El colegio de Kiev que enseña español desde un refugio: "Delante de los niños no podemos llorar, estamos siempre sonriendo"

Alumnos del colegio reciben clases desde el refugio.
Alumnos del colegio reciben clases desde el refugio.
Alumnos del colegio reciben clases desde el refugio.
Alumnos del colegio reciben clases desde el refugio.
CEDIDA

Suena la sirena antiaérea y comienza la cuenta atrás. Los alumnos de este colegio de Kiev tienen entre cuatro y siete minutos para bajar al refugio antes de que el misil balístico caiga en cualquier parte de la ciudad. Toda la escuela se sume en un sonido ensordecedor provocado por los cientos de niños bajando los cuatro pisos que los separan de lo que hace dos años era un simple sótano. Hoy este espacio está habilitado para albergar y dar clases a más de 800 alumnos que deben esconderse cada vez que suena la alarma en la capital ucraniana.

Junto a ellos bajan los profesores, responsables de que el edificio quede vacío y que cargan desde hace dos años con la tarea de aparentar la mayor normalidad posible. En los pasillos del Colegio Especializado nº64 de Kiev abundan los mapas de España. Es uno de los dos centros de la capital (y de los seis de todo el país) donde se enseña español como primer idioma extranjero. "¡Gloria a los héroes!", se lee en castellano en las banderas ucranianas que cuelgan en las paredes de camino al refugio. "Queramos o no, la guerra está muy presente en este lugar. En las familias esta palabra se ha normalizado porque en mayor o menos medida les afecta", dice a 20minutos Oksana Yushkó, directora del colegio. 

En la planta baja, varias fotos recuerda a los antiguos alumnos que han fallecido en la guerra. Al fondo, en el salón de actos, se puede ver una exposición. Un bombardeo en Zaporiyia, una casa derruida en Jersón, un misil impactando sobre un edificio en Borodyanka o el teatro devastado de Mariúpol son algunas de las maquetas hechas a mano por los propios alumnos, que tratan de representar con manualidades un momento de la invasión rusa que comenzó en febrero de 2022. "Es lo que ven los niños desde hace dos años", nos dice en perfecto español Svitlana, profesora del centro. 

A final de 2023, el Gobierno ucraniano cifró en más de 3.790 los centros educativos dañados o destruidos. Según los datos de escolarización que manejaba UNICEF el verano pasado, en Ucrania solo un tercio de los estudiantes de primaria y secundaria están recibiendo clases completamente en persona; otro tercio sigue un modelo mixto con clases presenciales y en línea, y el tercio restante lo hacen completamente en línea. Esta agencia de la ONU señaló que en tiempos de crisis y guerra, las escuelas son más que lugares de aprendizaje: dan la oportunidad de crear amistades, recibir ayuda de los profesores y ofrecen seguridad y rutina a niños que han sufrido pérdidas.

Las sirenas antiaéreas se han convertido en parte de esa rutina. "Cuando tenemos que escribir una tarea, a veces miramos el teléfono a ver si la alarma va a saltar y nos podemos librar de hacerla", dice sarcásticamente uno de los jóvenes mientras el resto de compañeros se ríen. Desde que comenzó la guerra, los exámenes se han sustituido por trabajos, a excepción de los de acceso a la universidad. Las salas del refugio se convierten varias veces por semana en clases improvisadas donde "el sonido de varias clases a la vez y niños gritando o hablando con sus padres para decirles que están bien" complican la tarea, afirma la directora mientras entra en una pequeña sala.

Oksana Yushkó, directora del Colegio Especializado nº64 de Kiev.
Oksana Yushkó, directora del Colegio Especializado nº64 de Kiev.
Carlos Pérez Palomino

Pese a que llevan ya dos años bajando constantemente, Oksana Yushkó reconoce que cuando suena la alarma siempre hay al menos uno o dos niños que requieren de apoyo psicológico. Es por ello por lo que han habilitado esta estancia en el refugio. "No les prohibimos que junto con las 'mochilas de alarma' que traen para bajar al refugio tengan sus móviles y puedan usarlos en ese momento", asegura. El colegio se ha convertido en un centro neurálgico del barrio hasta tal punto que algunos padres que están por la zona se acercan al refugio para pasar allí la alerta. 

Un colegio convertido en refugio al inicio de la guerra

En octubre de 2021, cuatro meses antes de que comenzara la invasión, los rumores de un inminente conflicto ya movilizaron a la dirección de este colegio. Decidieron empezar a crear un protocolo ante un ataque aéreo y calcular el tiempo que tardaban en bajar a todos los niños al sótano. "Teníamos el presentimiento de que algo iba a pasar", dice Oksana Yushkó.

El 24 de febrero siguiente, los soldados rusos entraron en el país y dos días después estaban a escasos kilómetros del colegio. "Mucha gente del barrio se vino a esconder al sótano y eso que no estaba como está ahora", explica la directora, que reconoce que fueron más de dos meses conviviendo con más de 340 personas. "Casi no cabíamos, aunque nos sirvió para apoyarnos los unos en los otros. Esperemos que este recuerdo no se repita y sea ya parte de la historia", añade. 

Durante los primeros meses de la guerra el Colegio Especializado nº64 de Kiev sirvió de refugio para muchos vecinos.
Durante los primeros meses de la guerra el Colegio Especializado nº64 de Kiev sirvió de refugio para muchos vecinos.
CEDIDA

Cada cierto tiempo el colegio acomete una nueva reforma de aquel sótano que hoy se ha convertido en una de las partes más importantes del centro. No saben cuánto durará la guerra, pero quieren estar preparados. "Sentimos la responsabilidad de proteger a los niños cada vez que suenan las alarmas. Estamos constantemente pensando en como ser más eficaces y cómo hacer más rápida la evacuación. Es muy duro psicológicamente", dice Yushkó.

Otra profesora asegura que se ha tenido que adaptar a esta nueva realidad. Gran parte de sus alumnos levantan la mano cuando les pregunta si tienen familiares en el frente. "Cuando no tengo clase con los niños, bajo al refugio y se me parte el alma. Pero delante de ellos no podemos llorar, estamos siempre sonriendo", nos dice mientras nos despide desde la puerta. La clase continúa.

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