A fondo

Tiempos de cambio: así está siendo el baile de nombres en varios gobiernos de la UE

Costa, Varadkar, Rutte y Denkov
Costa, Varadkar, Rutte y Denkov
Carlos Gámez
Costa, Varadkar, Rutte y Denkov

La Unión Europea se ha abonado a los terremotos estratégicos en los últimos años, como si fuera algo normal en un proyecto casi solamente preparado para la calma. Eso ya no vale. Ir caminando no es una opción; toca correr. Y esa agitación afecta también a muchos gobiernos de los países miembros cuando además quedan menos de tres meses para unas elecciones europeas que "pondrán a prueba nuestros sistemas democráticos", en palabras de la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola. De momento, en esos tiempos de tensión los primeros ministros de Portugal, Irlanda, Bulgaria o Países Bajos cambian en las próximas semanas.

El más inmediato es el giro en el Gobierno portugués, después de las elecciones del pasado 10 de marzo. Luis Montenegro será el nuevo primer ministro en lo que supone la vuelta del centroderecha al poder después de nueve años. Se acaba la era de Antonio Costa, baluarte socialista en Europa, que suena para presidir el nuevo Consejo Europeo y que todavía tiene que cerrar las posibles sospechas de corrupción en torno a su figura que le llevaron a dimitir, error judicial mediante. El luso fue despedido con honores por sus colegas europeos -llevaba en el cargo desde 2015- y él tuvo la deferencia de verse en Bruselas con el propio Montenegro.

El traspaso de poderes será tranquilo en el país vecino. "Tuve la oportunidad de transmitir personalmente a Luis Montenegro lo que ya le había dicho. Le felicité, le deseé éxito y le reiteré la plena colaboración en la transición entre gobiernos", escribió Costa en redes sociales. Portugal se convierte así en una plaza importante para los conservadores europeos, que tienen buenas expectativas en las elecciones de junio después de recuperar ejecutivos como el polaco, el finlandés o el sueco; todo lo contrario que los socialdemócratas, que están de capa caída en los comicios nacionales.

Más sorpresa causó el anuncio de dimisión del primer ministro irlandés, Leo Varadkar, que decidió dar un paso atrás después del fracaso en el referéndum sobre el cambio del rol de la mujer y la familia en la Constitución del país. La salida de Varadkar, en cambio, no supondrá en principio ni un adelanto electoral ni un cambio de color en el Gobierno de uno de los países de la UE que más ha insistido por ejemplo en el alto el fuego en Gaza, además de ser relevante en términos de 'poder económico', pues preside el Eurogrupo (con Pascal Donohoe al frente).

La sorprendente marcha de Varadkar, que se convirtió en 2017 en el primer primer ministro gay del país, antaño católico, y que volvió al cargo hace solo 15 meses, no desencadena unas elecciones generales. La cita con las urnas, eso sí, debe celebrarse antes de marzo de 2025. No cambian los plazos y simplemente el cargo de Taoiseach cambiará de nombre a lo largo del mes de abril, cuando el Fine Gael elija a su nuevo cabeza de cartel; de este modo, el centroderecha mantendrá otro Ejecutivo importante en la UE. "Las razones de mi salida son tanto políticas como personales", sentenció Varadkar tras hacer el anuncio.

Otro de los países que tendrá pronto un nuevo primer ministro será Bulgaria, donde Nikolai Denkov dejará paso a Mariya Gabriel, del GERB (centroderecha), para mantener el acuerdo de rotación al que llegaron hace dos años, después de que el país encadenara cinco comicios generales de manera casi consecutiva, sumiéndose en una inestabilidad sin precedentes para muchas voces en la UE. Gabriel, otrora comisaria europea de Juventud, asume el reto en un momento crucial para Bulgaria, uno de los países más pobres de la Unión y que tiene en el horizonte su entrada en el espacio Schengen después de muchos años de tiras y afloja con el resto de socios.

"Doy este paso porque cumplimos con las promesas", aseguró Denkov en su mensaje de despedida; ha tenido en el último Consejo Europeo su adiós por parte de los colegas y en Bruselas confían en que Gabriel siga con el mensaje europeísta. "Es una tarea irrevocable y fundamental garantizar la continuación de las reformas en el poder judicial, los servicios de seguridad, la elección de miembros honorables y expertos de los órganos reguladores, la plena pertenencia a Schengen y a la Eurozona", recoge el acuerdo de Gobierno rotatorio al que llegaron las partes.

La situación es más complicada en Países Bajos. Las últimas elecciones dibujaron un panorama caótico y Mark Rutte dejará atrás 14 años en el poder para proclamarse presumiblemente como nuevo secretario general de la OTAN. Parecía que su sustituto iba a ser el ultraderechista Geert Wilders, partidario entre otras cosas de la salida del país de la UE y con políticas antiinmigración muy duras. Las negociaciones en cambio se le complicaron y ha pasado de renunciar a las partes más polémicas de su programa a dar un paso atrás; no será primer ministro y los neerlandeses se encaminan hacia un Gobierno tecnócrata de centroderecha. Este nuevo Ejecutivo, eso sí, todavía está por formarse y habrá que ver qué papel tiene en la Unión, sobre todo si se tiene en cuenta que se trata de uno de los países fundadores.

Al final del camino están las elecciones europeas y para la constitución de los nuevos altos cargos será otra vez fundamental ver el reparto ideológico en los Gobiernos de la UE. Viktor Orbán se mantiene como el líder más longevo del Consejo Europeo, mientras que otros como Emmanuel Macron o Pedro Sánchez van camino de cumplir siete y seis años en el poder respectivamente. Ahora el mapa ideológico se vuelve a escorar hacia la derecha y eso tendrá repercusión, junto con lo que diga las urnas, para ver qué familia política se queda con cada uno de los top jobs: esto es una partida de ajedrez.

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