Las doce campanadas de Nochevieja logran dos prodigios de la sociología: que los españoles comamos al unísono fruta y que, de nuevo, nos pongamos todos juntos delante de la televisión. Las cadenas aprovechan tal congregación de audiencia durante el cambio de año y ejercen bien la liturgia del autobombo para intentar ayudar a sus apuestas en programas y series. Preciosa la promoción de Televisión Española colándose en una familia. Porque la televisión forma parte de nuestras vidas. Incluso nos retrata cómo somos. Lo malo, en pleno cambio de año pocos están escuchando la pantalla en casa. A esas horas, la celebración manda. Y el poder está en la imagen.
De ahí el éxito de Cristina Pedroche como maestra de ceremonias de las doce uvas desde Atresmedia. Una década lleva ya motivando el entretenimiento nacional más practicado: el critiqueo. No importa lo que diga, sólo con qué saldrá a escena. Así que, de nuevo, ha sido envuelta en un saco (esta vez con enredadera) para esconder al máximo el vestido y retener al público dispuesto a debatir sobre sus pintas, a sabiendas de que el atuendo es perfecto para despertar charleta en los restos de la cena de Nochevieja.
Pedroche reúne demasiados ingredientes para alimentar los diferentes gustos de la trifulca familiar. Del cuñado a la nieta. Que si morbo, que si machismo, que si clasismo, que si intenta evolucionar pero el share sólo quiere más de lo mismo. El problema es que, cada año, y ya van diez, necesita superar el surrealismo estilístico para que siga enviándose la imagen por grupos de Whatsapp e incluso siga parodiándose. Más que una presentadora se convierte en un emoji, en un sticker, en un gif. El fenómeno Pedroche es fruto de la generación del meme, de la sociedad del like instantáneo.
Pero hasta las tradiciones hay que actualizarlas. O a los golpes de efecto se les empieza a ver el truco y aburren. Por suerte, TVE ha movido ficha y ha reinventado sus míticas campanadas marcando agenda pública al invitar a una de las personalidades claves en el año saliente: la futbolista Jennifer Hermoso, ganadora del mundial de fútbol con sus compañeras de la selección española. Su nerviosa emoción ha traspasado la pantalla reivindicado esa igualdad que enriquece a toda la sociedad.
Marca España en la Puerta del Sol. Junto Hermoso, otra triunfadora de 2023: Ana Mena. Sabíamos que brilla en el escenario, pero ahora también sabemos que tiene cualidades para ser una excelente presentadora. Ha empezado por lo más difícil, las campanadas. Aunque ayuda ha tenido. A su lado, ha estado la maestría de Ramón García. Con él hemos crecido, con él ha crecido nuestra tele y él tenía las tablas para guiar una retransmisión que parece fácil y que es complicada. Más aún con el bullicio de un kilómetro cero de Madrid más diáfano que nunca y, por tanto, más ruidoso que siempre. Qué brillante Ramontxu otorgando cercanía y, a la vez, institucionalidad a esta emisión. Y qué detalle cuando ha citado a los compañeros de las cadenas rivales.
Ana Mena, Ramón García y Jennifer Hermoso han sido tres personas conociéndose desde el buen rollo de la admiración. No han necesitado un golpe de efecto para impresionar por las redes. Su éxito es más profundo. La emoción de Jennifer Hermoso lo ha contagiado sin pretender grandes discursos. Sólo estaba disfrutando de su momento en la Puerta del Sol. Incluso saludando a cámara, como si fuera una espectadora más. Aunque la plenitud de su conquista la entenderemos mucho mejor con la perspectiva que darán los próximos años. Hermoso ha cambiado la sociedad. Y TVE ha estado, en el cierre del año que fue punto de inflexión, a su lado. TVE, una vez más, nos ha reflejado.
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