Omar Anguita Diputado y portavoz Socialista de Infancia y Juventud
OPINIÓN

Ganan los trabajadores, pierden los tránsfugas

Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz.
Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz.
EFE
Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz.

Día intenso el del pasado día 3. Nada, absolutamente, nada debería lograr que apartáramos el foco sobre lo importante de lo aprobado en el Congreso de los Diputados. Por fin, conseguíamos derogar la reforma laboral del Partido Popular. O lo que es lo mismo, devolvimos a la clase trabajadora los derechos arrebatados por la derecha en el año 2012.

Ni ha sido fácil el acuerdo histórico entre sindicatos y patronal ni ha sido fácil la negociación con los grupos parlamentarios ni ha sido fácil finalmente su aprobación. El pasado jueves viví desde mi escaño el enésimo momento histórico de la legislatura. Es difícil sacar una única conclusión de aquella votación, pero lo más importante es que cumplimos con nuestro compromiso electoral de derogar la reforma laboral de 2012.

Volvemos a ser un país digno en el plano laboral

Recuperamos la negociación colectiva, algo que la derecha eliminó dando todo el poder de decisión a la patronal en detrimento de los trabajadores. Combatimos la precariedad laboral a través de la eliminación del contrato de obra y servicio y, sobre todo, limitamos los contratos temporales para evitar que esta figura contractual se imponga a la hora de contratar a nuevos trabajadores. Se imposibilita la opción de encadenar contratos temporales para un mismo puesto de trabajo…

En definitiva, volvemos a ser un país digno en el plano laboral. Y todo ello en una jornada de votación donde las derechas celebraron instantáneamente que esta reforma no tenía los votos suficientes. Bueno, las derechas y una ‘izquierda’ irresponsable que jugó con fuego y con el futuro de miles de trabajadores.

Una votación justa que la derecha trató de adulterar con un nuevo caso de tamayazo que solo un error de uno de sus filas evitó

Una votación donde volvimos a ver tránsfugas en Madrid: esta vez no para hacer presidenta a Esperanza Aguirre, sino para ayudar al PP a tumbar una reforma laboral progresista. Una votación justa que la derecha trató de adulterar con un nuevo caso de tamayazo que solo un error de uno de sus filas evitó.

Y el PP se equivoca acusando al sistema, al Congreso y a internet de su fracaso. Un partido que pretende volver algún día a gobernar este país. No necesitamos trumpismo en España, con Vox ya tenemos suficiente. 

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