Mario Garcés Jurista y escritor
OPINIÓN

Jamón, jamón

Javier Bardem y Penélope Cruz se conocieron rodando 'Jamón, Jamón' (1992), pero se enamoraron en el plató de Woody Allen. Ahora están casados y tienen dos hijos.
Javier Bardem y Penélope Cruz se conocieron rodando 'Jamón, Jamón' (1992), pero se enamoraron en el plató de Woody Allen.
THE WEINSTEIN COMPANY
Javier Bardem y Penélope Cruz se conocieron rodando 'Jamón, Jamón' (1992), pero se enamoraron en el plató de Woody Allen. Ahora están casados y tienen dos hijos.

España es tierra de pata y tapa, de gato y toga, de caña y ñaca. A lo que se ve, España es un país de trifelios que no es sino el fenómeno que sucede cuando en voz alta se repite una palabra y aparece otra. 

Pero, ante todo, es tierra de monja y jamón. Monja alférez para la derecha más heterodoxa y jamón de marca blanca para la izquierda menos inquieta. Como Jamón, jamón (1992), la película icónica de Bigas Luna que forjó la relación bizarra entre Javier Bardem y Penélope Cruz. 

Y han sido estos días de campaña en la árida campa de mis Monegros cuando he advertido que España, por mucho que los independentistas ambicionen otra cosa, es territorio de jamón, tortilla de patatas, ajo y Coca-cola.

Somos nación de jamón ibérico de dehesa extremeña, de jamón serrano y de jamón de Teruel ahora que Teruel existe también en el Congreso de los Diputados. Pero también somos territorio de ajo en ristre y de tortilla de patata resecada en burdeles a la orilla de la carretera, con máquinas tragaperras tan antiguas como el Banco de España y con toros que lidian sobre colinas a la luz de la luna. 

Porque han sido meses extraños de listas electorales con toreros de Instagram y con directivos de Coca-cola, esa misma lata que es símbolo de la España vacía y gaseosa, a falta del sifón y de la bota. 

En la película de Bigas Luna, el protagonista, con actitud vacilante, ofrece a su novia como alianza de pedida un aro de compromiso que no es sino una anilla de una lata de Coca-cola. Y de argollas de bote debe ir esto de las alianzas para formar Gobierno a la vista del desposorio de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

Por mucho que los independentistas ambicionen otra cosa, España es territorio de jamón, tortilla de patatas y Coca-cola

En la película, el mundo se divide entre guarros y jamonas, expresiones que el nuevo paganismo de la cultura indigesta vetaría en la actualidad. Pero, ante todo, es la historia cainita de las dos Españas y allí la película funge como un vehículo para que se produzca la tragedia final en un duelo a jamones entre los dos machos del trío. 

La escena evoca directamente una imagen goyesca fabricada a partir de su cuadro Duelo a garrotazos (1821), el símbolo más luminoso del enfrentamiento vernáculo entre españoles. Pies en tierra y garrotes de pernil al aire, porque el jamón es vida pero también es muerte en esta tierra de grano fino y roca descubierta. No en vano en ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984) de Pedro Almodóvar, la protagonista asesina a su marido golpeándolo con una pata de jamón.

Pata y tapa. Monja y jamón. Porque ha llegado el tiempo político en el que hemos de evitar deslomarnos a jamonazos y enterrarnos así definitivamente en la oscuridad del egoísmo y de la ignorancia. De no ser así, no habremos aprendido. Y hemos agotado ya todas las convocatorias.

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