Germán Quintana, doctor veterinario: "Nuestra realidad incluye largas jornadas sin compensación y una gran carga emocional"

Entre las dificultades se encuentra tratar con pacientes que no pueden comunicarse verbalmente.
La profesión veterinaria va mucho más allá de cuidar y curar animales. 
FREEPIK.
Entre las dificultades se encuentra tratar con pacientes que no pueden comunicarse verbalmente.

"En el corazón de la profesión veterinaria se libra una batalla constante más allá del cuidado animal. La fatiga por compasión, un síndrome demasiado común entre nosotros, se manifiesta a través del dolor emocional y el agotamiento mental". Así comienza el tuit de Germán Quintana, doctor veterinario en la clínica A Marosa (Burela, Galicia), quién relata que ser veterinario no es solo un trabajo, sino "una vocación que exige una entrega total".

En el hilo de tuits, Quintana expresa algunos dilemas éticos y emocionales a los que se enfrentan los veterinarios como él a diario, los cuales en muchas ocasiones son "profundamente complejos". "La realidad de nuestra profesión a menudo incluye largas horas de trabajo, sin compensación adecuada y con una carga emocional significativa", expresa en el hilo. 

"Estas condiciones pueden desencadenar estrés, ansiedad e incluso depresión en mucho de nosotros", agrega. "Aunque España lucha por mantenerse a la par con los estándares europeos en términos de salarios y condiciones laborales, la brecha aún es notable, lo que agrega una capa adicional de estrés a nuestra ya exigente profesión".

En este sentido, el profesional recuerda que es esencial que los veterinarios se enfrenten a este tipo de desafíos juntos. "Desde exigir el cumplimiento de convenios laborales hasta buscar apoyo en momentos de dificultad emocional", indica. "Todos jugamos un papel crucial en mejorar nuestra profesión".

El dilema de la eutanasia

El problema existente en la profesión veterinaria no se simplifica a un tema económico. Para Quintana, de hecho, no es lo más relevante y "desaparecería casi con total seguridad si mejorara todo el resto". "Las condiciones laborales son malas por varios motivos, como por ejemplo, el trato con personas, no deja de ser un trabajo de cara al público donde siempre estamos en el punto de mira", lamenta.

"En España hay mucha desconfianza: que si cobramos mucho, que si hacemos pruebas innecesarias... Algo que no pasa en otros países no necesariamente con un mayor poder adquisitivo, como por ejemplo en Perú, en Ecuador o Portugal. Allí tienen una conciencia en tenencia responsable superior a la nuestra", relata.

En este sentido, el veterinario destaca la importancia que tienen los agradecimientos y la confianza de las familias que atienden, frente al desafío que supone "justificar constantemente los costos de los tratamientos, la presión de reducir precios e incluso, a veces, por debajo del coste, con lo que supone todo esto emocionalmente", comenta. 

Es nuestro criterio decidirlo (la eutanasia), pero hay personas que nos dicen que si no lo hacemos notros, ya buscarán ellos la forma de deshacerse del animal

Quintana asegura que dilemas morales los hay a diario y ejemplifica uno de los más duros, los relacionados con la eutanasia. "A veces vienen a la clínica a solicitarnos una para un animal que no la necesita, ya sea por problemas económicos o porque no pueden hacerse cargo...", lamenta. "A veces tenemos que encargarnos de buscar una nueva familia".

"El veterinario tiene que decidir a criterio médico si hay que plantearlo y, de hecho, legalmente, con la nueva normativa, no está autorizado el sacrificio de animales sanos, solo es para aquellos con problemas médicos sin posibilidad de tratamiento en el cual el animal tenga un sufrimiento que no podamos paliar", detalla el experto. "Es nuestro criterio decidirlo, pero hay personas que nos dicen que si no lo hacemos notros, ya buscarán ellos la forma de deshacerse del animal".

Por otro lado, Quintana habla del problema con el IVA. "La única profesión sanitaria con el tipo impositivo más elevado cuando hablamos de una salud (la salud humana y animal están unidas)", defiende. 

