"Mamá, si nos gusta España, ¿nos podemos quedar?"

María, solicitante de asilo en España.
María, solicitante de asilo en España.
Jorge París
María, solicitante de asilo en España.

El ambiente cambia mucho al atravesar la frontera de Venezuela con Colombia, según cuenta María, una médico y solicitante de asilo en España, que llegó hace diez meses de una Venezuela "a la que le sobran los problemas". Ella es una de las casi 17.000 personas venezolanas que han solicitado asilo en España en los primeros cinco meses de este año, según los datos de Interior.

La escasez de alimentos, la crisis y la inseguridad en las calles venezolanas le llevaron a tomar la decisión de dejar atrás su país natal, llevándose consigo a sus tres hijos menores de edad, que se asombraban en cada tramo del viaje de huida de la diferencia que había entre Venezuela y los países que les aguardaban. "Mamá, ¡qué bonitas son las carreteras!", dijo una de una hijas de María, cuando pisaron por primera vez la calzada colombiana.

"En nuestro país sobrevivíamos con diez dólares al mes", afirma esta médico, que veía con resignación y rabia como morían mujeres a las que no podía atender por falta de medicamentos. "Siempre me manifesté en contra de las políticas gubernamentales de Nicolás Maduro", dice María, que se había convertido en una persona "incómoda" para el gobierno, pues denunciaba la precaria situación de los hospitales de Zulia, uno de los estados con más problemas en sanidad. Según el Colegio de Médicos, ningún hospital del Estado de Zulia "puede dar respuesta a la crisis de salud".

A causa de sus repetidas quejas contra la falta de recursos sanitarios, a María le cambiaron de hospital varias veces. A esto se unía la militancia de la doctora en Voluntad Popular, el partido fundado por Leopoldo López, de clara oposición al régimen de Nicolás Maduro.

Las amenazas se sucedían, las llamadas terroríficas con palabras contra sus hijos, los "vamos a quitarte del medio". Hasta que llegó el día crítico: unos agentes de la policía venezolana llamaron a la puerta de su casa y le pusieron una pistola en la cabeza, delante de sus hijos. "En ese momento sabía que teníamos que escapar, o me voy o me matan", recuerda María.

Cuando llegó el momento de abandonar el país, que en principio iba a ser "algo temporal", porque María quería esperar a que "se calmaran las cosas", el padre de los niños, que había emigrado con anterioridad, puso problemas para que María se llevara a sus hijos. "Me tocó pelear el permiso de salida de mis hijos en tribunales, ya que por causa de mi orientación sexual, mi exesposo me negaba la posibilidad desde hace años de salir del país con ellos aduciendo que iba a exponerlos a un ambiente de perversión". Debido a que su marido no contribuía con la manutención de los niños, el tribunal falló a favor de María.

La huida de Venezuela

Con la ayuda económica de varios amigos, hizo las maletas y compró unos billetes de avión con destino Málaga. El avión salía desde Bogotá, así que debían hacer el viaje a pie, atravesando la frontera de Venezuela con Colombia. "Nuestro viaje fue duro, duró casi 4 días, lo hicimos por tramos por las dificultades que tuvimos para cubrir los trayectos por falta de dinero y los cierres de fronteras", cuenta María.

Ya fuera del país, los niños mostraban su curiosidad, asombrándose de lo "bonitas" que eran las carretras fuera de Venezuela y lo "hermoso" que era el centro comercial de Cúcuta, con los ojos de quiénes ven algo decente por primera vez, habiendo tenido únicamente "pobreza y problemas"."Mamá, si nos gusta España, ¿nos podemos quedar?", esa pregunta derrumbó a su madre, que sólo pretendía, y pretende, que a sus hijos "no les falte lo básico".

Caminaron y esperaron durante horas, llegaron al puente de Tienditas, que conecta el estado Táchira (Venezuela) con el departamento Norte de Santander (Colombia). El mismo puente en el que, afirma María, "el dictador mandó quemar la ayuda que debía ingresar al país mientras bailaba momentánea e impunemente". El Ejército venezolano había bloqueado el puente por orden de Maduro, para evitar la entrada de ayuda humanitaria anunciada por el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó.

Ni el hambre, ni el cansancio, ni la falta de fuerzas entre los interminables ríos de personas que se agolpaban para salir de Venezuela, hicieron desfallecer a esta madre venezolana. "Sellamos, finalmente, la entrada a Colombia y pusimos rumbo a España, la tierra que me cambió la vida a los 8 años y a la que siempre volví". Pero en esta ocasión, María venía para presentarle el país a sus hijos, para que crecieran en un lugar "sin amenazas, sin acechos". Cuando llegaron a Málaga, la decisión de quedarse estaba prácticamente tomada.

María vivió con alegría la proclamación de Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela. "Venezuela no puede llamarse de otra forma que dictadura", afirma contundente. "Todas las instituciones están secuestradas, no había otra alternativa", aunque al final "no se diera el resultado esperado".

Ella no quería "ser una carga" para España, vino con la esperanza de que aquel país que la acogió en el pasado, volviera a hacer lo mismo por sus hijos. A través de ONG Rescate, María y los niños iniciaron los trámites de solicitud de asilo, y se encuentran a salvo en un centro de acogida. Ahora, por fin, se acabó el huir.

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