OPINIÓN

Malestar

Camiones parados en Pontevedra durante la huelga indefinida del transporte de mercancías.
Camiones parados en Pontevedra durante la huelga indefinida del transporte de mercancías.
Carlos Castro / Europa Press
Camiones parados en Pontevedra durante la huelga indefinida del transporte de mercancías.

Transportistas, agricultores y ganaderos están en pie de guerra. El domingo pasado hubo en Madrid una manifestación de decenas de miles de personas vinculadas a la agricultura y a la ganadería que gritaron muy fuerte: ¡Basta!

Los transportistas ya llevan varios días de huelga y empieza a notarse en las grandes superficies y en los mercados en general: faltan productos.

Ante lo que está ocurriendo, a las ministras sólo se les ocurre decir que la ultraderecha está agitando la calle. ¡Bravo!

No sé qué sustancias deben circular por los ministerios, pero está claro que más de un titular sufre disociación cognitiva, es decir, que sufre alucinaciones, vaya, alucinaciones que les hacen pensar que viven en una realidad que no es.

Muchos de los que protestan lo hacen porque para trabajar tienen que pagar más de lo que van a cobrar; sí, les cuesta más trabajar que quedarse en casa. Lo que leen.

"Muchos de los que protestan lo hacen porque para trabajar tienen que pagar más de lo que van a cobrar; sí, les cuesta más trabajar que quedarse en casa. Lo que leen"

Es verdad que el Gobierno no es el culpable de la pandemia. Es verdad que el Gobierno no es culpable de la invasión de Ucrania. Es verdad que el Gobierno no es el culpable de la alta inflación. 

Pero también es verdad que el Gobierno sabiendo, como también sabía la UE, que la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia conllevarían más inflación y crisis energética, no adoptaron ninguna medida preventiva. Ninguna, como con la pandemia, vaya.

Los oligopolios de la energía saltan de alegría al ver cómo aumentan sus beneficios. Les da exactamente igual lo que pasa: sus ganancias son sagradas. Es un auténtico despropósito. Beneficios directamente proporcionales a la impotencia (¿incompetencia?) del Gobierno.

El bien común en situaciones de crisis debería estar muy por encima de los intereses particulares por muy legítimos que sean. El Estado debería protegernos de empresas depredadoras que, en todos los países, han sabido comprar favores. Y ahora parece que sean intocables.

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