Sólo hay una persona en el mundo que no parece particularmente entusiasmada con el Oscar a Cillian Murphy: Cillian Murphy. El irlandés nunca había sido nominado a la estatuilla pero, cuando por fin se hizo realidad su candidatura, se convirtió en el gran favorito. La confirmación llegó el 10 de marzo. Y, como ya había ocurrido con el Globo de Oro, el BAFTA o el SAG, Murphy subió a recogerlo con el rictus pétreo con el que, en Peaky Blinders, ordenaba despachar a media docena de policías.
Cillian Murphy siempre ha sido la nota disonante en una industria enamorada de sí misma. Negativo fotográfico y sentimental de Bradley Cooper, aunque parejos ambos en talento, Cillian Murphy y el protagonista de Maestro compitieron por el Oscar. Cada uno a su manera.
Si bien la nominación de Cooper nunca fue tomada en serio, el actor estadounidense no escondió la ilusión que le hacía aparecer en Wikipedia como “Bradley Cooper, ganador de un Oscar”. En cambio, Cillian Murphy le agradeció la estatuilla a sus compañeros, recordó (como siempre) que es un “orgulloso irlandés”, le dedicó el Oscar a “aquellos que luchan por la paz” y abandonó el escenario sin darle la mayor importancia.
Aunque puede que esto no sea así. Que Cillian Murphy quisiera tanto un Oscar como Bradley Cooper y el 99% de los intérpretes, y se las haya arreglado para engañarnos. Y que haya sido tan convincente que nos lo hayamos creído. Por algo tiene un Oscar como mejor actor.
La popularidad en '28 días después’
Cillian Murphy se dejó ver por primera vez ante una cámara en La leyenda de Sweety Barrett, película en la que interpreta a un camarero. Sería la última vez que el irlandés tendría que conformarse con un papel tan breve. En Pigs y Viviendo al límite, ambas del 2001 y producidas en su país natal, Cillian Murphy figura como cabeza de cartel. Sin embargo, la popularidad le llegaría con 28 días después, de Danny Boyle.
En 2001, Boyle huía de la cuarentena a la que la crítica lo había sometido tras La playa, considerada una de las peores películas de Leonardo DiCaprio. 28 días después y Cillian Murphy le tendieron la mano en este aplaudido título de ciencia ficción que, más de dos décadas después, tendrá su continuación a cargo del propio Boyle.
A partir de aquí, la carrera de Cillian Murphy entra en otra dimensión. No sólo es un protagonista solvente y de rostro enigmático. También es famoso. Su prestigio y nombre crecen al mezclarse con los de Colin Farrell (Intermission), Scarlet Johansson y Colin Firth (La joven de la perla) o Jude Law, Nicole Kidman y Renée Zellweger (Cold Mountain).
Wes Craven, el maestro del terror, lo dirigió en Vuelo nocturno, un éxito de taquilla muy reivindicado por sus seguidores. No obstante, Cillian Murphy ha reconocido que la película nunca le ha gustado, y que ni siquiera estaba interesado en participar en ella. “No creo que sea una buena película”. Si acaso, “una buena película de serie B”.
Nominado al Globo de Oro y el universo Nolan
Hasta entonces, Cillian Murphy había informado al público de sus virtudes. Pero, si había algún escéptico en el patio de butacas, este acabó por rendirse con Desayuno en Plutón. En esta película, Murphy vuelve a Irlanda bajo la dirección del gran cineasta de la isla Esmeralda, Neil Jordan. Desayuno en Plutón mezcla, como ya había hecho Jordan en Juego de lágrimas, la transexualidad con el terrorismo del IRA. Murphy interpretó a Patrick, una mujer transexual que, en búsqueda de su madre, se topa con la lucha armada del IRA.
Su papel le valió los primeros galardones, como el de mejor actor en los Premios del Cine Europeo, y una nominación al Globo de Oro en la categoría de mejor actor de comedia o musical. El premio iría a parar a Joaquin Phoenix por La cuerda floja, pese a que sea muy discutible que el biopic de Johnny Cash sea un musical (no digamos una comedia). Murphy debió quedarse muy cerca de la nominación al Oscar, que medios como el New York Post dieron por descontada al estrenarse Desayuno en Plutón.
Meses después, Cillian Murphy y Christopher Nolan ya estaban trabajando juntos. Recientemente, Nolan ha contado que, antes de su primera reunión, no tenía muy claro que Murphy fuese una elección adecuada para la primera entrega de El caballero oscuro. Sin embargo, Nolan quedó hechizado al conocer a Murphy. “Estábamos en la misma onda”, explicó el director. “ Hay gente con la que te encuentras a lo largo de tu vida y de los que nunca querrás separarte”. Murphy era una de estas personas. Y el currículo de Nolan es buena prueba de ello.
Al margen de La trilogía del caballero oscuro, Dunkerque, Origen y Oppenheimer, Murphy ha tenido una carrera free-of-Nolan. En esta categoría, se encuentran la memorable El viento agita la cebada, de Ken Loach, que ganó la Palma de Oro en Cannes, la defendida Sunshine (de nuevo, de Boyle), la defendible Luces rojas (de Rodrigo Cortés) o En un lugar tranquilo 2. Y, obviamente, Peaky Blinders.
Un hombre llamado Tom Shelby
Aunque su última temporada y una hinchada con fanáticos algo indigestos se empeñen en lo contrario, Peaky Blinders es una de esas series que uno no puede dejar de admirar. Y parte de la culpa la tiene Cillian Murphy, corazón y alma de esta serie. Con una estética tan portentosa que ha logrado superar su proceso (estimulado por la propia producción) de memeización, los nombres de Tom Shelby y Cillian Murphy están sentenciados a descansar juntos en la memoria de millones de espectadores.
Boina con cuchillas, degradado, ojos insomnes del que se mantiene despierto a base de litros de café (y otras sustancias) y algún estallido de furia ocasional. En Peaky Blinders, Cillian Murphy no sólo compuso a un personaje, sino a una nutridísima legión de seguidores que tenían, en Tom Shelby, un espejo deformante en el que mirarse. Aunque parezca difícil de creer, Murphy no se llevó un solo BAFTA por su papel. De hecho, ni siquiera lo nominaron hasta 2022, cuando se emitió la última temporada.
¿Quieres estar a la última de todas las novedades de cine y series? Apúntate a nuestra newsletter.
Comentarios