"Desde hace pocos meses, con la nueva Ley del medicamento veterinario, por ejemplo, si pido un medicamento para un paciente y se muere (o ya no lo necesita), no puedo devolverlo y hay que mandarlo a eliminar", explica Quintana. "¿Quién asume este gasto? Hay tratamientos que valen cientos de euros, o los implantes de traumatología, otro ejemplo, que están diseñados para ese paciente concreto".

Debido a esto, el pago muchas veces es por adelantado, sin embargo, hay gente que no puede asumir estos gastos, "lo que lleva a muchas empresas a tener un alto nivel de morosidad" debido al dilema moral que provoca: si el cliente no puede pagar una operación de vida o muerte, ¿el veterinario entonces no atiende al animal?

"En otros países como Reino Unido funcionan mejor con seguros. De hecho, en algunos lugares es obligatorio, algo que te da mucha tranquilidad (tanto para el cliente como para el veterinario) porque sabes que el seguro se va a hacer cargo de esos gastos", explica Quintana.

Sin embargo, este modelo es complicado de implantarlo en España según el veterinario, ya que el tema de los seguros ha empezado hace relativamente poco. "Hay algunos que intentan introducir las vacunas, desparasitaciones, etc. Pero para mí es un error, porque esos son gatos asumibles", opina. "Personalmente, creo que los gastos de diario debemos ser conscientes de ellos y poder afrontarlos, porque el seguro puede no renovar la póliza o si das gastos, subir la cuota".

Hay países europeos en los que la contratación de seguros de salud en mascotas es algo rutinario y que se da por sentado

"Lo que sí creo que es muy interesante son los seguros que incluyen eventualidades (accidentes y patologías eventuales no previsibles, como una hernia discal, cáncer...)", opina. "Éstos no son fáciles de programar y asumir los gastos del diagnóstico y tratamiento".

No obstante, para asumir esto, Quintana considera que todavía tenemos un problema de mentalidad. "Hay países europeos en los que tienen seguros porque consideran que lo necesita su animal, porque la contratación de seguros de salud en mascotas es algo rutinario y que se da por sentado (no por obligación, sino porque se considera necesario", insiste.

Condiciones laborales

Este tipo de situaciones no son las únicas que convierten la profesión en una de las más altas en cuanto a índices de depresión y suicidios, las condiciones laborales y los salarios no ayudan. "El salario medio de un veterinario ronda los 1.515 euros al mes", afirma Quintana. "Esto con horas extra y guardias incluidas".

Además del salario, el veterinario ve un problema muy grave que ocurre en el 80 por ciento de las clínicas de nuestro país: la falta de profesionales (especialmente en los servicios de urgencias, donde son necesarios al menos cuatro veterinarios). "Esto ocurre bien porque no quieran trabajar en clínica  o porque se vayan del país", cuenta.

"Conforme se va regulando todo con la aparición del convenio, las clínicas pequeñas van a tener que dejar de hacer urgencias y serán los grandes centros los que asuman éstas", considera. "Pero esto hará que la gente tenga que trasladarse".

En este sentido, Quintana añade que tanto el convenio como la llegada de fondos de inversión que han comprado muchas clínicas y hospitales "han actuado como detonante y catalizador de cambios en las estructuras y formas de trabajo en las clínicas veterinarias".

"Si bien antes un veterinario recién graduado atendía urgencias, ahora durante los primeros años debe estar supervisado por un veterinario con experiencia, lo cual supone una garantía para los pacientes y una ayuda para los nuevos veterinarios que llegan al mercado laboral", detalla el experto. 

La razón por la que elegimos este camino es nuestro amor incondicional por los animales y el deseo de mejorar sus vidas y la de sus familias

Sin embargo, esto supone "un gran cambio en la forma de trabajar y un elevado coste que repercute en el precio de este tipo de servicio" y que, en muchos casos, "obligará a que los centros más pequeños dejen de ofrecer este tipo de servicios y derivar las urgencias a centros más grandes, obligando, en zonas más rurales, a desplazarse en caso de tener una urgencia con su mascota", agrega Quintana.

"Recordemos en cada paso difícil, la razón por la que elegimos este camino: nuestro amor incondicional por los animales y el deseo de mejorar sus vidas y la de sus familias", concluye el veterinario.

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