Mario Garcés Jurista y escritor
OPINIÓN

El regreso del día de la bestia

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida y la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso.
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida y la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso.
EFE
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida y la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso.

Ha transcurrido un cuarto de siglo desde que Álex de la Iglesia rodara en Madrid El día de la bestia (1995). Es escribir este inicio de artículo y recordar aquel verso de Gil de Biedma que me enfrenta a mi triste realidad cronológica: "Ahora que de casi todo hace ya veinte años ...". Aquella versión cañí del Tarantino más rijoso español mostraba que Madrid, antes de Almeida, podía ser la ciudad donde naciera el Anticristo y se liquidaran a los Reyes Magos antes de que Carmena los convirtiera en unos hípsters de diseño. 

En ese Madrid en el que todo era posible, se corrompían los ancianos viendo programas cutres antes de que Rocío Carrasco se tatuara la espalda, y se profanaban tumbas antes de que se exhumara a Franco. Era el Madrid de las torres Kio, el símbolo del demonio, mucho antes de que finalmente se aprobara el proyecto de la interminable operación Chamartín, a la que, por cierto, dediqué un año de mi trabajo. Que veinte años no es nada, con permiso de Gardel.

Aquello era cultura en vena, una distopía con olor y sabor a jamón y tortilla de patatas. Aquella Gran Vía por la que transitaba un cura alopécico y un melenudo de Carabanchel era la antesala del Apocalipsis. Apocalipsis now en España y sin anestesia. Pues bien, me da que de un tiempo a esta parte alguien ha vuelto a convertir Madrid en un gran plató de rodaje y que el guion de esta segunda entrega no tiene nada que envidiar a la primera entrega: una manifestación de cabezas rapadas autorizada por un Gobierno socialista en el barrio de Chueca; una concentración de personas en Sol para protestar por una agresión que no tuvo lugar; una ministra que, tras llamarse a sí misma "líder mundial", describe la erupción de un volcán en pleno proceso de devastación como un "espectáculo maravilloso"; un catalán errante como el halcón maltés, prófugo de la justicia española, asistiendo a un concierto delirante de barretinas y estrellas en Cerdeña; un ministro paseando a miss Delcy por los callejones de las pistas de Barajas, u otra ministra a punto de ser procesada por procurar el pase de un presunto genocida árabe a un hospital de Logroño.

Ahora que hemos visto a Almeida y a Ayuso posar juntos en la cuna del Anticristo, me viene a la cabeza aquella conversación de la primera parte de la película: "–¿Tú eres satánico? –Sí, y de Carabanchel". Va a ser cierto, finalmente, que, como decía el capitán Ramón Yarritu en Acción mutante (1993), "solo quedamos nosotros, amigos míos: todo el mundo es tonto o moderno". Y ahora los tontos o modernos tienen redes sociales y TikTok. El día del juicio final está cerca y se transmitirá en streaming. Se necesitan extras. 

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