Las autonómicas vascas se presentan como las más reñidas de los últimos años ya que, por vez primera, no está claro que el PNV vaya a ser la fuerza más votada cuando se cierren las urnas. El peculiar sistema electoral vasco permite incluso que el partido con más votos no sea el que más escaños tenga -ya ocurrió en las autonómicas de 1986- en tanto que las tres provincias eligen el mismo número de diputados, 25, con independencia de su población. Parece claro que el PNV se impondrá en Vizcaya, EH Bildu en Guipúzcoa y, lo más sorprendente, quizá también en Álava, la provincia en la que las fuerzas constitucionalistas han obtenido siempre un mejor resultado.

La fortaleza de la extrema izquierda nacionalista, ahora incruenta, se fundamenta en la fidelidad de sus votantes y en su capacidad de captar electores de la izquierda e incluso del espectro no nacionalista, como son los que proceden de Podemos, frente a un PNV que presenta una fidelidad más baja y un número de indecisos mucho más relevante. A ello se le suma la buena valoración de su candidato, el hasta ahora desconocido Pello Otxandiano, una cara joven que contribuye al lavado de cara de EH Bildu, una federación de partidos nucleada en torno a Sortu, la organización heredera de Batasuna y que fue legalizada en una polémica sentencia del Tribunal Constitucional en 2012. Los electores prefieren como presidente al candidato impuesto por Sortu frente a Pradales Gil, el vizcaíno que el aparato del PNV ha elegido para renovar su discurso y su estética ante la población más joven.

Pese a esta hegemonía nacionalista y más allá del discreto papel que van a jugar los partidos de ámbito nacional -el PSE aspira a no perder escaños, y la subida que se espera del PP no será espectacular-, la sociedad vasca está poco preocupada por los temas identitarios y, al igual que en el resto de España, sí lo está por temas como la sanidad o la vivienda. Destaca también la inmigración, que aparece en la encuesta como un problema relevante para una parte importante de los votantes del PNV, un partido cuyas siglas en eusquera significan "Partido Vasco de Dios y la Ley Vieja" y que se fundó, a finales del XIX, como reacción a la llegada de migrantes de otras partes de España para trabajar en la incipiente industrialización vizcaína. El nacionalismo se ha secularizado, pero algunos de sus tics, parecen venir de serie…