Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La libertad convertida en arma arrojadiza (que ya avanzó Antonio Gala)

Letras andaluzas en México. El escritor español Antonio Gala durante un encuentro en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, la más importante de las letras iberoamericanas, que esta edición rinde homenaje a Andalucía.
El escritor español Antonio Gala .
José Méndez / EFE
Letras andaluzas en México. El escritor español Antonio Gala durante un encuentro en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, la más importante de las letras iberoamericanas, que esta edición rinde homenaje a Andalucía.

"La libertad es una cosa muy costosa, que nunca puede ser utilizada como un arma arrojadiza. La libertad es el producto de un pensamiento, es el producto de una solidaridad y, luego, es el producto de la responsabilidad, de ser responsable de nuestras decisiones", Antonio Gala improvisaba en el Estudio 1 de TVE esta estimulante definición de libertad allá por el año 1992.

Tres décadas han pasado y el uso de la palabra libertad en otros platós se ha torcido en una especie de comodín de la llamada que todo lo permite. Lo vemos habitualmente en debates televisados: "es mi libertad", se grita como carta blanca para pisotear sin necesidad de argumentar nada. "Es mi libertad", se lanza como truco para dar autoridad a la mentira, el acoso, el odio. Lo que sea.

También asistimos a cómo algunas estrellas de renombre se quejan de que se sienten menos libres que antes. Aunque ahora sean más libres que nunca. Es el otro uso desvirtuado de la libertad. Qué casualidad que esta exaltación nostálgica del "cualquier tiempo pasado fue mejor" suele siempre venir de aquellos que crecieron en un privilegio social, ya fuera por pedigrí familiar, posición económica o sexualidad mayoritaria. Se les olvida que libertad es la solidaridad que reivindicaba Antonio Gala. Ellos siguen fenomenal en su estatus, pero montan la pataleta, enarbolándose en la bandera de la libertad, solo cuando crecen sensibilidades para que otros también estén mejor.

Como si estuviéramos extraviando la capacidad de utilizar la fuerza que sumamos juntos como sociedad civil, en donde los derechos conquistados por los demás son logros para todos. Y, en cambio, hubiéramos asumido una victoria moral del individualismo, que nos ha hecho creernos autosuficientes. Pero no, no somos autosuficientes.

Ese 'yo por delante de todo' ha ido pisoteando el hondo significado de la palabra libertad. Ahora libertad resuena más a ego, al "yo hago lo que me da la gana". Porque entonar la palabra libertad es, a menudo, para querer callar a otros que no quieres ver. Y eso no es libertad. Seguirán existiendo, aunque no mires. La libertad es convivencia. Es la revolución de escucharnos más e imponernos menos. 

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