Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

Sánchez, sinceridad o golpe táctico

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su comparecencia institucional en la Moncloa este lunes
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su comparecencia institucional en la Moncloa este lunes
EFE/Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su comparecencia institucional en la Moncloa este lunes

Lo que hemos vivido estos últimos días en España, tras la carta personal de Pedro Sánchez anunciando que estaba pensando en dimitir, ni tiene precedentes ni se repetirá seguramente nunca más. Frente a su misiva solo había dos opciones. Creer que era sincero cuando afirmaba que ya no podía más ante los ataques que recibía su familia, particularmente su esposa, y que por ello sopesaba renunciar a la Presidencia del Gobierno. Creer que estábamos ante un gesto personal, sin impostura ni cálculo partidista, pues con su posible sacrificio quería denunciar la máquina del fango en la que se ha convertido la política con la colaboración de algunos medios y jueces. La otra lectura sobre su insólito gesto es que estábamos asistiendo a un golpe táctico para sacudir la dinámica de la legislatura, aprovechando la realidad del acoso sobre su familia y el juego sucio de denuncias falsas y bulos, que por otro lado no es de ahora ni ocurre solo en España.

Tras la comparecencia de Sánchez dando a conocer que sigue, y ante su parco discurso, salta a la vista que quería agitar el tablero con un shock emocional con tres objetivos. Primero, ganar el relato sobre la degradación del clima de convivencia, haciendo cómplice al PP de ese tipo de prácticas inciviles. Segundo, proyectar una imagen suya más humana, diferente del político cínico, capaz de todo para mantenerse en el poder. Y, tercero, llamar a la movilización ante las próximas citas electorales, despertar a su partido, en el que cundió el pánico ante la sospecha de que la amenaza de dimisión iba en serio, y lograr el cierre de filas de los socios parlamentarios alrededor de Sánchez. Hay que reconocer que ha logrado mantener la incertidumbre hasta el último momento, creando una cascada de sentimientos favorables a su persona y a su partido, como la encuesta exprés del CIS refleja con un importante subidón para el PSOE. Así pues, la jugada táctica habría alcanzado sus tres objetivos.

Ahora bien, ha fallado en la esperada comparecencia de este lunes en el Palacio de la Moncloa, donde se ha quedado muy corto en las explicaciones. ¿Qué justifica, ahora sí, su continuidad? ¿Qué ha cambiado o propone reformar para que merezca la pena seguir en la Presidencia? Sánchez afirma que se propone "trabajar sin descanso" para la "regeneración democrática". Bonitas, pero, por ahora, vacías palabras. Como ha escrito en X el exministro socialista Jordi Sevilla, "le ha faltado ofrecer un pacto institucional al PP para poner fin a la crispación, incluyendo un código ético que regule las actividades de familiares de los presidentes del Gobierno y ministros". Igual por ahí se podría empezar si de lo que se trata es de salvar el debate público de nuestra democracia.

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