Lo que funciona no hay que cambiarlo. Parece una premisa sencilla y clara, pero, desafortunadamente, el Gobierno de Sánchez no lo entiende.

Resulta frustrante que el futuro de miles de puestos de trabajo esté en manos de quienes por puro sectarismo ideológico están dispuestos a todo.

La reforma laboral que aprobó el Ejecutivo de Mariano Rajoy fue criticada de primeras por la izquierda española. Movilizaciones, pancartas y una campaña orquestada para frenarla. Mucho ruido con un claro objetivo: tapar el desastre económico y social que el Gobierno de Zapatero había dejado en nuestro país. Los datos de desempleo eran muy duros y había que actuar, por mucho que gritara la izquierda. El mercado laboral necesitaba lo que se plasmó en la reforma, con una apuesta clara por facilitar la contratación, flexibilizándola y ofreciendo mayor seguridad a quienes luchaban por mantener sus puestos de trabajo.

La reforma laboral permitió crear más de tres millones de puestos de trabajo pese a las dificultades del momento

Los resultados todos los conocemos. Se consiguió revertir la tendencia y asentar una recuperación que estaba en marcha. La reforma laboral permitió crear más de tres millones de puestos de trabajo pese a las dificultades del momento. Funcionó y, por mucho que moleste a Sánchez y Díaz recordarlo, funciona. Porque no nos olvidemos de que la norma vigente en la reciente crisis ha sido la reforma de Mariano Rajoy, y que gracias a esa reforma laboral se ha podido contemplar la figura de los ERTE, clave en la situación derivada de la pandemia sanitaria. Sin esa reforma del PP, los datos de empleo en nuestro país hubieran sido aún más dramáticos.

Es incomprensible y doloroso ver que están dispuestos a todo en el peor momento de nuestro país

Por eso es sonrojante ver a la izquierda de este país festejar que se introduzca más rigidez y menos flexibilidad en el mercado laboral español, cuando lideramos la tasa de desempleo en la eurozona y duplicamos la media de paro juvenil en Europa. Es incomprensible y doloroso ver que están dispuestos a todo en el peor momento de nuestro país en la historia reciente. Porque quienes castigan a los que arriesgan su patrimonio por el futuro de otros, no merecen seguir en la Moncloa ni un minuto más.