Susana Díaz, una política de raza ante unas posibles elecciones del cambio

Susana Díaz anuncia la convocatoria de elecciones el 2 de diciembre.
Susana Díaz anuncia la convocatoria de elecciones el 2 de diciembre.
EFE/Julio Muñoz
Susana Díaz anuncia la convocatoria de elecciones el 2 de diciembre.

Socialista hasta la médula. Así se define a sí misma Susana Díaz, candidata del PSOE-A a revalidar su cargo como presidenta de la Junta en las elecciones del 2 de diciembre. Una mujer que vive por y para el partido desde que a los 17 años se afiliara a las Juventudes Socialistas de Andalucía, donde dos años después se convirtió en secretaria de Organización. Comenzó entonces una carrera que la ha llevado a ostentar diversos cargos orgánicos dentro del partido así como otros institucionales en el Ayuntamiento de Sevilla, el Parlamento andaluz, el Congreso de los Diputados, el Senado y el Gobierno andaluz.

Licenciada en Derecho, fue concejala de Juventud y Empleo en el Consistorio hispalense (1999-2003), teniente de alcalde de Recursos Humanos y del Distrito Triana-Los Remedios en la misma corporación (2003-2004), diputada por Sevilla (2004-2008), senadora (2011-2012), consejera de Presidencia e Igualdad de la Junta (2012-2013) y, desde septiembre de 2013, presidenta de la Junta, además de secretaria general del PSOE andaluz (desde noviembre de ese mismo año).

Llegó a San Telmo de la mano de su antecesor, José Antonio Griñán, tras la renuncia de este como consecuencia del escándalo de los ERE. Desde entonces, Díaz aún no ha completado ninguna legislatura. La primera como presidenta la heredó un año después de que se celebraran las elecciones de 2012 y las adelantó en 2015, tras la ruptura del pacto con IU que sustentaba al Gobierno. Una historia que se ha vuelto a repetir ahora tras la ruptura del acuerdo con Ciudadanos y el adelanto electoral a tres meses y medio de que se tuvieran que celebrar los comicios, en marzo de 2019.

Decepción en las primarias

Y entre medias de esta vorágine política, que ya dura cerca de tres décadas, la que quizás haya sido una de sus mayores decepciones dentro del partido: su intento de saltar a la arena nacional y su contundente derrota frente a Pedro Sánchez en las primarias socialistas, hace ya casi un año y medio. La presidenta, que acudió a la cita como la candidata del aparato -frente al candidato de la militancia-, nunca ha ocultado que fue un duro golpe del que aprendió "muchas cosas", pero en palabras suyas muy recientes: "No hay empresario de éxito en España que no haya hincado alguna vez la rodilla para después levantarse más fuerte".

Apoyada entonces por la vieja guardia del PSOE -Felipe González, Alfonso Guerra, José Luis Rodríguez Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba…-, Díaz presume ahora de una "buena y fluida" relación con el presidente del Gobierno, al mismo tiempo que intenta poner distancia con esos 40 años de socialismo que sus contrincantes le echan en cara. "Yo llevo solo cinco años como presidenta y soy la más veterana de mi Gobierno", ha asegurado durante la precampaña en varias ocasiones.

La socialista se enfrenta ahora a unas elecciones en las que todos, incluida ella, dan por hecho que no habrá mayorías absolutas. El diálogo con el resto de fuerzas se hará imprescindible y las cuentas podrían no salirle a Díaz, después de que Ciudadanos, a quien las encuestas auguran un importante crecimiento, haya dicho por activa y por pasiva que no volverá a hacer a Díaz presidenta.

Pactar con Adelante Andalucía, la marca de Podemos en la comunidad en confluencia con IU, también resultará complicado a tenor de las malas relaciones políticas que siempre han imperado entre la socialista y Teresa Rodríguez. Y, por primera vez, la principal fuerza de la oposición, el PP-A, con Juan Manuel Moreno como candidato, podría encontrar en la formación naranja un socio de Gobierno con quien sumar la mayoría suficiente para desbancar a Díaz de la Presidencia.

Orgullosa de sus raíces

Nacida hace 44 años en el sevillano barrio de Triana, concretamente en El Tardón, es hija de un fontanero y de una ama de casa, raíces que lleva con orgullo y de las que hace gala siempre que la ocasión lo permite. Presume de seguir viviendo en el mismo barrio, cerca de su familia, con su marido y su hijo, nacido en julio de 2015 en un hospital público de la capital hispalense.

Esa cercanía que lleva por bandera es, precisamente, una de sus mayores virtudes y una de sus más potentes armas electorales. A Díaz le gusta hablar de tú a tú con su gente, con sus vecinos de toda la vida, con su pueblo… Y asegura que los andaluces no paran de pedirle una campaña en positivo.

Esa ha sido durante la precampaña, y a buen seguro lo será también en campaña, la base de su discurso: hablar bien de Andalucía. Y eso es lo que no ha parado de pedirle con insistencia a sus oponentes, una campaña "desde el respeto y sin insultar" a su tierra, tal y como, en su opinión, hicieran recientemente la exministra Isabel García Tejerina o el expolítico Jorge Verstrynge al hablar de la educación de los niños y jóvenes andaluces. Ella, por el contrario, apuesta por la sonrisa permanente -"llego a esta campaña muy feliz", insiste- y por la defensa a ultranza de una comunidad que, afirma, espera seguir gobernando en solitario.

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