El origen de Santiago de Compostela está impregnado de historias y leyendas. Capital de Galicia, esta ciudad marca el fin de uno de los caminos de peregrinación más conocidos del mundo, pues en su catedral se encuentra, según marca la creencia religiosa, el sepulcro de uno de los 12 discípulos de Jesús.
Se tratan de los restos del apóstol Santiago que, según la historia medieval, fueron llevados a Galicia y se construyó la catedral para darles sepultura alrededor del siglo IX. Todos los documentos de la época asignan al lugar el nombre de Arcis Mamoricis (Arco Marmóreo), señalando donde habría sido sepultado Santiago el Mayor.
Por ello, también pasó a ser conocido como Locus Sancti Iacobi (Lugar de Santiago). Tal y como explica la Real Academia Galega (RAG) en su web, Santiago provendría de la contracción de Sant Iago, procedente a su vez de sanctus y Iacobus. Pero es la segunda parte del topónimo en la que las explicaciones son más diversas.
La leyenda de Teodomiro
El topónimo, según la RAG, aparece recogido en la documentación desde, por lo menos, el siglo IX (sancti Iacobi Compostellaeca. 846). La leyenda cuenta que, en los primeros años de esta época, el arzobispo Teodomiro de Iria fue guiado por una estrella hasta un campo en el que se encontraba el sepulcro del apóstol Santiago.
Por ello, la etimología popular asoció a Compostela el origen de campus stellae (campo de la estrella), en referencia a esta luz que guio a Teodomiro hasta los restos del santo. Pero esta vinculación es errónea.
Tal y como explica la RAG, en realidad Compostela proviene del latín compos(i)tella, diminutivo de composita, participio del verbo 'componer'. Por tanto, el significado sería "la bien compuesta", la "Compuestilla" o, como se diría en Galicia, a ben feitiña.
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