Hacerse una foto delante del espejo del gimnasio para luego subirla a Instagram se ha convertido en un ritual para decenas de personas. Levantando pesas, haciendo flexiones, abdominales...

Muchos quieren documentar con evidencia clara y visual su progreso, y ¿quiénes somos nosotros para juzgar? Sin embargo, a otros tantos no les agrada la idea de aparecer de fondo en estas publicaciones que luego ve todo el mundo.

Por este motivo, un gimnasio de Nueva Zelanda (Oceanía) ha creado una habitación para hacerse selfies que está equipada con grandes espejos y una iluminación especial que resalta los músculos del cuerpo.

La gerente del centro Anytime Fitness Hornby detectó que había clientes que se sentían incómodos cuando otros sacaban sus smartphones en el área de entrenamiento. Así que decidieron crear una sala para que cualquiera pueda documentar su progreso físico en privado.

La idea es que los miembros se hagan fotos para enfocarse en su progreso físico. "Hacer un seguimiento del progreso y del estado físico es muy gratificante", señalan. Se trata de una buena manera para no desanimarse y seguir con la rutina de entrenos, sin tirar la toalla.

The Edge Fitness Club, una franquicia de gimnasio en Connecticut (EE UU), quiso seguir esta filosofía y que sus deportistas puediese hacerse fotos después de una buena sudada. Sin embargo, la reacción de los clientes no fue positiva y el gimnasio tuvo que reconsidera su plan.