Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

Acuerdos o politiquería

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz.
EP
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz.

Que el Gobierno haya alcanzado un acuerdo para la reforma laboral con patronal y sindicatos es más que buena noticia. Es un ejemplo de la concertación social que emana de la propia Constitución. Cuando tras largos meses de negociación los agentes sociales alcanzan un compromiso en una cuestión tan compleja, la obligación de los partidos que quieren hacer política en mayúsculas es acompañarlo apoyándolo. De lo contrario hacen politiquería.

Hay que tener en cuenta que es la primera gran reforma laboral consensuada desde 1980. Al lado del éxito que supone enviar a Bruselas una reforma avalada por la CEOE, CCOO y UGT, el mensaje que se lanza es de confianza en la economía española, en un momento en que la recuperación está siendo más lenta de lo esperado y hay nubarrones a la vista (energía, inflación, etc.).

Sin entrar en detalles, hay que suponer que lo alcanzado va a poner freno a la temporalidad, a las abusivas subcontratas y va a dar flexibilidad a las empresas en dificultades. Estos días muchos expertos se han pronunciado con puntos de vista contrapuestos, y evidentemente hay aspectos discutibles y dudas sobre qué efectos reales podrá tener sobre el empleo, pero cuando los protagonistas del diálogo social se ponen de acuerdo, lo sensato es no perder la visión de conjunto, no despreciar las mejoras en derechos laborales y concluir que se trata del mejor acuerdo posible.

"Cuando se deja a un lado la politiquería y se abren paso los acuerdos, ganamos todos"

Por eso mismo, tanto la oposición conservadora de Pablo Casado como los socios parlamentarios de Pedro Sánchez deberían, cuanto menos, facilitar su aprobación. El PP ya ha anunciado que votará en contra. Es un error porque el día que vuelva a gobernar seguro que no la derogará. Es un rechazo que choca con la actitud sensata y pragmática del presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, que ha defendido la reforma como un acuerdo que, sin satisfacer plenamente a nadie, da paz social.

Por la izquierda, tampoco ERC, Bildu, BNG, Más País y Compromís quieren apoyarla porque creen que se queda corta, enmendando la plana a los sindicatos. Cuando Gabriel Rufián acusa al Gobierno de haber negociado mucho con la CEOE y nada con ERC, hace el ridículo. Va a ser divertido ver a Unidas Podemos preferir perder el apoyo de los independentistas antes que la firma de la patronal en el acuerdo. Sánchez igual va a tener que recurrir a la geometría variable, recabando el apoyo de la moribunda formación naranja, como cuando la aprobación de los estados de alarma.

Hace unas semanas, la reforma laboral parecía la tumba de socialistas y morados, con las desavenencias públicas entre Nadia Calviño y Yolanda Díaz y, sin embargo, hoy ambas han ganado. Porque cuando se deja a un lado la politiquería y se abren paso los acuerdos, ganamos todos.

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