El día de San José más triste que se recuerda en una València vacía, sin Fallas y todavía en shock por el Covid-19

  • La ciudad vive confinada el día grande de unas fiestas suspendidas hace 10 días por la pandemia del coronavirus.
  • ​El presidente de la Junta Central Fallera, Carlos Galiana, explica el impacto "material e inmaterial" de la fiesta.
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Cremà de la falla municipal el pasado lunes sin público.
Cremà de la falla municipal el pasado lunes sin público.
Ayto. València
Cremà de la falla municipal el pasado lunes sin público.

Las calles de València deberían estar hoy repletas de valencianos y turistas admirando por última vez los más de 700 monumentos de cartón-piedra que esta noche habrían sido pasto de las llamas. Sin embargo, están vacías, tristes, sin ninots y sin vida.

Parece que fue hace una eternidad, pero las Fallas de 2020 se suspendieron hace solo diez días por la expansión del coronavirus. Fue hace dos martes, el 10 de marzo, entrada la noche, tras una reunión en el Palau de la Generalitat en la que también se decidió no celebrar las fiestas de la Magdalena de Castelló.

Hasta entonces se habían disparado ya una decena de mascletaes, el espectáculo sonoro que atrae a decenas de miles de personas a la plaza del Ayuntamiento, y la extensión del coronavirus generaba cada vez más inquietud. Sobre todo teniendo en cuenta que la ciudad entraba en la semana de mayores aglomeraciones, del 12 al 19 de marzo. Los primeros ninots comenzaban a tomar las calles y plazas.

El anuncio del presidente Ximo Puig causó incredulidad, sorpresa y una inmensa tristeza. Visto con perspectiva, fue el primer impacto emocional de lo que estaba por venir y que solo un día después fue elevado a la categoría de pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

Esa alteración de la normalidad que días después traería el estado de alarma y el confinamiento de la población se visualizó por primera vez para cientos de miles de valencianos con la suspensión de las Fallas, una fiesta declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

Precisamente, para entender lo que significan las Fallas hay que abordar su doble perspectiva: material e inmaterial, explica el presidente de la Junta Central Fallera y concejal de Cultura Festiva de València, Carlos Galiana.

En cuanto al primero, aunque no hay un estudio concreto y definitivo sobre su volumen de negocio, las fiestas falleras suponen un verano adelantado para la ciudad, con un impacto agregado que superaría los 500 millones de euros, según algunas estimaciones oficiales. 

El sector más beneficiado es el de la hostelería, pero también otros subsectores del turismo como el hotelero, el ocio o las agencias de viajes reciben un importante volumen de ingresos en Fallas. Además, viven de ella floristas, indumentaristas, músicos y, cómo no, los artistas falleros, entre otros muchos gremios.

El plano inmaterial puede resultar más difícil de calibrar. “Transmitir a alguien de fuera de València el sentimiento fallero es complicado, pero es muy profundo”, afirma Galiana. “Son 100.000 personas que han trabajado todo un año para cinco días de fiesta”.

Las Fallas llevan aparejada una gran cantidad de actos multitudinarios programados, desde la mascletà diaria en la plaza del Ayuntamiento a la cremà o los castillos de fuegos artificiales, pasando por la Ofrenda a la Virgen de los Desamparados, que dura dos días y congrega a 100.000 falleros y falleras. Según Galiana, en la suspensión pesó no tanto la situación de València, donde los técnicos de Sanidad decían que la situación estaba “controlada”, sino la de Madrid, desde donde cada año acuden miles de turistas con motivo de las fiestas falleras.

Desde el Ayuntamiento se propuso cancelar esos actos masivos, o un porcentaje de la fiesta, pero, según el edil, la Conselleria entendía que, en cualquier caso, se iba a producir un efecto llamada. No era una negociación, sino la confirmación de una suspensión total.

“El fallero se llevó el primer golpe y el sábado se decreta el estado de alarma”, afirma Galiana, quien añade que, no obstante, “dentro de lo malo, nos permitió ser los primeros en reaccionar” para poner en marcha medidas compensatorias. “Pudimos activar subvenciones para todo el ecosistema económico de las Fallas, algo que ahora habría sido más difícil de plantear”.

Diez días de mascletà, ¿una imprudencia?

¿Pudo ser una imprudencia celebrar la mascletà diaria hasta el día 10 con los informes que manejaba Sanidad? “No, porque los informes decían hasta ese día que estaba todo controlado, los pacientes monitorizados y que en València no había problema”, responde Galiana, que añade que cuando la curva de contagios se disparó en Madrid es cuando todos los territorios se pusieron en guardia. “Vivimos en un estado radial, donde todo pasa por Madrid, para bien o para mal. En este caso para mal”, afirma. “Y había que pararlo”. La prioridad era que no viniera nadie, y, por tanto, las Fallas no se podían celebrar.

Algunos monumentos se consiguieron 'desplantar' y permanecen almacenados en Feria València. Otros, los de las fallas más grandes, no estaban diseñados para ser desmontados y ardieron, de forma casi clandestina, sin público y sin música, el pasado lunes. Entre ellas, el cuerpo de la meditadora de la falla municipal, que 'salvó' la cabeza, a la que se incorporó una mascarilla tras la suspensión de la fiesta y que se convirtió en todo un símbolo de la sátira fallera incluso en las peores circunstancias.

Un horizonte por definir

Respecto al futuro, todo son incógnitas, como en todos los órdenes de la vida social que ha trastocado la pandemia. El Ayuntamiento de València se apresuró a anunciar que se celebrarán del 15 al 19 de julio, ahondando en la idea inicial de aplazamiento. 

Sin embargo, con la actual alarma y la población confinada en sus casas, todo está en el aire, porque tampoco se sabe cómo será la vuelta a la normalidad cuando esta se produzca. “Nosotros hemos puesto esa fecha siempre y cuando el 15 de junio las autoridades sanitarias nos digan que se puede hacer”, recalca el presidente de JCF.

En cualquier caso, Galiana es taxativo: “Si el 15 de julio, el tema no está controlado, el menor de nuestros problemas será no quemar fallas. Si dentro de cuatro meses seguimos con una pandemia mundial y encerrados en casa, el problema no será ese”, añade.

Mensaje al mundo fallero

El máximo dirigente de la fiesta lanza un mensaje al mundo fallero: “Solo le puedo dar las gracias por el comportamiento que ha tenido hasta ahora, por su comprensión. He recibido apoyo y a todo el mundo remando, por encima de ideologías. Ha tenido que pasar esta desgracia para demostrar lo que eran las Fallas, desde el punto de vista material para los sectores productivos de esta ciudad. Quizá ahora se mirarán con otros ojos”, finaliza.

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