Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El miedo que perdió Herminia (que nos delata a todos como sociedad)

'Cuéntame cómo pasó' se acaba. Esta secuencia de la serie delata nuestra convivencia.
Herminia en el ascensor
Herminia en el ascensor
RTVE
Herminia en el ascensor

Herminia no quería un ascensor. El día que empezaron a instalar el elevador en el bloque de viviendas de la familia Alcántara miraba la obra con reticencia. El día que, por fin, funcionó: se negó a utilizarlo. Aunque su edad empujara a que fallaran las piernas ante tanta escalera.

A Herminia le daba miedo el ascensor. No quería sentirse como sardina en lata, decía.  Pero su hija, Mercedes, le obligó a entrar. Y dar al botón B. Entonces, Herminia cerró fuerte los ojos. Rezó algo. Un Padre Nuestro, tal vez. Y empezó el viaje. Todo cambió. Ya no quería salir de ahí dentro. Ya no era una sardina en lata. Ya sólo quería viajar en ascensor. "Habéis visto el ascensor, tenéis que probarlo. Es como subir a casa en taxi", exclamaba ahora. De esquivar a amar, a veces, sólo hay un paso. 

Los temores se desvanecieron. Este ascensor nunca será recogido en los rankings de secuencias más famosas de la historia de Cuéntame cómo pasó, pero sí define muy bien el calado social de la serie más portentosa de nuestra historia. Porque nos enfrenta a la ingenuidad de esa España de la que venimos y, a la vez, logra alegorías maestras de los prejuicios que nos crecen en la cabeza. Y que nos marcan en la convivencia.

Esos prejuicios, fruto de los espantos de la ignorancia, que se esfuman cuando se deja de abrir la boca de oídas y se conoce en primera persona una realidad. Sucede con la tecnología, pero sobre todo se padece con las personas. Los estigmas se resuelven descubriéndonos. Incluso mirándonos a los ojos.

La familia Alcántara nos ha hecho encontrarnos como país. Su triunfo, acogida y legado ha estado en que no se ha quedado simplemente en aquello que sale subrayado en los libros de texto y ha abrazado los rincones de la cotidianidad que nos unen a todos todo el rato. Porque en aquello que llaman corriente suele estar lo esencial de nuestras vidas. Basta con montarse en el ascensor correcto.

Al final de esta semana, el Festival de San Sebastián acoge el estreno del primer capítulo de la última temporada de Cuéntame. Las luces del barrio de San Genaro se apagarán en sólo unos meses en TVE, pero, de una u otra manera, a cada uno de nosotros se nos seguirá dibujando en la cara esa media sonrisa de Herminia cuando nos permitamos dejarnos sorprender por el progreso. Aunque no lleguemos nunca a alcanzar la experiencia de su incalculable longevidad.

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