Nunca antes habíamos visto el Congreso de los Diputados así. La cámara en plano secuencia de TVE ha acompañado a Carlos Franganillo de la Plaza de las Cortes al interior del palacio que acoge el hemiciclo. Por primera vez, el espectador ha podido sentir el recorrido de caminar de la puerta exterior, donde realizan conexiones parte de la prensa, al epicentro noble de la democracia. Allí esperaba Francina Armengol, para ser entrevistada.
La introducción de Franganillo no ha sido sólo una introducción: los informativos de Televisión Española han contextualizado las palabras del periodista ubicando al espectador en el lugar, como si fuera un diputado más. De esta forma, no sólo se ha mostrado de una manera nueva cómo están distribuidas las dependencias históricas del Congreso y, además, RTVE ha documentado el nervio previo a una sesión de investidura marcando agenda con una imagen única y exclusiva que hace partícipe al espectador de su cadena pública.
Brutal la entrada de Carlos Franganillo en el Congreso mientras introducía la entrevista a Armengol. Mientras se haga televisión así, este medio nunca podrá ser sustituido. #InvestiduraFeijóoRTVE pic.twitter.com/hmJANNjqWG
— Gabriel González (@GabrielGonTV) September 26, 2023
En una televisión que debate todo, todo el rato. En un Congreso que estaba a punto de volver a evidenciar que se ha contagiado también del show de las tertulias hacia ninguna parte de la tele, de las redes y del espectáculo del argumentario de partidos, RTVE ha vuelto al origen: al periodismo televisivo clásico que crece gracias a las posibilidades de los medios técnicos actuales.
Lo ha hecho con un plano secuencia que recuerda que hacer información audiovisual no es teorizar sin respirar. Hacer información audiovisual sobre todo es saber filmar. Las palabras valen para mucho, pero no sirven para tanto cuando se regocijan en la especulación. TVE debe ir más allá. Y ha puesto la liturgia escénica al servicio de la perspectiva periodística. No ha vuelto a repetir lo de siempre, ha intentado un nuevo prisma que no tenían otros medios de comunicación.
Eso, al fin y al cabo, es el periodismo televisivo: mejor enseñar lo que está ocurriendo que quedarse paralizado en suposiciones. Entre tanto empacho de argumentarios y vehemencias, RTVE se ha distinguido poniendo el foco en la narración que crece con la imagen. Básico, pero olvidadizo en una era de la instantaneidad en la que corremos tanto que no hay demasiado margen para parase a pensar en cómo contar mejor la historia, nuestra historia, con menos estribillos caducos y con más imágenes eternas.
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