Ni el cercano Banco de España ni los distantes y fríos FMI, Banco Mundial y BCE. Todavía no ha aparecido una institución solvente capaz de pintar un panorama asumible sobre la economía española. Todos coinciden en que España será uno de los países más perjudicados. Tenemos un pecado original –la alta dependencia del turismo–, pero no puede ser la excusa de nuestros gobernantes para asumir el destino que nos marcan. El Gobierno central debe marcar un nuevo rumbo y cambiar el destino. Nos lo deben a todos.
OPINIÓN01.07.2020 - 06:17h
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