Hace una semana hablaba sobre la necesidad de cuidar, proteger e impulsar los servicios públicos educativos de nuestro país. Considero que son precisas políticas activas y potentes para convertir la educación pública en un auténtico referente no solo en España, sino también más allá de nuestras fronteras. Y este pilar fundamental para el desarrollo de las nuevas generaciones debe ir acompañado de otro, el de la cultura.

La semana pasada tuvimos la oportunidad de ver, por primera vez, cómo se incluían como prioridad las políticas activas destinadas a la juventud. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciaba dos medidas importantísimas para los y las jóvenes: un plan específico de ayudas a la emancipación y un bono cultural. Acciones encaminadas a abordar problemas reales y específicos con los que lidiamos a diario.

"Fidelizar a la juventud en un ocio donde la cultura juegue un papel fundamental  aleja otro tipo de entretenimiento dañino y destructivo"

Uno de los sectores que más se ha resentido con la llegada de la Covid-19 ha sido el cultural. Cines, teatros, salas de música y bibliotecas, por citar solo algunos, han sufrido restricciones de aforo y participación. Ahora, con la propuesta del bono cultural joven, se implantará en nuestro país una iniciativa que ya está vigente en países como Francia o Italia, orientada a facilitar el acceso de los jóvenes a los productos culturales, como libros, conciertos o películas.

Además, fidelizar a la juventud en un ocio alternativo donde la cultura juegue un papel fundamental es una importante manera de prevenir y alejar otro tipo de entretenimiento dañino y destructivo, como es el relacionado con las apuestas o la ingesta masiva de alcohol.

En definitiva, vivimos una semana cargada de propuestas realistas y necesarias para la juventud y, como pasa casi siempre, la derecha ya lo ha criticado. Tengamos una cosa clara: cada vez que atacan o critican cualquier proposición que hace la izquierda, significa que vamos por el buen camino. Sigamos.