Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

Parecerse (o no) a España

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al candidato socialista a la presidencia de la Xunta de Galicia, José Ramón Gómez Besteiro.
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al candidato socialista a la presidencia de la Xunta de Galicia, José Ramón Gómez Besteiro.
EFE
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al candidato socialista a la presidencia de la Xunta de Galicia, José Ramón Gómez Besteiro.

Desde el PSOE se viene afirmando con orgullo que son la formación, a diferencia del PP, que más se parece a España por tener una representación equilibrada en todo el territorio y mayor capacidad de pacto con las fuerzas nacionalistas. No cabe duda de que los populares siguen teniendo un problema estructural tanto en Cataluña como en el País Vasco, pero hoy gobiernan en 11 autonomías (el PSOE solo en 3) y el mundo local se tiñe claramente de azul, tanto en las capitales de provincia como en los municipios medianos y pequeños. Por tanto, eso de "parecerse a España" no se corresponde con la realidad de los números. Si acaso, la mayor virtud del partido que dirige Pedro Sánchez desde la moción de censura que derribó a Mariano Rajoy en 2018 hasta su última investidura en 2023 es una enorme capacidad para recabar apoyos a su izquierda y entre los partidos soberanistas y separatistas.

Por supuesto que España son todas aquellas formaciones que tienen representación en las Cortes, pero el PSOE debería reflexionar sobre su creciente dependencia de fuerzas que impugnan el marco de convivencia votado en 1978. Al PP a menudo se le acusa desde la izquierda de parecerse a la ultraderecha de Vox, en una relación que a veces se pinta de dependencia, pero hoy son los socialistas los que más han mudado su discurso para agradar a los soberanistas hasta el punto de acabar confundiéndose. Tanto poner el acento en la plurinacionalidad, como si eso fuera lo mejor y lo que más define a España, ha hecho que al final sus electores no vean mal reforzar a los partidos nacionalistas. El caso de Galicia este domingo es evidente. Muchos votantes del PSOE, y ya no digamos de Sumar y Podemos, se han pasada al BNG. Eso no desmerece la excelente campaña de su candidata, Ana Pontón, pero ideológicamente es contradictorio que la izquierda refuerce el soberanismo. Parecerse a España no significa subarrendar partes del territorio a partidos que desean romper la solidaridad nacional y niegan el principio de igualdad.

El PP se la jugaba en Galicia hasta el punto de que el liderazgo nacional de Núñez Feijóo también hubiera sido puesto en duda en caso de pérdida de la mayoría absoluta. Sánchez aspiraba a que un cambio al frente de la Xunta sirviera para amnistiar la ominosa amnistía, cuestión que seguirá ocupando el centro de los focos de la política española unas cuantas semanas más. Es llamativa la falta de oposición interna en el PSOE a la estrategia de Sánchez, y el menosprecio a las advertencias de Felipe González o a las críticas de Odón Elorza. Los resultados en Galicia, donde los socialistas se hunden y dejan de ser una alternativa tanto al PP como al BNG, desmienten que sean el partido que más se parece a España.

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