"Ese avión no despega, se come la pista"

Desde la pista contigua a la que afrontaba el avión de Spanair, un piloto, recién aterrizado de un vuelo procedente de la localidad ecuatoriana de Guayaquil, predijo la tragedia:
"Ese avión no despega, se come la pista". Así
lo ha relatado al diario ABC la azafata que le acompañaba.

Que la nave tuvo problemas es algo conocido. Varios viajeros avisaron a sus familiares de la situación. Fernanda ha relatado lo que le dijo su hermana: que su avión salía con retraso porque se había encendido una luz roja. Luego volvió a llamarla para preguntar si habían cambiado de avión. No, seguía en su asiento. "Más tarde pasó lo que todos sabemos", ha relatado.

Sólo oía a la gente gritar: '¡Me ahogo! ¡Me ahogo!'
Lo que pasó es que
el avión no logró alzar el vuelo cuando afrontaba por segunda vez la maniobra de despegue.
Se estrelló y deja un balance inicial de 153 víctimas. Pese al resultado que dejó el accidente, un avión que
"estaba calcinado" y con "el fuselaje deshecho", ha habido supervivientes que han contado cómo fue ese infierno tras el siniestro: "
Cuando desperté supe que estaba entre un amasijo de hierros, pero ni me di cuenta del fuego. Sólo oía a la gente gritar: '¡Me ahogo! ¡Me ahogo!",
ha contado a El País Rafael Vidal, madrileño de 30 años.
.Este mismo periódico cuenta la historia de Ligia, otra superviviente. Es la hermana de la misma Fernanda que se quejaba de que el avión despegase con problemas. Notó una sacudida, oyó un "ruido horrible", salió despedida y, cuando recuperó la consciencia, en el suelo de un cauce seco, vio la gran explosión producto del estallido del combustible del avión.

Una de las heridas, una mujer canaria de 33 años que viajaba sola en el asiento número 5 y que permanece ingresada en el Hospital del Norte, cuenta su propia experiencia, limitada por los escasos recuerdos: "Aparecí en un riachuelo sentada en mi asiento y con el cinturón puesto". Con todo, tuvo la fortaleza suficiente para incorporarse y, según su testimonio, ayudar a un niño que se encontraba en las proximidades.

Fue esta explosión la que dejó el avión en el estado que lo encontraron las asistencias: "Cuando llegué, lo primero que vi fue el avión totalmente destruido, hecho escombros", ha declarado a Carlos, técnico de Emergencias del SUMMA, a El Mundo.

Cuando llegué, lo primero que vi fue el avión totalmente destruido, hecho escombros

Detrás de cada viajero hay un drama diferente. Es el caso de tres jóvenes y un bebé. Son J.N.R., de 23 años, y su pareja Z.H., de 20 años. Además del hermano del primero, M.N.R., el grupo lo cerraba un bebé de tres meses, hijo de la pareja, al que llevaban a bautizar a Las Palmas.

De Fuerteventura era natural David Caballero Tracoronte, de 27 años, también fallecido en el accidente. Trabajaba como militar paracaidista en Madrid y volvía a casa a celebrar el cumpleaños de su hermana. "El muchacho iba a Fuerteventura a pasar unos días y quedó ahí. El problema es que él tenía un vuelo anterior para ir a Gran Canaria y lo cambió", asegura en un relato entrecortado su padrasto, José Luis Cáceres Trujillo en exclusiva a 20minutos.es. "Nos enteramos a las 4.30 h de la madrugada", se queja, "no nos han dado facilidades, sólo para venir a Madrid", lamenta.

Pero el dolor llega también lejos, hasta la Villa Olímpica de Pekín. La atleta Natalia Rodríguez, que logró el pase para la final de los 1.500 metros, también ha perdido a un familiar: "El tío de mi marido ha muerto en el accidente, estoy muy triste", aseguró la deportista.

Con todo, también hay historias de esperanza: "Mi marido volvió a nacer ayer", ha relatado la esposa de uno de los supervivientes en el hotel Auditorium de Madrid, en el que se alojan los familiares de las víctimas. "Ha sido un milagro, apenas tiene quemaduras. Está esperando para ser operado de las fracturas que sufrió en el fémur y el tobillo", añadía.

Un bombero llamado Francisco Martínez

Uno de los bomberos que participó en las tareas de emergencia del avión de Spanair, Francisco Martínez, explicó que uno de los niños rescatado preguntaba constantemente "dónde estaba su padre y cuándo terminaba la película".

El pequeño, desorientado, "me preguntaba si era verdad lo que estaba ocurriendo y lo que estaba pasando", indicó Martínez, quien le subió al camión para explicarle lo que estaba ocurriendo pero el pequeño "creía que se trataba de una película y preguntaba dónde estaba su padre y cuándo terminaba la película".

El bombero también rescató a la

niña de 11 años (M.A.F.) que se encuentra hospitalizada en observación, con fractura abierta de fémur y pronóstico estable dentro de la gravedad. La madre de la pequeña le dio al bombero antes de morir a su hija de once años en un intento por salvarla.

Una de las azafatas del vuelo JK5022,
Antonia Martínez Jiménez, está ingresada en el Hospital de La Princesa, "consciente, con ánimo y alegría", y "sin ganas de volver a volar" y con
"un pronóstico grave reservado". En declaraciones a los periodistas, su padre, Dionisio Martínez, ha explicado que
"tiene un alegrón" porque su hija, Antonia, es probablemente la única persona de la tripulación.

"No me dejan bajar del avión"

Una de las víctimas del siniestro de Barajas quiso bajar del avión al ver que podría tener problemas, pero no le dejaron, ha relatado este jueves su viuda a las puertas del hotel Auditorium, donde se alojan los familiares. "Amor, se me averió el avión", fue el mensaje de móvil que recibió a las 12:30 la mujer de una de las víctimas. La mujer, preocupada, le llamó para pedirle que bajara del avión, pero su marido le respondió: "no me dejan".

El hijo del fallecido ha explicado que el personal del avión obligó a su padre a volver a sentarse cuando quiso abandonar la aeronave, según sus propias palabras.

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