueden garantizar una distancia de 1,5 metros entre los estudiantes en determinadas aulas, "deberán tomar las medidas pertinentes para que [la actividad] se pueda llevar a cabo de forma online". 

La modalidad será rotativa

Esta alternativa afecta especialmente a las clases magistrales, que suelen dirigirse a un número elevado de alumnos. "Si se dispone de los equipos de retransmisión adecuados, las universidades podrán optar por realizar la actividad presencial" con el número de estudiantes que permita mantener una separación de 1,5 metros "y retransmitirla de forma síncrona por videoconferencia para el resto", apunta el documento. "Los estudiantes que reciben la enseñanza presencialmente y aquellos que la reciben por videoconferencia" deberán rotar.

Otro de los principales añadidos agregados ayer al documento pasa por recomendar que se ventilen las aulas tras cada clase y se mantengan las ventanas abiertas todo el tiempo que sea posible, al igual que en el resto de niveles educativos. También se insta a las universidades a designar en cada una de sus facultades un responsable que se encargue de gestionar los asuntos relativos al coronavirus –si bien no se obligará a que tenga formación sanitaria–, así como a establecer espacios estancos en los que pueda aislarse a cualquier estudiante, docente o trabajador que comience a presentar síntomas de Covid-19.

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Lógicamente, quienes presenten estos síntomas deberán permanecer aislados en sus domicilios hasta disponer de los resultados de las pruebas y no podrán acudir a la universidad si se confirma su enfermedad. El centro, en colaboración con las autoridades sanitarias, deberá rastrear en estos casos los contactos estrechos que haya mantenido el infectado, y estas personas deberán aislarse igualmente durante 14 días aunque su PCR sea negativa. La actividad lectiva continuará, y la universidad debe garantizar que los aislados puedan seguirla de forma telemática.

¿Y si el número de contagios o afectados se descontrola? En tal caso, cualquier decisión que afecte a una facultad completa o incluso a toda una universidad "deberá ser tomada conjuntamente por los responsables de la universidad y las autoridades responsables de la política sanitaria y de la política universitaria", establece el documento.