Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Las estrellas de la TV no existen: de Raffaella Carrà a Ana Rosa Quintana y Jorge Javier Vázquez

Todas las grandes personalidades de la pantalla han vivido frustraciones tras la resaca de la gloria, pues los equilibrios del éxito son complejos de reproducir, difíciles de prefabricar.
Seis referentes de la historia de la televisión en España
Seis referentes de la historia de la televisión en España
20m
Seis referentes de la historia de la televisión en España

Con la presencia no basta. Las estrellas de televisión no alumbran por si solas. Su éxito va unido al formato que las cobija y los secundarios que las hacen más grandes. O más pequeñas. Pero, a veces, se olvida. Incluso las cadenas creen que por cambiar de horario a un referente o fichar a un rostro se aseguran arrastrar un triunfo. 

Aunque, al final, la vida luego nos recuerda que las estrellas son, en realidad, el trabajo en equipo. Su mirada, su carisma, su autenticidad destaca cuando tienen una historia a la que agarrarse. Sucede constantemente, con ejemplos claros en los últimos días: con los Cuentos Chinos de Jorge Javier Vázquez, con el TardeAR de Ana Rosa Quintana. Sólo con el nombre del cabeza de cartel no ha sido suficiente.

En cambio, espacios de recorrido contrastado como Gran Hermano o El Grand Prix dependen del carácter de quien los comanda. El programa cambia con un maestro de ceremonias u otro. Porque hay una fórmula bien definida y la autoría del comunicador aupa la producción, pues el presentador sí tiene donde morder y, ahí, en su habilidad de sacar brillo crece o decrece el show.

La historia siempre se repite. Todas las grandes personalidades de la pantalla han vivido frustraciones tras resacas de gloria. Lina Morgan no cumplió las expectativas cuando a sus comedias le faltaba la travesura del feedback del aplauso de su fiel público del teatro. María Teresa Campos no cosechó la audiencia esperada cuando se fue a un Antena 3 sin la rutina de realities a comentar en tiempos de la edad de oro de la tele-realidad. Raffaella Carrà pinchó cuando sus programas querían ser lo que no eran y se quedaban sin la sorpresa de la interactividad del directo. Emilio Aragón no consiguió repetir el éxito de Vip Noche al marcharse a la cadena rival sin el juego del tres en raya que ponía alma a su prime time. Pero, luego, poco después, se hizo con El Gran Juego de la Oca y volvió a conectar con toda la sociedad. De nuevo, había una idea sólida que venía a la perfección con su personalidad. Formato y Aragón hicieron match. Más tarde, con otros presentadores, El Gran Juego de la Oca no destacó. Faltaba la chispa de un autor que supiera escuchar más al entorno que a su ego. E incorporarlo con arte al concurso.

El último trabajo de un comunicador sólo es un último trabajo. La carrera profesional es un recorrido de altibajos en donde es difícil dar con la fórmula y que la fórmula de contigo. Lo que nos dijeron que era triunfar conlleva sentir lo que nos insistieron que era fracasar. Porque las estrellas de la tele por sí mismas no existen. Todo depende de las circunstancias. Todos somos todo el rato fruto de lo que nos rodea, también los carismas de la comunicación se desarrollan en los contextos de talento que les envuelven. Porque nadie es autosuficiente, aunque vivamos en una sociedad que se va convenciendo de esa falacia de que nos bastamos con nosotros mismos.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento