Los siete años de Puigdemont en Bruselas: de querer ser mártir, a vivir en el gallinero del Parlamento y preparar su vuelta con el 12-M

Las dudas de la 'nueva' amnistía: cuándo volverá Puigdemont y por qué los jueces pueden retrasarlo
Carles Puigdemont.
Carlos Gámez
Las dudas de la 'nueva' amnistía: cuándo volverá Puigdemont y por qué los jueces pueden retrasarlo

Todo lo que ha pasado en estos últimos siete años en la 'línea' política Madrid-Cataluña-Bruselas ha sido digno de una novela, sin tener muy claro el género. Las fechas importan. Carles Puigdemont hizo el 31 de octubre de 2017 su primera rueda de prensa en Bélgica tras huir de España metido en el maletero de un coche, como cuentan algunas lenguas; ha pasado mucho tiempo y desde entonces ha pasado de querer ser un mártir político a convertirse en un eurodiputado marginal en la Eurocámara, para después verse beneficiado por una amnistía que todavía no se ha aprobado... y volver para ser candidato en las elecciones catalanas del 12 de mayo, tal como confirmo este jueves. Es la historia de 7 años entre cuatro paredes en Waterloo y otras tantas entre Bruselas y Estrasburgo.

Carles Puigdemont se sabe pieza clave -incluso más que eso- en la política nacional. En su fuga en 2017 Puigdemont se hizo muchas preguntas, y entonces tenía unas elecciones catalanas en el horizonte, convocadas tras la aplicación del artículo 155 en Cataluña. Ahora regresará -al menos en alma- para otras. El Press Club -sede suya para este tipo de puestas en escena, que repitió en 2023 para llamar a un pacto con el PSOE- fue un hervidero entonces, y también hace solo unos meses... pero quizá ni Puigdemont sea el mismo, en un empeño suyo y de más gente por, entre otras cosas, no perder relevancia pública. Esa la ganó toda con los 7 votos de Junts para la investidura de Pedro Sánchez; y el expresidente catalán que quiere volver a serlo sigue dando vueltas de tuerca. Habla de "terminar el trabajo" que comenzó con el 1-O y la DUI.

Su figura ha estado en Bruselas durante todo este tiempo, pero su voz se ha escuchado mucho más en España que la capital belga... o incluso en otros puntos de Europa donde escribió algún capítulo más de la historia. En 2018 tuvo otro de los momentos clave: el expresident fue detenido en Alemania, aunque después quedó en libertad porque el tribunal descarta el delito de rebelión; en ese punto el juez Llarena retiró la euroorden y poco después declara en rebeldía a los políticos huidos.

De la fuga al asiento en el gallinero del Parlamento

A Puigdemont se le despeja un poco el camino y en las elecciones europeas de 2019 logró un escaño en el Parlamento Europeo, abriendo así una nueva etapa en el caso. Ganó los comicios y dio el salto a Bruselas a nivel también político pese a que Llarena emitió, meses después, una orden nacional, europea e internacional de detención y entrega contra Puigdemont por los delitos de sedición y malversación. Tras una especie de limbo, Puigdemont se sentó en la Eurocámara porque el TJUE apuntó que la condición de eurodiputado se adquiere ya justo después del paso por las urnas. En enero de 2020 se sienta en su escaño y logra también una inmunidad que le va a dar idas y venidas a partir de entonces.

Toda la relevancia que tiene Carles Puigdemont a nivel nacional desparece cuando se mira la escena europea, pese a que ahora mismo es eurodiputado y, además, reside en Waterloo. "Se entiende el papel que tiene en la política nacional y su posible influencia, igual que en su momento hizo algo de ruido en el Parlamento Europeo", comentan las fuentes consultadas por 20minutos, que al mismo tiempo reconocen que el expresidente catalán sí regresa a la primera fila mediática comunitaria "cuando se habla de su inmunidad".

No obstante, en el día a día Puigdemont ha ejercido hasta ahora una labor de eurodiputado de tercera o cuarta fila, sin presencia y sin influencia, sentado en el gallinero de la Eurocámara. ¿Por qué? Porque igual que sus compatriotas Toni Comín y Clara Ponsatí forma parte del grupo de los "no inscritos", es decir, Junts no entra dentro de ninguna familia ideológica y además con la salida del Reino Unido de la UE ha perdido los pocos apoyos que tenía el independentismo catalán en los partidarios del brexit. No cuenta con apenas intervenciones en los plenos y entre los 705 asientos de la Eurocámara el suyo es uno de los menos activos.

Adiós a la inmunidad

La clave en torno ha su figura siempre ha estado en torno a su condición de 'inmune'. 2021 acabó siendo de nuevo un año fundamental en el devenir del proceso porque, entre otras cosas, el Parlamento Europeo vota a favor de retirarles la inmunidad a Puigdemont, Comín y Ponsatí. Antes de esto, Bélgica había rechazado la extradición de otro exconseller, Lluís Puig, porque considera que debe ser juzgado en Cataluña y no por el Supremo. Este caso llegó tiempo después al TJUE, que avisó a la justicia belga de que un Estado miembro de la UE -en este caso Bélgica- no puede rechazar una orden europea de detención y entrega, ni dudar de la competencia del tribunal que reclama a la persona, en este caso el Tribunal Supremo. Solo lo puede hacer si las deficiencias que ve son "sistémicas", algo que no sucede en este caso.

El último paso ha sido la decisión del TGUE, que decidió, a finales del año pasado, desestimar los recursos y avalar la retirada de la inmunidad al expresidente de la Generalitat, en una sentencia publicada este miércoles y que supuso un nuevo revés a uno de los líderes del procés. También se la retiró a los exconsellers Ponsatí y Comín y confirmó la decisión del Parlamento Europeo.

Después de todo, llegó la amnistía para 'salvarle' y ahora todo vuelve a empezar para un Puigdemont que a nivel de discurso sigue precisamente en 2017. El 12-M es una oportunidad para él para "volver a empezar" o para, como dijo, "terminar" lo que empezó, dejó a medias y desembocó en una fuga que, perdón y olvido mediante, dejará de ser tal.

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